viernes, 31 de julio de 2009

Cine Expandido 2

Claudio Caldini en CC MOCA

Proyección-Performance. El propio Claudio Caldini es el operador en vivo de una instalación cinematográfica multiple: proyección de films encontrados, intervenidos y/o de sus propios films experimentales históricos modificados para el nuevo sistema. Sonido generado mediante las posibilidades de interfase que ofrecen los reproductores estereofónicos de los mismos proyectores, micrófonos, grabaciones originales, música electrónica y ruidos ambientales.

HOY viernes 31 de julio / 20hs
Programa 2
After Méliès, Flamme y Chuang-Tzu

CENTRO CULTURAL MOCA
MONTES DE OCA 169 / C1270AAB
BUENOS AIRES / ARGENTINA
(54 11) 4519 5639


foto: Claudio Caldini en la función inaugural de Cine Expandido, el 24 de julio pasado.

viernes, 24 de julio de 2009

Carta de Barcelona

Recibí este correo, que me manda Germán Scelso, cineasta argentino residente en Barcelona.

Hola Andrés,

espío tu blog a veces desde que me pasaste la dirección.
Hoy por ejemplo tengo algo para comentar.

Al ver lo que publicaste de Katia sobre Honduras, pensé en la dimensión periodística, de cómo la intimidad publicada así puede ser intercambio de información alternativo sobre alguna noticia de primera plana, interesante ver qué dice un hondureño, desde Honduras, no desde Buenos Aires o Barcelona o, o, o; lejos. ¿Y cómo interpretará alguien una realidad que está a su lado, cerca, y que igualmente, para comprenderla, estará limitada por la falta de información propia de su misma sociedad? Los comentarios son acerca de la violencia, tanto de censura como de palos. Pero hay un dejo de risa nerviosa cuando trata de definirlo. Enumera: Golpe de Estado, Transición democrática; que son las opciones que parece barajar la gente-

Yo trabajo aquí en Barcelona en un locutorio. Veía georgianos hablar por teléfono y hacer comentarios preocupados etc; se los veía asustados y desesperados cuando fue hace poco lo de Rusia y eso. Pero ninguno de los hondureños habla de lo que está pasando allí y si le preguntas tratan de esquivarlo. Dicen que a su familia no le pasa nada, que si te quedas piola no pasa nada. Como que les da vergüenza, estando en Europa, que en su país pase eso, porque aquí se ve a las dictaduras, hipócritamente o no, como formas primitivas (de control). Una mujer incluso me dijo, en voz elevada, que no estaba preocupada por su hermano, que hace un año se volvió a Tegucigalpa:”No, él está bien. Él es piloto de avión” dijo con orgullo.

Cuando me entero de algún hecho político extremo, y que sea actual, pienso en cómo será vivir eso, pienso en la idea de que siempre se sabe lo que está pasando en el propio contexto (Supongo que esta manía viene por la historia de mis padres y algunos vecinos de mi niñez que aún usaban el “Por algo será” literalmente y me lo decían; y por otro lado, también por el discurso demasiado convencido de su moralidad, que dice que todos somos culpables y se escandaliza y se ensaña con “los que no hicieron nada y sabían” etc), y pongo en duda esa idea, es decir, al presente como juez del pasado. En el presente lo que pasó parece más claro pero es porque encontramos un discurso en el cual articular una realidad que de otra manera sería innominable, y al pasar más tiempo, se tiene la ilusión de que vamos entendiendo cada vez más (Hacia el final del documental sobre mis abuelas, toco el tema de la televisación de los juicios a los represores, que es algo viejo pero actual, así que en algún punto yo también soy un poco Katia). "No estábamos preparados para esto" dice Katia- Con el paso del tiempo las cosas parecen entrar en, podríamos decir: “estado de interpretación”, y los beneficiarios de las cosas que pasan, y que están haciendo modificaciones irreversibles, tienen que ser veloces. ¿Qué futuro estará pasando ahora por allí?

Bueno, son las ganas de charlar hoy en el trabajo, que a 38 grados que hacen afuera, esto parece una cápsula, porque por suerte, aunque es un trabajo de merd, te escribo con aire acondicionado. La correspondencia con Caldini también me gustó- Pero más allá de que el que ve el post puede seguir las rimas, lo mejor debe haber sido el asombro tecnológico de haber tenido ese tipo de diálogo, moderno pero cotidiano. Y como eso fue cosa de ustedes, yo me quedé más con la foto del picaporte del coche, que me mantuvo la mirada e incluso pensé cosas sobre el paso del tiempo, sobre cómo para cada material debe haber una propia concepción del mundo directamente proporcional a su velocidad de envejecimiento… y de paso me enteré también cómo se puede pintar una película… bla bla bla… No, si está claro que a las obras las completa el espectador…

Y algo más: Hay cosas que son bastante famosas entre nosotros, como Macedonio y la Campaña del desierto, pero que no tienen un documental y están como siempre caminando en el borde de ser olvidadas, aunque no se olviden. Estoy tratando de encontrar tus laburos por dos cosas, porque me interesan los temas, y porque me interesa ver cómo los construiste. Da la sensación de que, para quien hace documentales, ver, documentales, es un poco aprovecharse de la investigación o el viaje que otro hizo, o sea del trabajo de otro. Espero poder compartir esa forma de generosidad.

Te mando un abrazo.

Germán

jueves, 23 de julio de 2009

Cine expandido en el CCMOCA ¡Mañana!


Expanded Cinema
es el título del libro de Gene Youngblood publicado en 1970. Precursores de la proyección múltiple son Émile Reynaud y su Théâtre optique (1888) y la Polyvision de Abel Gance (1927).
En Argentina la proyección cinematográfica múltiple fue introducida por Marta Minujín (¡Buenos Aires! ¡Hoy! ¡Ya!, 1971) en la Escuela Panamericana de Arte. Más recientes son las performance projections de Bruce McClure.

Claudio Caldini presentó su tríptico de films experimentales por primera vez en 1990 en el Teatro Babilonia de Buenos Aires y en 1995 en su retrospectiva del 1º FIV (Festival Internacional de Video y Artes Electrónicas) en el Centro Cultural Recoleta.
Cine expandido en el CCMOCA se trata de una instalación-performance:
tres proyectores Super 8 enhebrados en serie o en paralelo,
con films preparados para la ocasión, estrenos y otros films
experimentales, re-editados. El sonido en algunos episodios comoTelevisionoise y Color scratch (foto) será elaborado en vivo; en otros, de carácter lírico, estará basado en grabaciones de música electrónica (algunas del propio Caldini) y de compositores contemporáneos. Será una celebración de la imagen fotoquímica–óptico–mecánica y del cine experimental, en su carácter de imagen-percepción (Gilles Deleuze).

Entre los estrenos: Lux Taal (2006-2009) visto en la bienalXperimenta 09 este año en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.
Habrá re-mezclas de Gamelang y Un enano en el Jardín (1981),
Cuarteto (1978), y Prisma, realizado en Escocia, durante el programa Glenfiddich Artists in Residence 2005 y la versión integral de El devenir de las piedras (1988).

Asistente de proyección: Sergio Subero
Consultor de sonido: Miguel Angel Gentile
Cámara auxiliar en Lux Taal: Pablo Marin
Mezcla de Sonido en After Méliès: Martín Pavlovsky

Gracias infinitas a: Diego Amoedo, Narcisa Hirsch, Leila Yael, Inés Huergo, Andrés Di Tella, Guillermo Ueno, Paulo Pécora, Daniel Bohm, Martín Corujo, Victoria Sayago, Bruno Stecconi, Tomás Rautenstrauch, Eduardo Pla.

Y a Daniel Vicino por su asesoramiento técnico.

Programa 1 Televisionoise, Color Scratch y Lux Taal
Programa 2 After Méliès, Flamme y Chuang-Tzu
Programa 3 Vadi-Samvadi, Escena circular y Gamelang
Programa 4 El devenir de las piedras, Un enano en el jardín y Prisma

Viernes 24 y 31 de julio, 7 y 14 de agosto, a las 20 horas. Duración del programa: 60´. Auditorio. Entrada $10.

CENTRO CULTURAL MOCA

MONTES DE OCA 169 / C1270AAB
BUENOS AIRES / ARGENTINA
(54 11) 4519 5639


Levantado del blog de Claudio Caldini.

miércoles, 22 de julio de 2009

Carta de Tegucigalpa


Me acaba de llegar este correo de Katia Lara, cineasta hondureña que participó del Taller de Proyectos Cinematográficos de Colón (que vengo coordinando hace unos diez años). Katia se había sumido en un silencio que preocucaba, pero el cineasta chileno Niles Attalah la ubicó y Katia finalmente dio señales de vida:

Hola tod@s:
especialmente a Niles por pasarles mi nueva dirección.
No saben lo grato que es para mí leerles.
Reviso esta cuenta una vez por semana.

Aca seguimos... poco sueño, mucho trabajo y la vida extrañamente alterada,
incluso para quienes hemos vivido en los ochentas las guerras civiles en la región.
Es otra cosa, como que el piso se mueve todos los días de forma impredecible,
no estábamos preparados par esto, y tenemos miedo, desconfianza, la organización
es espontánea o vieja y gastada, surgen nuevos líderes, llega la solidaridad
y no sabemos qué hacer con ella, pero seguimos, el ánimo eso sí que lo tenemos tod@s

Pero así estamos trabajando, haciendo lo que mejor hacemos... cine: un documental
claro que si!!!

Esta extraña situación ha obligado a algunos a esconderse y a otros a salir, pero,
sin duda, y eso es bueno, a ubicarse frente a lo sucedido el 28 de Junio.
Y ese ubicarse comienza, ¡imagínense ustedes!, por
referirse a "eso" con nombre propio
Algunos - espero la mayoría- decimos GOLPE DE ESTADO
y otros dicen TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA
algunos nos referimos a Micheletti como GOLPISTA
y otros lo llaman PRESIDENTE
es muy divertido, todos jugamos a no saber, pero todos sabemos
es absurdo
es surrealista...
sigue el toque de queda, pero todos nos las arreglamos para conspirar,
el horario del toque cambia cada día, según las necesidades del gobierno golpista,
muchos medios siguen cerrados
la resistencia se manifiesta todos los días, a todas horas, en todas partes
del país y la policía y el ejército reprime todos los días.
Continúa la suspensión de garantías individuales
pero la gente grita en la calles ¿Quíen dijo miedo?
y los más de 1,000 detenidos esperan el regreso de Mel y su libertad.
A los abogados les va bien en estos días, sacando y metiendo gente al bote.
La militarización, las amenazas de muerte hacia quienes
estamos haciendo algo por denunciar... eso es de todos los días
ellos saben que nosotros sabemos que ellos saben...

Bueno, les dejo.
Un abrazo


www.youtube.com/resistenciahonduras

martes, 21 de julio de 2009

Confesionario

Foto: Pedro Mairal (abrazado a Fabián Casas), Santiago Llach (remera del Che, al lado de Cucurto), Juan Diego Incardona (medias rojas).

Invitación

CONFESIONARIO, historia de mi vida privada.
Amigos escritores
Llach-Incardona-Mairal
Confesora: Cecilia Szperling

HOY Martes 21 de julio.
21 hs.
CCRRojas. Corrientes 2038.
Biblioteca.

¡Gratis!
¡Habrá Brindis!

domingo, 19 de julio de 2009

Correspondencia

Hoy domingo, mientras paseaba el perro, recibí un mensajito de texto de Claudio Caldini, desde su nuevo celular (¡bienvenido al siglo XX, Claudio... una década tarde!) En rigor, no se trataba de mensajitos de texto sino de fotos sacadas con el celular.

Primero me llegó esta: 

Me detuve en medio de la caminata y saqué la que sigue, que de alguna manera rimaba con la de Caldini (recién ahora me doy cuenta). Agregué un mensaje: ¡qué linda sorpresa! Lindísimo. ¿Qué son? ¿fotos del celular? Mientras paseo a Felix, te mando una hoja.

A continuación, la segunda imagen msn que recibí de Caldini, con el mensaje de texto: Sí, estoy pintando película para el viernes. Linda hoja. Y fondo.

Andrés: ¡Buen trabajo! Claudio: ¡Buen paseo! Por la calle Pampa, me encontré con este auto, que, según se puede apreciar, también ofrece otro tipo de rima:

La tercera de Caldini, con un primer mensaje: qué raro, tus fotos tienen duración. Y a modo de despedida: tinta en los dedos.

Y la última mía:

Y al día siguiente (lunes am) me llega un último mensaje: el resultado, al sol:


Advertencia para rigurosos: por favor tener en cuenta que son todas fotos hechas con el celular y enviadas al instante como sms...

Aunque el intercambio surgió de modo absolutamente espontáneo, en la edición del post debo reconocer la inspiración de la serie de Correspondencias visuales que armó Marcelo Brodsky con  fotógrafos de todo el mundo.

lunes, 13 de julio de 2009

La vida en las cosas

por Antonio Muñoz Molina

Un río de cosas fluye entre las manos; nos movemos entre bosques de cosas vistas y no vistas, nos refugiamos en ellas, las dejamos que vayan poco a poco ocupando los espacios más privados de la vida, los más íntimos, el cajón del escritorio y el de la mesa de noche, los armarios, los altillos a los que sólo se accede tanteando a ciegas, cada palmo de la casa, cada superficie. El río de las cosas llega a las manos y se va de ellas en una corriente que no cesa nunca, y en cuya permanencia nadie repara: cuántas cosas has tocado, guardado, escogido, descartado, a lo largo de un solo día; cuántas, ya innumerables, en una sola semana; cómo sería haber conservado todas y cada una de las cosas que has tenido fugaz o perdurablemente en el tiempo de toda tu vida: qué armarios harían falta para amontonarlas, qué salas para exponerlas metódicamente, quizás en orden cronológico o en orden temático, sin olvidar ninguna, sin establecer jerarquías, sin empeñarse en esa superstición tan humana, la de corregir el pasado.

Sería como escribir una alucinante autobiografía sin palabras, un archivo de cada momento del pasado. Tengo un amigo, miope desde niño, que guarda en una gran bolsa de plástico todas las gafas que ha llevado en su vida, desde el primer par que le pusieron, que le hará acordarse de la extrañeza de verse en los espejos y de la melancolía de aguantar las bromas crueles en la escuela. Gafitas, cuatro ojos, capitán de los piojos. El río de las cosas es una catarata que se despeña permanentemente en el olvido, y cada uno de nosotros va dejando tras de sí un rastro que sería larguísimo y revelador si pudiera seguirse en su integridad, con ese cuidado con que los paleontólogos exhuman, rozando el suelo de un yacimiento con instrumentos tan delicados como pinceles, las huellas mínimas de una presencia humana de hace muchos milenios: no sólo un cráneo, unas piedras talladas o unos útiles de hueso, sino también las esquirlas de la piedra y los restos del carbón de una hoguera, el polen fósil que permitirá imaginar con solvencia las especies de los bosques que aquella gente habitaba. Uno vuelve a la casa familiar de la que se marchó a los veinte años y encuentra en ella un yacimiento de memoria mucho más fehaciente que cualquier recuerdo. Como una cueva prehistórica clausurada por un derrumbe, los cajones de una cómoda o de una mesa de noche o los libros que nadie ha movido de la estantería conservan indicios materiales que de otro modo se habrían perdido: una revista que compré en 1977, un mechero desechable con el letrero de un bar que dejó de existir hace mucho tiempo, un cuaderno de apuntes que debí estudiar con ahínco culpable la noche antes de un examen del que no me ha quedado ningún recuerdo. Pero más inquietante es abrir baúles, maletas que son en sí mismas reliquias de largas noches en tren y que contienen, inesperadamente, un par de zapatos gastados por caminatas de hace muchos años, una chaqueta con ese corte deplorable que adquiere siempre la ropa cuando se ha pasado de moda pero todavía no se ha vuelto pintoresca, o no ha sido ennoblecida por un cambio caprichoso de gusto. Quién resistirá la tentación de buscar en los bolsillos, queriendo encontrar en ellos un objeto decisivo en el que estaba escondida la clave del pasado, encontrando, si acaso, una entrada de cine o un lápiz, un cigarrillo reseco que perteneció a aquel fantasma improbable que vestía esa chaqueta en la cual era raro que faltara un paquete de tabaco.

A Andy Warhol le gustaba guardar lo que él llamaba time boxes: cajas en las que atesorar vanamente las cosas cotidianas de la vida queriendo amansar el río desastroso del tiempo. En China, hacia los mismos años en que Warhol inventaba el reino frívolo y gustoso del pop, prolongando en el fondo una tradición muy americana de celebración de lo terrenal y lo común, muchas personas lo guardaban obsesivamente todo no por fetichismo de los objetos ni por resistencia vana al paso del tiempo sino por pura necesidad. La Revolución Cultural, que tanta admiración despertaba entre los desnortados y malcriados hijos de la prosperidad en Occidente, fue un metódico cataclismo que arrasó con todo, y que forzó a la gente pobre al remedio extremo de no desprenderse nunca de nada. No Desperdicies, era la consigna. Llegado el momento la cosa en apariencia menos valiosa o más precaria podía servir para algo: una bolsa de plástico, un manojo de llaves oxidadas, el recipiente de cartón de una docena de huevos, el de un yogur, una pila agotada, un cordón de zapato, una muñeca de plástico, un trozo de cable, el tapón de un bote de refresco.

La vida está en las cosas. En Nueva York, ahora mismo, en el atrio central al que dan las nuevas salas del MOMA, el artista chino Song Dong ha creado una obra de arte memorable reuniendo y ordenando las cosas que acumuló su madre a lo largo de los años más difíciles del comunismo, las que siguió conservando cuando la vida se hizo un poco más fácil y cuando llegó por fin una extraña y caótica prosperidad que de algún modo era tan arrasadora como lo había sido la Revolución Cultural. Como tantas personas que han padecido mucho, la madre de Song Dong no tenía mucha confianza en la solidez del porvenir: todo podía cambiar de nuevo de un momento a otro; la destrucción que en otro tiempo se había cebado en las vidas de los pobres en nombre del paraíso comunista ahora aniquilaba sus barrios y sus formas de convivir y sobrevivir para hacer sitio a los edificios ingentes de los Juegos Olímpicos.

De cuántas cosas está hecha la biografía de una sola persona. La instalación de Song Dong es un monumento funerario y también un minucioso museo. La pasión acumulativa de la madre ya muerta la ha convertido el hijo en un catálogo ordenado de cosas que conmueven más todavía cuando son más triviales: las filas de botellas de plástico con insignias chinas de refrescos; los tapones componiendo cuadriláteros como los de un juego de damas; los embalajes de cartón que nunca fueron desechados componen ahora la maqueta de una ciudad fantástica; los pares de zapatos trazan el hilo entero de una vida desde los primeros pasos infantiles hasta la edad adulta; cuatro televisores sucesivos son el salto de la tosquedad tecnológica al mundo de ahora; una hilera de relojes baratos de plástico es el tictac del tiempo que ha ido latiendo en la muñeca sin que uno reparara en su paso. En sus cajas de cartón los lápices de colores están gastados a diversas alturas, y alguna de ellas será la última que un niño usó antes de abandonar para siempre la escuela. En cada uno de esos teléfonos habrá un rastro de las voces que alguna vez se escucharon gracias a ellos, un recuerdo congelado del miedo que alguien debió de sentir cuando sonara un timbrazo en mitad de la noche.




fuente: www.moma.org

sábado, 11 de julio de 2009

Melón


   Buenos Aires, 2 de julio 1921

  Mi querida Delia
  Hemos recibido esta mañana tu carta y hemos sentido no podernos comunicar contigo de una manera más directa. El esfuerzo que nos pides para comprender tu sentir lo hacemos. Por el momento, yo no veo sino tu inquietud y algo así como una exaltación traída por las circunsancias actuales. No sé en qué te puedo ser útil, pero sí puedo serlo en afecto.
  Desearía que esta fuera una mano muy grande en que la agitación de la tuya pudiera descansar.
  No tengas temor de turbar nuestra vida con tu dolor. Pedir algo a una amistad es mostrar la fe que se tiene en ella y, por lo tanto, darle el mejor de los placeres. Creo que al respecto hay mucho dicho entre nosotros y huelgan repeticiones.
  Si tienes fe en tu tranquilidad, como nos dices, puedes apoyarte también en la nuestra.
  Y ahora, ¿qué programa material tienes? ¿Cuándo vuelves a Bs. As. para verte? Propuesta y respuesta de conversación es más práctico en estos casos que las cartas.
  Otra vez te ofrezco el melón de mi amistad, corta una tajada según tu apetito.
  Gran abrazo.

  Ricardo

Carta de Ricardo Güiraldes a su cuñada Delia del Carril (hermana de Adelina), cuyo matrimonio con Adán Diehl atravesaba por entonces una seria crisis. "Yo me hallaba en París, en estado inane," contó Delia años después. "Por suerte, un día llegó a verme Ricardo Güiraldes, mi cuñado. Comprendió cuán mal estaba, me tomó de un brazo y me dijo: Tú te vas conmigo. No hice amago de réplica. Me dejé llevar".

Debo este hallazgo a Juan Sebastián Morgado, con quien tuve hace poco un interesante intercambio. Morgado ahora me hace llegar este link al libro Hormiga pinta caballos, biografía de Delia del Carril publicada recientemente por la escritora chilena Virginia Vidal.

foto: Delia del Carril, en sus últimos años (murió a los 105 años de edad, en 1989), contempla fotografías de Pablo Neruda, con quien vivió de 1934 a 1954.

jueves, 9 de julio de 2009

La galleta realista

De la vida en Facebook:

Andrés Duque, notable cineasta venezolano residente en Barcelona, abrió una galleta de la fortuna en facebook y su fortuna fue:

"Este año no te ganarás la lotería."

Hace 14 minutos · Comentar · Me gusta · Abrir una galleta

Andrés Duque ha escrito a las 14:28 del 07 de julio:

De todo el amplio mundo de la superstición me viene a tocar la galleta "realista".

martes, 7 de julio de 2009

juego

Cámara Lúcida, que cayó por este blog seguramente engañada por su nombre, me pasó un juego. Nunca entré en estas cosas, pero no sé por qué esta vez me prendí. Lo que hay que hacer es:

1) Agarrar el libro que tenés más cerca.

2) Abrirlo en la página 161.

3) Buscar la 5º frase (completa).

4) Citar la frase en el blog.

5) Pasarlo a otros 5 blogs.

OK. Ahí va. Nadie va a creer que este es el libro que tenía a mano, pero en fin:

Un escritor, o todo hombre, debe pensar que cuanto le ocurre es un instrumento; todas las cosas le han sido dadas para un fin y esto tiene que ser más fuerte en el caso de un artista. Todo lo que le pasa, incluso las humillaciones, los bochornos, las desventuras, todo eso le ha sido dado como arcilla, como material para su arte; tiene que aprovecharlo. Por eso yo hablé en un poema del antiguo alimento de los héroes: la humillación, la desdicha, la discordia. Esas cosas nos fueron dadas para que las trasmutemos, para que hagamos de la miserable circunstancia de nuestra vida, cosas eternas o que aspiren a serlo.

Aqui la jugada de camara lucida.

Paso la posta...




lunes, 6 de julio de 2009

Imágenes en movimiento: textos, fotografías y films

Imágenes en movimiento: textos, fotografías y films
A propósito del libro que editamos sobre Andrés Di Tella

por Paul Firbas

1) El inicio

Quizá el libro sobre Andrés Di Tella se inicia, sin que lo sepamos, inmediatamente después de la proyección de La televisión y yo, film estrenado en el contexto del primer festival de documentales en la Universidad de Princeton. Un par de años atrás se habían proyectado también en Princeton otros dos de sus documentales: Montoneros, una historia y Prohibido.

2) Lo que ese film planteaba y lo que viene después

La televisión y yo produjo reacciones encontradas en nuestra pequeña comunidad. Más de uno cuestionó la pertinencia del “yo” y las intromisiones del mundo doméstico en el documental. ¿Por qué contar así esa historia? ¿Qué provecho sacaba Andrés de ponerse en primera fila y meter la mano en las fibras de su propia familia? La película además enfrentaba abiertamente el problema de su propio fracaso, como ya ha sido señalado más de una vez: “quise hacer una película sobre la historia de la televisión en Argentina y me salió otra cosa....” ¿Por qué asumir el fracaso? En ese momento comencé a pensar la obra de Di Tella desde mi particular fascinación por la poética del fracaso y lo que me parecía una actualización profunda de antiguos temas de la poética del Barroco. El fracaso y las ruinas están en los cimientos del libro.

Nos pareció claro que un film sobre el país de la madre, trabajado después de La televisión y yo, significaba un salto hacia un territorio extremo e indefinido para el documental. Poco sabíamos sobre el nuevo film que, en el proceso de nuestras conversaciones se fue convirtiendo en un objeto exquisito de deseo o una caja de resonancias de nuestras propias voces. Ahora me parece aún más claro que la secuencia de los filmes de Di Tella (su relación de contigüidad) se convirtió --sea cierto o equívoco-- en una narrativa poderosa que potenciaba el sentido del nuevo documental, atribuyéndole la responsabilidad de consolidar una poética trabajada desde los films anteriores. Si algún mérito tiene nuestra Conversación, libro que hoy presentamos, podría situarse justamente en la consolidación de un relato sobre el crecimiento del yo en la obra de Di Tella y, consecuentemente, en asignarle a la nueva película el lugar difícil e intenso de plantear una poética particular para el documental.

Es decir, trabajábamos con una obra concreta pero con el fantasma de un film desconocido, pero que se nos revelaba en la mesa de trabajo como en una sesión de espiritismo; además, se trataba de hacer un documental de la búsqueda siempre imposible y profundamente subjetiva del mundo de la madre. ¿Cómo se puede documentar la búsqueda del país de la madre? ¿Era este el paso natural después de un film que llevaba tan provocadoramente el título de La televisión y yo y que, en buena medida, daba cuenta del país del padre? ¿Qué relevancia, en tanto documental, podría tener un ejercicio cinematográfico semejante o, en otras palabras, qué supone para el género del documental un film de este tipo?

Podría decirse que la originalidad de libro --si podemos todavía creer en el mito de la originalidad-- está en que se ocupa preferentemente de una película que no existe. Nuestro trabajo se llevó adelante bajo el conjuro y la poderosa seducción de un film casi imposible, del cual habíamos visto sólo algunas apariciones o retazos. Ahora pienso que el libro también debe imaginarse como un deseo de los críticos de entender y de anticiparse a su propio objeto de estudio. No sé si Andrés esté de acuerdo con esto, pero sospecho que el trabajo de nuestra Conversación de alguna manera participa del proceso de invención de la película. Es también la historia de una intromisión.

3) La relevancia social

Di Tella maneja el arte de decir oblicuamente, que es también el arte de la mirada estrábica. En la obra de Di Tella el archivo privado no puede, en última instancia, dejar de hablar de lo social. Y es allí en donde el nuevo documental se vuelve intensamente atractivo para otro público, porque sabíamos del rastreo que Andrés había hecho del personaje de Ramachandra, el heredero de Ricardo de Güiraldes, con lo cual el mundo excéntrico de la India entraba al centro mismo de la cultura nacional argentina.

4) Las lecciones de edición

Debemos confesar que las conversaciones con Di Tella fueron una gran lección desde la mesa de edición. La misma entrevista se convirtió para nosotros, los editores, en el lugar exquisito para pensar, desde la forma misma de la entrevista y nuestra manipulación del texto, en los problemas del trabajo en un documental. ¿Hasta que punto nuestra Conversación es verdadera? Viniendo del mundo de la literatura, el ejercicio nos devolvía a los viejos debates sobre lo verosímil. El trabajo con Andrés (y sobre Andrés) nos permitió desarrollar la técnica para convertir una conversación con ensalada de pulpo en mayo del 2005 en un texto medianamente coherente. Pero, además, nos permitió explotar el propio peso narrativo de la entrevista e inventarlo hasta que su lectura, en sí misma, constituya una suerte de documental. Quizá no hace falta revelar que la forma final de la entrevista aspiraba a reproducir los mismos artificios de la poética del documental de Andrés y de cierta novela contemporánea, en donde la crítica y la ficción se entienden y desentienden, y se van tejiendo juntos.

5) El mundo del Barroco

La televisión y yo y el work in progress del nuevo film me hicieron pensar en la constitución de los primeros museos, en los delirantes gabinetes de curiosidades que los sabios criollos o españoles levantaban en las ciudades letradas de ambos lados del Atlántico. La televisión y yo retomaba viejos tópicos literarios del arte barroco, y allí conectaba maravillosamente con mi propio trabajo: el hombre enfrentando su calavera, la alegoría de la vanidad de todo acto humano repitiéndose esta vez con la mirada de la cámara digital que repasaba las ruinas de los viejos artefactos de video en los galpones de una utopía mediática perdida.

6) El archivo y el título

Finalmente, recuerdo que durante el proceso de concepción y edición del libro llegamos a constatar que “el problema” que articulaba los diferentes filmes de Di Tella residía en una particular idea de archivo, con lo cual encontramos un punto de anclaje que nos permitía articular todo el proyecto e intervenir, desde allí, como editores. En otras palabras, el documental en primera persona, además de plantear problemas de contenido y de forma supone una reconceptualización profunda del archivo, donde los objetos más banales y personales pueden elevarse a grandes documentos de época sin dejar de ser pequeños pedazos de una historia cotidiana, como puede verse, por ejemplo en el reciente film de Liev Schreiber, Everything is Illuminated, donde se narra la historia de un coleccionista compulsivo que parece buscar detener el flujo del tiempo atrapando momentos en objetos cotidianos. La voluntad de atrapar o detener el flujo en la materia quizá nos ayude también a imaginar una lectura para el título de la película: Fotografías. Claro, no la hemos visto. Pero Fotografías persigue al fantasma intentando estabilizarlo, hacerlo parte del archivo en la imagen detenida que cogemos con la mano. La Fotografía tiene materia, tiene papel, tiene cuerpo. Es memoria con cuerpo; en cambio, el film fluye sobre nosotros en imágenes en constante movimiento.

7) Di Tella escritor

Cuando decidíamos la información para la contratapa (la contracarátula se diría en mis pagos), yo casi insistí en que presentáramos a Di Tella como “cineasta y escritor”. Después de este libro, creo que no tengo duda alguna de que Andrés debe ser también conocido como narrador y ensayista. Los textos que hemos incluido en el libro tienen todos gran peso y valor en sí mismos. No son en absoluto ejercicios subsidiarios o textos ancilares. Andrés tiene una enorme capacidad verbal y un ingenio muy suyo nutrido de su constante entrar y salir en varias lenguas. Pero sobre todo una prosa justa, nada presuntuosa, pero de gran caladura. Sus textos me hacen pensar en que estamos frente a un escritor que hace películas.

Borrador para la presentación en Buenos Aires
Paul Firbas (agosto del 2006)

Conversación en Princeton. Andrés Di Tella: cine documental y archivo personal.
Buenos Aires: Siglo XXI, Iberoamericana, 2006. 
Eds. Paul Fibras y Pedro Meira Monteiro. 
Buenos Aires, Malba, 18 de agosto del 2006.

Fotos: En lo alto: Andrés Di Tella, Pedro Meira Monteiro y Paul Firbas en el MALBA, agosto 2006, durante la presentación del libro. Arriba: Paul Firbas descansa en las paredes de Palermo.

sábado, 4 de julio de 2009

Performance en la Di Tella

Ayer por la tarde, agitando los fantasmas del Instituto Di Tella justo antes de la suspensión de actividades por la emergencia sanitaria, tuvo lugar en la (como dice mi viejo) "universidad homónima"... ¡una performance! 

Guido Yannito (y cómplice anónimo) pone en acción su "ruta tejida" en el estacionamiento de la universidad.

Jorge Macchi, que dirige el seminario de análisis de obras del Programa de Artistas de la universidad,  observa la evolución de la ruta tejida.

La fotógrafa Rossana Schoijett documenta con sonrisas.
 
Inés Katztenstein, directora del Departamento de Arte de la universidad, y su asistente Verónica Flom, junto a Schoijett.

Guido Yannitto se otorga un merecido autoaplauso.

Más sobre Guido Yanitto.

Más sobre el Programa de Artistas de la UTDT.

jueves, 2 de julio de 2009

Con el cuchillo bajo el poncho 3

"Del Underground a la Cámara de Diputados": Jorge Coscia en Point Blank - Alfabeto del diablo (1972) de Silvestre Byrón (Archivo Filmoteca).

Imagen: sorpresa extraida del archivo de Claudio Caldini.

Con el cuchillo bajo el poncho 2

The smiler with the knife under the cloak

por Julio Cortázar

Justo en mitad de la ensaimada
Se plantó y dijo: Babilonia:
Muy pocos entendieron
que quería decir el Rió de la Plata.
Cuando se dieron cuenta ya era tarde,
quién ataja a este potro que galopa
de Patmos a Gotinga a media rienda.
Se empezó a hablar de víkings
en el café Tortoni,
y eso curó a unos cuantos de Juan Pedro Calou
y enfermó a los más flojos de runa y David Hume.

A todo esto él leía
novelas policiales.

Escribí este poema en 1956 y en la India, of all places. No me acuerdo muy bien de las circunstancias, habíamos estado hablando de Borges con otros argentinos para olvidar por un rato el bombardeo de Suez y un documento de la Unesco sobre la comprensión internacional que nos habían dado a traducir; en algún momento sentí que mi afecto por él, de pronto casi tangible entre sikhs y olor de especias y música de sitar, era como un practical joke que Borges me estuviera haciendo telepáticamente desde su casa de la calle Maipú para poder decir después: "Qué raro, ¿no?, que alguien me tenga cariño desde un sitio tan inverosímil cono Nueva Delhi, ¿no?" Y la hoja de papel calzó en la máquina y yo me acordé de unas clases de literatura inglesa allá por la calle Charcas, en la que él nos había mostrado como el verso de Geoffrey Chaucer era exactamente la metáfora criolla de "venirse con el cuchillo abajo'el poncho", y me ganó una ternura idiota que ahogué con jugo de mango y el poema que nunca le mandé a Borges, primero porque yo a Borges solamente lo he visto dos o tres veces en la vida, y después porque para mandar poemas la vida me cortó el chorro allá por los años treinta y ocho.
Nunca quise darlo a conocer aunque estuve cerca cuando la reviste L'Herne me pidió una colaboración para el número dedicado a Borges, pero sospeché que los borgianos profesionales vería una irónica falta de respeto en esa liviana síntesis del mucho bien que nos ha hecho su obra. Casi fue una lástima porque cuando salió el número era tan enorme que parecía un elefante, con lo cual hubiera resultado el vehículo perfecto para mi poema indio; de todas maneras hoy lo mezclo en esta baraja y a lo mejor, Borges, alguien se lo lee en Buenos Aires y usted se sonríe, lo guarda un segundo en su memoria que conoce mejores ocupaciones, y a mí eso me basta desde lejos y desde siempre.
-Julio Cortázar. La vuelta al día en ochenta mundos, México, Siglo Veintiuno Editores, 1984.

Con el cuchillo bajo el poncho


—... decime, Borges, vos, ¿qué podés saber de malevos?
Me miró con una suerte de santo horror.
—Me he documentado —le contesté.

Jorge Luis Borges, fragmento de Juan Muraña.

Imagen: dibujo de un compadrito hecho por Borges.