Una mañana, hace 27 años, en la Península San Pedro, en un rincón de la Patagonia argentina, Claudio Caldini ató una cámara super ocho con cuerdas y empezó a revolearla, como si se tratara de boleadoras, a ver qué pasaba. Pronto alcanzó la velocidad suficiente para sostenerse "en órbita", siempre rodando.
--La primera sorpresa después del revelado, cuenta Caldini, fue el el efecto estroboscópico percibido en algunas secciones: cuando la cámara se acerca al suelo, la dirección del movimiento parece invertirse. Es como cuando uno observa las ruedas de un auto que en determinado momento dan la impresión de estar girando al revés. También fue inesperada la aparición de gotas de lluvia sobre la lente, que permanecen estáticas mientras el paisaje continúa pasando detrás, o el rayo de luz que penetra a través del visor reflex atravesando las zonas oscuras. El montaje consistió en eliminar el metraje durante el cual la cámara alcanza su velocidad obligada.
En la reunión de ayer, le pregunté a Caldini por qué hizo lo que hizo. ¿Quería perder el control? ¿Era para entregar el encuadre al azar? Si entendí bien --aunque es muy probable que no haya entendido-- algo de eso había. Estaba buscando formas de la percepción que escaparan el alcance del ojo humano y que tampoco hubieran estado previstas por los fabricantes de la cámara. De alguna manera, había al mismo tiempo una búsqueda coreográfica. Caldini nos recordó que durante un tiempo estudió danza y que había hecho experimentos sobre el movimiento de la cámara en el espacio, usando la cámara como una extensión de los brazos en el baile, deslizándose por un tobogán, dando vueltas sobre sí mismo.
Me imaginé a Caldini haciendo sus experimentos, girando como un derviche en una plaza de San Telmo, tirándose del tobogán ante la mirada atónita de los niños... pero, apenas me lo imaginé, pensé que en realidad los niños no se habrían sorprendido demasiado, ya que el cineasta era como uno de ellos. Como en una inversión de la famosa frase sobre Picasso --"¡un niño podría haber hecho eso!"-- se me ocurre que sólo Caldini es capaz de filmar con la seriedad de un niño que juega. Caldini, por su parte, que no presume de ninguna originalidad y que está siempre atento a las filiaciones, comparó lo que hacía con el expresionismo abstracto o con el action painting, donde el gesto o el proceso no es menos importante que el resultado.
El resultado del experimento de la Península San Pedro, compaginado con un tema "minimalista" de Steve Reich inspirado en el gamelán balinés, se proyectó por primera vez, con el título de Gamelán, en las Jornadas de Cine No Profesional de Villa Gesel, en abril de 1981. "Lo inscribí precipitadamente en la muestra competitiva", recuerda Caldini. "Un centenar de personas presentes seguramente recordarán la avalancha de burla desatada por la proyección. ¡Me querían cagar a piñas!" La coreógrafa Ana Kamien, que estaba allí, fue la única que objetó el rechazo de la mayoría: "el arte debe ser revulsivo," dijo. Caldini aclara que la palabra reemplazaba a otras, de pronunciación peligrosa durante la dictadura militar.
Lo interesante del caso es que Caldini se había propuesto el experimento como una respuesta a un film que Narcisa Hirsch había rodado unos años antes, el ahora legendario Come Out que se proyectó hace un par de semanas en la jornada de cine experimental del MALBA. Caldini explica la lógica de su razonamiento aqui. "Es que el cine experimental es como teoría del cine en acción", dice. "Es la teoría hecha con la propia materia." Guillermo Ueno aportó una frase de Goethe, que era más o menos asi: "Hay un empirismo delicado, identificado tan íntimamente con el objeto que se convierte por ello en auténtica teoría". Después, recordé otra expresión del mismo Goethe: "Cada objeto nuevo, bien contemplado, crea en nosotros un nuevo órgano de percepción".
Y es lo que sucede con Gamelán. Durante los 12 minutos de proyección, doce minutos de pura hipnosis, se empieza a percibir ese extraño fenómeno de percepción del que hablaba Caldini: en determinado momento, ya no se sabe en qué dirección está girando la cámara. Es decir, uno duda de la evidencia y empieza a interrogar las imágenes de otro modo. A la vez, uno olvida rápidamente el hecho de que se trata de una cámara que gira, y contra todo pronóstico empieza a identificar no sólo manchas, luces y sombras, sino árboles, cielo, montañas, un paisaje... Y de alguna manera, esas imágenes casi abstractas te remiten a cualquier experiencia de movimiento en el espacio, de estar viendo desfilar un paisaje a toda velocidad desde la ventanilla de un tren, por ejemplo. O, incluso, la de estar nuevamente en la bicicleta de Heliografía...
9 comentarios:
el organo de percepcion que refiere Goethe deberia estar fuera de la volntad, o sea el experiemnto del genial Caldini que lo logra con la camara,
se podra hacer lo mismo en literatura y que no quede una chapuza,a ver, a probar....
verrry interesting. gracias x el resumen!
Certifico, ¿será necesraio?, San pedro o Gamelán despejó una sosecha, se puede trabajar con lo qu hay, con mucha felicidad y dicha se puede emocionar a otros, exraños en una habitación del malogrado Palermo,
belleza,
absoluta diría en este rato de entusiasmo,
muchas gracias!
Por ahí se me escapó decirlo pero, por supuesto, lo sorprendente, el hallazgo radical, es que la belleza se produce justamente al entregar el encuadre y la composición al azar de lo que la cámara revoleada quisiera registrar.
Pienso en este momento en los fotógrafos, como Gary Winograd y otros, que buscan la composición perfecta de lo que aparentemente no la tiene. O que buscan disimular la composición perfecta bajo la apariencia del azar.
My only preparation, escribió Alfred Stieglitz, is to have been thoroughly unprepared. Me da fiaca traducir...
si algo aprendimos en el seminario de Werner Nekes en el Instituto Goethe Buenos Aires en 1980 fue a preguntarnos ¿qué es lo bello cinematográfico? y ¿qué clase de escritura es el cine?
qué buenas preguntas para hacerse... ¡y tratar de responder en la práctica!
creo que FIELD (1970) 16mm 9 min, de Ernie Gehr sigue prácticamente la misma estrategia de desplazar la cámara hasta difuminar el espacio pro-fílmico, y así dar con un resultado en el que las direcciones hacias las que se desplaza la imagen se confunden...
Estimado Albert: en primero lugar, me alegra verte por aqui, suelo leer visionary film con placer aunque no siempre dejo comments...
No he visto nada de Ernie Gehr ni creo que alguna vez se hayan dado sus películas en la Argentina. Caldini sabrá, seguramente. Pero Caldini mismo confesaba que él se enteró de la existencia de La region centrale de Michael Snow --que según él también tendría que ver con Gamelán-- muchos años después de su realización y que, de hecho, nunca la había visto hasta que le pasaron el dvd (bajado de la TV italiana!) hace unos meses atrás.
Algún día se hará una historia del cine experimental que incluya lo que se hizo (y se hace) en los países perífericos.
Pero si bien la palabra "experimental" remite a la ciencia, no creo que en el arte se aplique el criterio científico de "progreso" ni de quién hizo el experimento primero...
Lumiere o Edison?
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