domingo, 29 de noviembre de 2009

cuadernos



por Guillermo Ueno

Hace unos meses recibí la revista Les Cahiers Purple donde publicaron un trabajo que me propuso Elein Fleiss, su editora. Desde 2003 colaboro en los distintos formatos Purple pero esta es la primera vez que me siento expuesto, tal vez por eso no les dije a quienes elegí entrevistar que la revista ya estaba en circulación, por verguenza seguramente, escribo sobre gente cercana y admirada y quizás me sienta un poco adulón y torpe. El fin de semana Andrés me muestra la revista que consiguió en su viaje a Londres, leo en el blog de Cecilia un comentario al respecto, Paco la vio en el PS1, entonces me decido a publicar mis biografías en castellano, la traducción al inglés quedó un poco malherida. Debe tener en cuenta el lector que las historias están contadas para un público que desconoce absolutamente lo que sucede en estas hermosas playas, por eso cierto aire didáctico simulando a la Enciclopedia Salvat.






Florencia Molina y Vedia

Horacio me presentó al fotógrafo Carlos Caputto en 1992, me dijo que podía interesarme lo que hacía, yo comenzaba a estudiar fotografía luego de abandonar Comunicación Social. Carlos me invitó a su cumpleaños casi sin conocerme, al llegar a su casa me atiende una mujer que no conocía, ella tampoco, escucho que le preguntan quién vino y responde por lo bajo, no se, un chino. Este fue el primer encuentro con Florencia, en el cumpleaños de gente grande como le dije a un amigo, tienen como 40, sospecho que me voy a aburrir. Entendí por primera vez cómo era el mundo en el cual estaba entrando, gente cantando en el jardín, jovenes bailando otra música, niños corriendo, fue el primer encuentro con artistas, yo venía de otro lado.
Al poco tiempo falleció Carlos y la relación con Florencia se intensificó, ir de visita a su casa era y sigue siendo de los momentos más felices, estrictamente hablando, si se considera artista a alguien que tiene una obra visible, Florencia no lo es, pero si como yo prefiero, artista es quien irradia una energía que transforma lo que rodea sí lo es y de los mejores, uno llega a su casa y se relaja, hay otro clima.

Me gusta ir a su casa y escuchar, a ella y Juan, su hermano contar historias familiares, sospechan que una tía fue amante de Unamuno, Don Julio su abuelo intentó organizar la primer comunidad anarquista con el escritor Macedonio Fernández en una isla del Tigre hacia 1900, años de exilio en Londres y Milan, haber conocido los comienzos del rock argentino y haber hecho Psicoanálisis experimental con LSD, inventarse otra forma de vida, sobretodo con un humor muy elegante. Cada tanto, en alguna de sus cenas de lentejas, locro, empanadas y vino, viene de visita Celia Guevara, la hermana del Guevara más famoso, arquitecta brillante quien una vez al consultarle algo sobre Niemayer me contestó, Ah, ese sólo construye para los ricos.



Alberto Goldenstein

Con Ana y un grupo de amigos nos reuníamos los domingo en su casa de san telmo a ver fotografías y charlar, estábamos comenzando a intentar vivir de lo que nos gusta, a dejar de trabajar en oficinas o restaurantes, un día lo compartimos con una chica que era Sicóloga y Astróloga quien miraba en silencio las fotos de cada uno y al finalizar nos dijo uno a uno nuestro signo del zodíaco. En estas reuniones conocí a Alberto Goldenstein, fotógrafo ya reconocido, en ese momento estaba comenzando a organizar la Fotogalería del Centro Cultural Ricardo Rojas, el espacio más libre de la fotografía argentina, fue él quién comenzó a despojar de su pesadez y aburrimiento comunicativo a la fotografia, muy criticado y atacado durante esos años pudo mantenerse e inventar su público, entre ellos yo que creo haber aceptado el traspaso de algo, de una forma de pararme en el mundo tal vez. Sus último 3 trabajos, entre 1994 y 2009 forman uno de los cuerpos artísticos más importantes de Argentina.
Siempre es extraña y traumática nuestra relación con el afuera, con la cultura de otros países, uno entiende el arte solo con artistas de Europa, Estados Unidos, Japón, con famosos de los centros económicos, yo prefiero mezclarlos, quitarles la jerarquía de la Historia que no es más que una historia, entonces los nombro a August Sander, Jacques Lartigue, Robert Frank, Saul Leitter, Lee Friedlander, Alberto Goldenstein, Nan Goldin, etc.



Claudio Caldini

Leí por primera vez sobre Claudio, en realidad un texto de Cluadio en la revista Mutantia, publicación a cargo de Miguel Grimberg, de las pocas cosas, tal vez por su hermetismo, que podía publicarse durante la dictadura (1976.1983), escribían sobre comunidades experimentales, energías alternativas, agricultura sin químicos, entre otras virtudes Grimberg tenía, tiene el halo de haber pertenecido al joven grupo de amigos de Witold Gombrowicz y el primero en publicar parte de su diario. Claudio escribía sobre Werner Neckes, leí varias veces el artículo sin entender, sin embargo memoricé su nombre, se lo mencionaba como el pionero del cine experimental y en ese momento, a esa edad mia, todo lo que llevase el rótulo experimental me fascinaba. Varios años después en casa de Reynaldo Jiménez, antes de un viaje a la India me cuenta que fue a visitar a una persona que había estado varias veces en ese país y que le mostró unas películas muy raras en super 8, eran de Claudio.

El año pasado, tras un tiempo de rastrearlo, pude conocerlo, creo que fue uno de los encuentros más felices, nos vimos jueves por medio durante 4 o 5 meses, vimos varias de sus películas en super 8 y charlamos, me enteré de sus viajes a India, su estudio de música en Auroville, comunidad utópica cerca de Pondicherry, en el sudeste de la India, fue fundada en el año 1968, por una mujer francesa, Mirra Alfassa, que había sido la compañera del gurú Sri Aurobindo, muerto en 1950 y de la intensidad de una experiencia que lo sobrepasó, defensor del film ante lo digital es un artista sin apuro, músico también aunque él no se considere tal. Hacia el fin del año pasado fuimos a visitarlo a su casa en General Rodriguez, unos 50km de la Capital, ahí entendí porqué tardé tanto tiempo en encontrarlo, la casa está entre muchos árboles y plantas, tiene su pequeño vivero, recibimos de regalo un Alcanfor, comimos sus duraznos en almibar y dulce de ciruelas, respiramos un aire más liviano que sospecho es lo que inspira sus películas, de ellas no sabría qué decir, solo que muchos más deberían verlas, lejos de ser terapéuticas, hacen muy bien. Ver es resplandecer lei una vez, es lo que Caldini logra.



Andrés Di Tella

A Andrés Di Tella le agradecemos uno de los gestos más inteligentes y amables de los últimos años, la creación y programación del Festival de cine independiente de Buenos Aires, apartir del cual tuvimos la posibilidad de conocer infinidad de autores desconocidos hasta entonces. Por casualidad, hace unos meses entró Andrés a Canasta, pequeño espacio que tenemos con amigos, lo conocía por una entrevista en la televisión, nunca había visto sus películas a pesar de ser uno de los directores de documentales más conocidos. Lo cite el viernes pasado para que me cuente algo de su familia, la familia Di Tella es conocida por diferentes razones, todas muy potentes.

Su abuelo, inmigrante italiano de principios del siglo XX formó la empresa más importante del país hacia 1940, la fabricación del primer automóvil nacional es de su autoría, momento de gran industralización del país. Comenzando los años 60, su padre Torcuato y su tío Guido formaron el Instituto Di Tella, centro de experimentación artística, tal vez el único intento serio de arte en Argentina. Tiempo después, ya en los años 90, su tío Guido fue Canciller de uno de los gobiernos más crueles de la historia (1989.1999).

A poco tiempo de conocerlo vi 2 de sus películas, Fotografías, una suerte de autobiografía, creo que todo su trabajo lo es, me emocionó particularmente, su historia a partir de una fotografía de su madre nacida en la India, llegada a Buenos Aires transfromandose en una referente de los jovenes de los 60, siempre las historias de inmigraciones lejanas me conmueven. También filmó la primer reflexión sobre la guerrilla argentina a comienzos de los años 90 justo en el momento en que el gobierno dio la amnistía a los militares que asesinaron miles de personas durante 1976.1983.

Desde entonces, con diferentes medios, solemos escribirnos en los blogs o cruzarnos en Canasta o en reuniones con Claudio Caldini, descubrí a una persona sumamente particular, educado en Oxford dicta clases en Princeton sin alardear, actividad favorita entre los intelectuales y artistas argentinos. Una vez leí de alguien que dijo que tenía esa capacidad, talento diría yo, de ser anfitrión hasta cuando es invitado, la misma sensibilidad para contar historias nada fáciles ocultando el esfuerzo, con una elegancia hoy en día olvidada.




Fernanda Laguna

En 1999 Fernanda comenzó uno de los proyectos más interesantes e influyentes de la cultura argentina, junto con su amiga Cecilia decidieron convertir un vieja farmacia en un centro de arte basado en la poesía, artes visuales, música, performances, fiestas con una mezcla de personajes que en ese momento no sabíamos, estaba por desaparecer. Espacio frívolo para algunos, feo, de poca calidad, muy gay para otros, lograron juntar a los artistas más diversos y hacerlos convivir, algo impensado antes y después de Belleza y Felicidad, el nombre con que decidieron bautizar al proyecto estando de vacaciones en las playas de Salvador de Bahía, Brasil.

Mezcla de activista política, poeta, pintora, cantante, performer, artista inclasificable, ese borde que tanto me interesa de no saber si es brillante o muy tonto, curadora a favor de los artistas, nunca vi a una persona pelear tanto por defender la libertad de quienes la rodeaban, en el MAC de Niteroi, Brasil, en el Consulado argentino en NY, en museos y galerías argentinas, nunca le importó perder ciertos privilegios, logrados con esfuerzo, por sostener una idea.

En 2007, cuando ByF ya se había transformado en una galería importante dentro del circuito y muchos artistas ya vendían su trabajo, Fernanda decidió cambiar de rumbo y dedicarse a su hijo Ramón, a proyectos donde no circulase dinero, a hacer cualquier cosa que le de placer, ese año tuvimo la suerte de compartir con ella el espacio armando Tosto, con ella aprendimos sobre la belleza, la felicidad, la libertad en tiempos adversos, cuando el impuesto a estos valores es cada vez más alto.



Carolina Pellejero

Siempre que hablo de Carolina, hablo bastante de ella en Buenos Aires, pareciera que me refiero a pesonas diferentes, cuando digo que es una militante política que trabaja en un barrio de inmigrantes bolivianos en un pueblo de 5000 habitantes justo donde comienza la Patagonia, que su trabajo mezcla problemas de violencia doméstica, trastornos alimenticios alimenticios, peleas para que las maestras trabajen con más entusiasmo, para que se deje de discriminar a los bolivianos hablo de la misma persona que de la nada armó el proyecto del vagón hermoso, vagón de tren abandonado y reciclado en medio de la pampa donde desarrolla talleres de poesía, bordado, proyecta cine, organiza conciertos de Alan Courtis y se presenta como una de las anfitrionas más atentas y amables. Lo que más me extrañó al conocerla fue su poesía, escucharla leer es ver el paisaje donde vive y trabaja, su militancia se mezcla con una delicadísima sutileza, entonces su militancia política es también de la palabra y de la palabra que convoca, el valor de ésta se emparenta con la vieja frase Te doy mi palabra, o directamente cuando se dice o decía Palabra, como sinónimo de Verdad, valor de la poesía como transmición de una experiencia poderosa. Algo gracioso que nos ocurre, solemos vernos 2 o 3 veces por año, es hablar del Peronismo, de Evita, ninguno de nosotros es Peronista pero entre bromas hablamos de Eva y hablamos de Evo, cambiamos Adan y Eva , cambiamos Perón y Eva por Eva y Evo, así, pensamos que las cosas estarían un poco mejor, Bolivia está muy cerca de Mayor Buratovich, su pueblo natal.



Luciana Delfabro

Desde siempre, tuvimos con Lola un interés especial sobre los libros para niños, centrando nuesrro gusto en los libros japoneses y algunos libros de la antigua Europa Oriental, cuando veiamos libros argentinos el enojo era muy grande, a pesar que algunos amigos estaban trabajando en el medio, la presión de las editoriales por hacer libros rápidos y vendibles no dejaba desarrollar proyectos interesantes. Hace unos tres años junto a Luciana Delfabro, Lola (mi esposa) realizó una serie de manuales didácticos sobre alimentación, agricultura orgánica y economía social logrando un equilibrio muy interesante entre trabajo artístico y mensaje social. Dentro de la llamada economía social, sistema basado en cooperativas y pequeños emprendimientos sustentables aparecía un punto importante, la Educación popular, algo parecido a la escuela que plantea Alain Tanner en la película Jonas tendrá 25 años en el año 2000.

Basada en esta experiencia, a principios de 2008 luciana decició invertir sus ahorros y crear una pequeña editorial de libros para niños cuidando al extremo la calidad de los textos y dibujos. Tras largos meses de investigación descubrió que muchos escritores argentinos tenían textos inéditos destinados a niños, el caso más curioso fue el de Oesterheld, famoso escritor de El Eternauta, comic de culto por el cual sufrió el secuestro y desaparición durante la dictadura de 1976. Luego de conseguir los derechos, en muchos casos cedidos como apoyo al proyecto, se rodeó de los mejores artistas visuales y con una política de trabajo impensable en Argentina, respeto de contratos, pago adelantado a los artistas, libertdad absoluta y apoyo constante a éstos, cuidado en la elección del papel e impresión, precios accesibles y sobre todo independencia de los centros de poder cultural.

Conversar con ella es una de mis actividades favoritas, hace un tiempo me dijo: como antes nos sentamos en la convicción de que nosotros como generación intermedia queríamos reponer a los chicos esas experiencias literarias (mayoritariamente barridas por la última dictadura), ahora decidimos apostar por el camino de la formación de lectores. El mayor objetivo siempre es que, en medio de la hostilidad en la que viven los chicos y que vivimos todos haya remanso y una experiencia ligada a la felicidad.



Lola Goldstein

Cuando Elein me preguntó si quería escribir sobre y fotografiar a mis 8 personas favoritas en quien primero pensé fue en Lola, dos cosas me llevaron a demorar el texto, la principal es que no se muy bien qué escribir, es la persona con quien elegimos estar juntos, pasarla bien y pasarla mal, más allá del amor me sigue mostrando que es la artista más distraidamente lúcida.
La otra razón es que esperaba el nacimiento de nustra primer hija, Rosa se llama y nació el mismo día que su abuelo, emparentar el nacimiento con una forma artística es algo que no voy a hacer, sin embargo hay una energía que se mezcla entre nosotros y transforma el lugar común en el espacio que inventamos día a día, entonces pienso en las pequeñas biografías que me inventé, no recuerdo si todas son ciertas aunque el deseo las confirme, y noto que se iluminan con el origen de la luz, el dar a luz una vida resplandeciente, plateada, argentina a fin de cuentas.

fuente: Tosto

martes, 24 de noviembre de 2009

Diario de Londres 4

The Missing Voice es un extraño paseo por las calles laberínticas de Spitalfields, en el East End de Londres, viejo barrio de sucesivas inmigraciones, huguenotes en el siglo XIX, judíos en el XX, bengalíes en el XXI. Inevitable recordar lo que vio Borges en el Aleph de la calle Garay: Vi un laberinto roto (era Londres). Se trata de un caminata creada por Janet Cardiff: en la Whitechapel Gallery, te prestan un ipod y vas siguiendo pasos y las instrucciones de una voz femenina: doblá a la derecha en Gunthorpe Street. También se escuchan observaciones de alguien que hizo ese mismo camino pero en otro momento: Un hombre acaba de entrar por la puerta lateral del pub. Y a la vez, se mezclan los pasos y las voces de las personas que uno se cruza en el camino y las que fueron grabadas en otro momento. La sensación es bastante inquietante: la voz que te guía por el presente es, al mismo tiempo, un registro de una caminata en el pasado. A veces te das vuelta porque alguien parece estar siguiéndote, pero no hay nadie. De pronto, por la calle te cruzás con una mujer totalmente cubierta por su chador y te preguntás si no será parte de la historia. A veces, las cosas coinciden. A todo esto, la voz te va tirando fragmentos de un relato que hay que recomponer, la historia de una desaparición, porque también se oye la voz de un hombre -¿un policía?- tratando de rastrear los pasos de una mujer desaparecida. Se habla de una mujer que fue vista por esas callejuelas y de otra -¿pero es otra?- cuyo cadaver apareció en el rió Támesis, a pocas cuadras de allí. Y todo cierra si uno piensa que está recorriendo las mismas calles por donde caminaba Jack el Destripador.

El final del recorrido, Liverpool Street Station. "Ella está subiendo al tren. El va corriendo por el andén. Justo cuando arranca el tren, ella ve la cara de él a través de la ventana y trata de no ser vista. A medida que el tren se aleja, se vuelve a asomar. Ve cómo el hombre queda atrás, en el andén. Bueno. Me tengo que ir ahora. Me hubiera gustado acompañarte de vuelta a la biblioteca, pero ya no hay tiempo. Por favor devolvé el ipod en cuanto puedas. Adiós". A la vuelta, sin la voz de Janet que nos guiara, en algún lugar entre Brick Lane y Commercial Street, nos perdimos. Pero, a su manera, la voz nos siguió.

Momento maradoniano del trayecto.

Born in 63... Fito en la cafetería de la Whitechapel Gallery.

Personaje misterioso en el subte: ¿qué estará escribiendo? ¿Será parte de la puesta en escena de Janet Cardiff, que sigue jugando en la cabeza aunque uno se haya quitado los auriculares?

lunes, 23 de noviembre de 2009

Diario de Londres 3

Belgrave Square by night.

Ceci en la mesa de "mujeres escritoras" del Latin American Book Festival de Foyles. Habló de su voz grave (idea genial). Y con su voz grave, en inglés, cautivó a la audiencia (y al fotógrafo).

Powerpoint de la ponencia de Elvira Sánchez, profesora de la Universidad de Michigan: ¿La literatura tiene sexo?

El público de Foyles. Lleno total durante todo el festival. En otra mesa, Cecilia habló de su novela Natural Selection, recién publicada en Londres. La presentó nuestra querida amiga Marcela Mora y Araujo, periodista de The Guardian y blogger de culto.

Marcela contó que estuvo a un metro y medio de Maradona cuando gritó, por primera vez, al borde de la cancha, "que la sigan chupando". Después, tuvo que darse maña para traducir los conceptos del DT argentino para el público inglés.

El afiche del festival. A mí me tocó una mesa sobre cine y literatura. Hablé de "Borges y yo", acaso previsiblemente (entonar con voz de Borges).

Dopo Foyles, otra vez el Bar Italia. Aqui, con Cecilia Sosa, periodista argentina becada en Londres.

El Wagamama de Bloomsbury a las once de la noche (en Londres, es como si fuera de madrugada). Cuando vivíamos en Londres, hace más de 10 años, era un reducto casi secreto. Hoy es una cadena, hasta tiene sucursal en el aeropuerto de Heathrow.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Diario de Londres 2

En la Tate Modern nos encontramos con nuestra amiga Lily, que vive en Nueva York hace veinte años y que vino a Londres especialmente para ver la presentación de Cecilia. Coincidimos con Ceci que tiene algo de "mi amiga" Isabelle Huppert (ver Diario de Lima). Eso que acá, en la foto tomada en el instante del encuentro, está recién llegada del aeropuerto, sin dormir.

Al entrar al imponente Turbine Hall fue imposible evitar la obra de Miroslav Balka, How It Is. Se accede por una rampa a un gigantesco container industrial, en una penumbra inquietante que se transforma, al ingresar, en una virtual oscuridad total, donde apenas se percibe la presencia de los otros visitantes. Miedo primitivo a la oscuridad o reminiscencias del terror... De hecho, nuestra amiga Lily, neoyorquina aguerrida que es, se cagó en las patas y no se animó a entrar.

Después de How It Is, toda la exposición Pop Life: Art in A Material World -una puesta extraodinaria, como casi siempre en la Tate- inspira terror. El lema de la muestra es una frase de Warhol (y van): "Good business is the best art". Y los curadores se atrevieron a mostrar el "peor" Warhol, del que la crítica hoy habla muy poco. Warhol el trepador, el que hacía retratos del que sea, al mejor postor (asi es como Amalita Fortabat se hizo de su propio Warhol, por ejemplo). La curaduría define la revista Interview como su "in-house social climbing vehicle". Igual, no deja de ser el mismo Warhol de siempre, el mismo inventor de siempre, precursor de tantas cosas. Para bien o para mal.

También presente en la Tate, la última encarnación de los animal spirits de Warhol: Damian Hirst. Hirst dió una vuelta de tuerca al mercado del arte al rematar él mismo 223 obras nuevas, en septiembre del año pasado, en increíble coincidencia con el colapso de Lehman Brothers. En la Tate presenta una obra que llamó mucho la atención: en la pared, dos obras gemelas, con la presencia de varias parejas de gemelos idénticos, sentadas delante. Le pregunté a una de las chicas: Are you part of the work? Me sonrieron las dos y, al mismo tiempo, dijeron Yes. Y se rieron de la coincidencia. Muy inglesitas, sin embargo parecían japonesas.

Takashi Murakami, el Warhol japonés. Infaltable.

La pieza que más me impresionó, sin embargo, fue la de Andrea Fraser, una joven artista inglesa cuyo trabajo desconocía. Fraser le pidió a su galerista que ubicara un coleccionista dispuesto a comprar un video donde el mismo coleccionista quedaría registrado teniendo sexo con la artista, en la habitación de un motel. El resultado es un tape de casi una hora de duración en el que vemos exactamente eso, de principio a fin. No me quedé delante del monitor una hora entera para comprobarlo, pero antes de irme volví a pasar a ver en qué estaban. Y sí (ver foto). Lily lo odió, pero a mí me pareció muy fuerte. "Todo mi trabajo habla de lo que queremos del arte: lo que quieren los coleccionistas, lo que quieren los artistas de los coleccionistas, lo que quiere el público de los museos... no sólo económicamente, sino también en términos más personales, psicológicos y emocionales". Lo que se dice encarnar una idea.


jueves, 19 de noviembre de 2009

Diario de Londres

Der Himmel über London.

La Residencia, home away from home. Mi viejo me contaba que, cuando vivíamos en Londres en los 70, siempre que pasaba por ahí -como si se tratara de un fantasma o del alma en pena de la argentinidad- sentía el olor (insólito en Londres) a bife de chorizo.

La escalerita de la Residencia. De noche nos turnábamos para ir a hacer té. En la penumbra, casi podías oír la música de Bernard Hermann ní ní ní ní ní...

Vecinos. Aqui vivieron... los protagonistas de Portrait of a Mariage, el libro de Nigel Nicolson de 1973, que construye una extraordinaria novela familiar a partir de los diarios, cartas y escritos autobiográficos de sus padres, Harold Nicolson y Vita Sackville-West (la Orlando de Virginia Woolf). No lo tuve en cuenta en su momento, pero sospecho que su lectura lejana fue uno de los referentes más antiguos de mis propias Fotografías.


Ceci advirtió que muchos pubs, antiguamente reductos oscuros donde esconderse para olvidar y ser olvidado, ahora ostentan amplios ventanales y mucha madera blanca. De fumar, ni hablar. Por el momento, todavía se puede beber. El universo decadente y glamoroso de las smoke-filled rooms de Maclaren Ross, Iain Sinclair y cía desaparece. Things Change.


Ceci se aventuró a las profundidades fóbicas del subte.

Nuestro mítico Bar Italia de Soho -uno de los primeros 24-horas de Londres, donde altri tempi solíamos recalar- sobrevive intacto. En este caso, no se ha cumplido (aún) la profecía de Iain Sinclair: Once a place is noticed, it is doomed.

La prueba de la supervivencia: dos inglesitas bailan y se hacen mimos, al son de Billie Jean de Maicol y Can't Help Falling In Love de Elvis, en el fondo del minúsculo bar, mientras un servidor toma un discreto espresso macchiatto.

Foyles, una de las grandes librerías del mundo, donde -entre otras cosas- Ceci presentó Natural Selection.

martes, 10 de noviembre de 2009

El último profanador


Por Alan Pauls

Hace unas semanas la Universidad Nacional de Colombia homenajeó a Fernando Vallejo concediéndole un doctorado honoris causa. Aspero ex alumno de la casa, el escritor se mantuvo fiel a su costumbre y aprovechó la pompa y la muchedumbre convocadas por la ceremonia para lanzar otra de las molotov con que revitaliza regularmente la relación que mantiene con su patria. “Un Papa colombiano es lo que falta”, recetó desde el púlpito. Carcajadas, aplausos. Vallejo –que cuando lee no soporta que lo interrumpan, ni siquiera para festejarlo– se apuró y hundió un poco más su puñal. “Pero ¿quién?”, se preguntó en voz alta. Silencio en el auditorio: saliva, temor y temblor. Y después, con un énfasis serio, crédulo, como de monólogo shakespeareano de kindergarten, él mismo se contestó: “¡Yo!”.

La candidatura no prosperó: el furor anticatólico de Vallejo es célebre, cien veces más célebre que los libros extraordinarios donde suele irrumpir, caprichoso como un latigazo obsceno. Pero dio paso a estrategias más accesibles y sin duda más eficaces: por ejemplo, sobornar al jefe de cónclaves del Vaticano para que voten por un Papa colombiano. Fue un gag, un pequeño exabrupto satírico, uno de esos números de terrorismo anti-patria de los que Vallejo suele jactarse en todo el mundo, pero que nunca ejecuta con tanta fruición –arrebatado por el mismo tenaz sadismo de víctima que Thomas Bernhard sufría y ponía en práctica con Austria– como cuando pisa el suelo de su país, del que se autoexilió hace cerca de treinta años.

Cualquiera puede seguir el discurso de Vallejo on line, aunque me temo que broadcasteada por YouTube su capacidad de perturbación se empobrece. Me tocó verlo en vivo en el Festival Hay de Cartagena, de pie, solito en el escenario abrumado del teatro Heredia, con 750 personas sentadas en el filo de sus butacas y otras 300 afuera, sin tickets, amenazando con tirar abajo las puertas del teatro si no las abrían, y debo decir que fue una experiencia. Habló contra la decadencia de Colombia, contra el Papa, contra la corrupción de la clase política colombiana, contra el narcotráfico, contra el Papa, contra la guerrilla, contra los viejos, contra el Papa, contra los Estados Unidos, contra el estado de la lengua en América latina, contra el Papa... Los temas eran apenas la agenda de cualquier sociedad latinoamericana en carne viva. El estilo que los encarnaba, en cambio, era todo.

En vivo, Vallejo no habla, no improvisa, no es un orador. Lee. Más que leer, en realidad, se adhiere con ojos y dientes a las páginas que escribió hasta que las termina, las extenúa, las vacía. La lectura pública es en él una variante de la posesión. Vallejo es lo que lee: un torrente aluvional, arrasador, sin puntos, ni comas, ni separación de párrafos, que vocifera con su voz opaca y el empecinamiento de un demente. Uno de esos diluvios bíblicos con los que a menudo termina sus novelas (La virgen de los sicarios, El desbarrancadero). Jamás mira al público. Ni siquiera parece registrarlo. Blasfema, experta en la imprecación, la injuria y el escarnio, sembrada de digresiones macabras à la Jonathan Swift, autor con el que comparte toda clase de distopías misantrópicas, la palabra de Vallejo es de algún modo como la de Dios –sobre quien escupe, desde luego– pero al revés, en versión subalterna, la versión del que no tiene nada que perder. Delirio de súbdito o de huérfano, es una palabra simple, directa, cruda, repetitiva: como los alegatos de las heroínas de tragedia griega, no tiene destinatario posible y está condenada a resonar, solitaria, entre las cuatro paredes del mundo.

En La desazón suprema, el retrato filmado que le hizo Luis Ospina en 2003, Vallejo aparece relajado y sonriente, de buen humor, como satisfecho, contestando preguntas con sensatez, celebrando un cumpleaños apacible y hasta husmeando con una dosis de enternecida nostalgia la casa familiar que en El desbarrancadero describe como una pesadilla o una tumba. Pero basta que una radio lo haga opinar sobre el político colombiano que propone secuestrar e incinerar la edición entera de La virgen de los sicarios para que el monstruo vomite sus llamaradas de ira.

¿Qué hay de sorprendente en ese contraste? Vallejo siempre ha sido el Increíble Hulk de la cultura latinoamericana. El desaforado que exalta el crimen en ficciones brutales y cultiva el hobby de llamar “hijoeputa” al presidente de Colombia es el mismo moralista de la lengua que debuta en las letras escribiendo una “gramática del lenguaje literario”, Logoi, inmenso archivo de citas, figuras y trucos retóricos excavados de la literatura occidental que recopiló, dice, “para aprender a escribir”, y cuya tesis borgeana establece que ya todo está escrito, que la literatura es ready-made, que la originalidad no existe y por lo tanto cualquiera puede ser escritor. La bestia que aboga por la muerte de los pobres y abomina de la reproducción de la especie es el mismo biólogo que alguna vez redacta un ensayo refutando a Darwin, el amante del reino animal que dona los 100 mil dólares del premio Rómulo Gallegos a la Sociedad Protectora de Animales de Venezuela y el amo derretido de amor que le cepilla los dientes a su perra ante la cámara de Ospina.

No hay dos Vallejo: hay uno, y es ése que desde hace un cuarto de siglo hace todo lo que hace y escribe todo lo que escribe en su propio nombre, diciendo yo, haciendo del yo, a la vez, el altar y el infierno donde se goza de lo que se aborrece: el paraíso de la abyección. Vallejo es lo que alguna vez mereció un nombre elevado y maldito: un profanador. Es decir: un hombre –quizás el último– con un altísimo sentido de lo sagrado.



fotos: foto de archivo de Fernando Vallejo e imágenes tomadas en la iglesia más antigua de Cali, fundada originalmente en 1563.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Diario de Cali (último)


The Parade's Gone By

Querido Andrés:

Me encantaron tus Diarios de Cali. Y me conmovió mucho la carta de la chica que publicaste. Gestos así son los que uno más aprecia cuando uno hace cosas. El público quedó encantado con los invitados y sus filmes.

Yo ya en mi "casa-museo" de Bogotá recuperándome de tanta intensidad, aunque atendiendo algunas cosas pendientes del Festival.

Hace dos días encontré un ladrón en mi casa. Yo estaba en el segundo piso y timbraron. La empleada bajó a abrir y dejó la puerta abierta. En vista de que no subía la empleada, bajé y encontré un hombre un poco viejo merodeando dentro de mi casa buscando qué robar. Le pregunté que él que hacía en mi casa y me dijo que buscaba a un tal Dr. González, odontólogo, y me mostró su boca y sólo tenía un par de dientes. Yo no lo creí y le dije que era un ladrón. Y él me respondió que él era un viejo. Y yo le dije: "Sí, un viejo, pero un viejo ladrón". Entonces saqué valor de no sé dónde, lo agarré del cuello y lo bajé por las escaleras hasta encontrarme a la empleada que la tenía otro ladrón viejo entretenida llenando formularios falsos de una suscripción que supuestamente se me había vencido. Sin soltar del cuello al ladrón viejo #1 le dije al otro: "Usted es el cómplice, no?" Dicho ésto se escabulló como si no conociera al otro. Saqué al viejo a la calle y le dije a la empleada que buscara un policía. Llegó con un teniente con tres policías. Le requisaron los bolsillos y no le encontraron nada, entonces yo llamé aparte al teniente y le dije que lo soltara, que era un viejo, quizá pensando en ese documental mexicano "Los ladrones viejos" (¿lo viste?) que justamente acaba de exhibir en el Festival. End of story.

Never a dull moment in Colombia...

Un fuerte abrazo,
Luis

Luis Ospina
Director Artístico
Festival Internacional de Cine de Cali
www.festivaldecinecali.gov.co


PD Como siga la "inseguridad democrática" de Uribe tendré que recurrir a los buenos oficios de Jackie Chancho para enfrentarme a los ladrones más jóvenes:


'Jackie Chancho', el karateca de la Jiménez que
quiere enseñarle a los bogotanos a defenderse

El reto del peruano Jaime Núñez es que los capitalinos se enfrenten sin miedo a los ladrones.

Acaban de sacar a un flaco al centro del corrillo. Le ordenaron quitarse la camisa, abrirse de piernas y apoyar las manos en el piso. Detrás de él está su 'verdugo': Jaime Núñez, un karateca peruano que lleva 20 días recorriendo plazas, parques y calles del centro de la ciudad para presentar un espectáculo callejero de artes marciales cargado de patadas voladoras, llaves, puñetazos y ejercicios de flexibilidad.

El miércoles pasado, a las 11 de la mañana, EL TIEMPO fue testigo de una presentación en la avenida Jiménez entre calles 9a. y 10a. Este es uno de sus puntos favoritos para trabajar. Es tan popular en la zona, que los vendedores ambulantes y los vigilantes lo apodaron 'Jackie Chancho', por su parecido físico con el popular actor de películas de artes marciales Jackie Chan, "pero en la versión gorda, porque este amigo está pasado de kilos", agrega un vendedor de La Pajarera de la calle 13.

Un vendedor ambulante calienta a la gente antes de que el peruano entre en acción. El improvisado presentador toma en sus manos unos chacos. Los bate como loco. "Público, en pocos minutos vendrá el maestro que les enseñara a defenderse del hampa", promociona el ambulante, mientras algunos curiosos empiezan a hacer un círculo humano. 'Jackie Chancho' se despide de su chaqueta negra de harlista gringo y queda en una camiseta esqueleto que deja ver más de cerca sus 87 kilos y su 1,60 metros de altura. (...)

Además de enseñar artes marciales, Jaime Núñez le da consejos a su público para que mejoren su vida sexual. Reparte unas pastillas hechas a base de uña de gato y que, según él, combaten la eyaculación precoz. "Señor, no te vayas a tomas dos pepas, se te pueden romper los pantalones", le advierte Núñez a un adulto mayor interesado en el producto. Alrededor, todos se ríen y aunque muchos afirman no tener problemas sexuales, no son pocos los que lo buscan, cuando no hay mucha gente alrededor, para comprarle sus pastas dizque mágicas.


sábado, 7 de noviembre de 2009

Castro


Castro de Alejo Moguillansky

Castro es otro producto de la factoría Llinás, al igual que Tekton de Mariano Donoso (también en la competencia argentina del BAFICI 2009) y Todos mienten de Matías Piñeiro (en la competencia internacional). Después del desembarco el año pasado de Historias extraordinarias --que los críticos señalaron como un "nuevo paradigma" del cine argentino-- Llinás, ahora como productor, propone nada menos que tres títulos que vendrían a completar la propuesta de recambio. El nuevo cine argentino estaría agotado y acá está el "nuevo" nuevo cine argentino.

No vi Tekton, que es un documental, pero Todos mienten y Castro tienen algunas cosas en común que podrían llegar a constituir un "sello Llinás". En primer lugar --y en eso se parecen a Historias extraordinarias-- son películas que a simple vista demuestran tener muchísimo trabajo detrás. En el libro publicado por el BAFICI,Cine argentino. Estéticas de la producción, Llinás cuenta algunas de las anécdotas del rodaje de Historias extraordinarias y concluye así: "Como el film mismo, la enumeración de historias que involucra es infinita (...) Tal vez, así lo esperamos, esa sucesión de pequeñas hazañas viva secretamente en el film y lo constituya tanto como sus argumentos y sus imágenes. Ojalá que así sea. Ojalá que sea cierta la idea de que la forma de producir un film queda impresa en cada uno de sus fotogramas, como una vaga música".

Esta "estética del trabajo" se ve en cada plano de Castro, particularmente en las increíbles coreografías --al borde del accidente-- entre la cámara de Moguillansky y los actores que corren y saltan, los autos que arrancan y frenan, en una puesta en escena vibrante, todo en plena calle (las locaciones urbanas de la película, filmada en los barrios porteños de Constitución y Barracas y en las afueras de La Plata, constituyen uno de sus grandes aciertos). Mogillansky, además de haber compaginado Historias extraordinarias y otras películas de la factoría, tiene antecedentes en el teatro, donde codirigió obras con Lola Arias. Y es precisamente esa conexión con el teatro la que aporta, tal vez, la novedad cinematográfica, tanto de Castro como de Todos mienten.

No se trata sólo de la presencia de toda una camada de actores jóvenes del teatro independiente que empieza finalmente a encontrar su lugar en el cine homónimo. Por cierto, hay un registro de actuación --en las antípodas de la sobreactuación que puede llegar a sugerir el adjetivo "teatral"-- que es una marca de estilo de cierto teatro independiente y que aqui se convierte en el tono de la película. Un tono monocorde, rápido y desdramatizado, irónico quizá, alejado del coloquialismo o del mutismo de otro cine argentino (Trapero, Martel, Alonso), cuyo único referente cinematográfico podría ser Silvia Prieto de Martín Rejtman. También se puede discernir en las dos películas --como en tantas obras de este mismo teatro-- una influencia visible de la danza (entre los créditos principales de Castro aparece una coreógrafa, Luciana Acuña).

Pero hay algo más y es el concepto del teatro como juego. Tanto Castro como Todos mienten tienen, ahora me doy cuenta, esa clave. Son un juego. La complicada trama de las dos películas hace que el espectador se debata, tratando de entender de qué se trata, como si fuera un juego de ingenio muy difícil pero que rápidamente se revela como un inmenso macguffin, como una excusa para narrar, no una historia. Y es en ese carácter lúdico, de "juego teatral" sin pretensiones, donde quizás resida el considerable disfrute que proporcionan Castro y Todos mienten (además de la admiración que me provocan, personalmente, como "colega", por su virtuosa realización). También, a lo mejor, su límite.

Probablemente tenga que ver, al final, con las diferencias entre teatro y cine. El teatro tiene siempre algo de ceremonia, de rito, es decir, de juego entre los actores y el público, y los dramaturgos y directores inteligentes son los que saben sacar partido de ese hecho insoslayable. El cine, en cambio, plantea otras reglas. La ceremonia, en todo caso, es otra. Me arriesgaría a decir que hay, fundamentalmente, una apelación a la creencia, a tomar en serio lo que pasa en las películas. El cine nos invita a proyectarnos con todos nuestros sentimientos y contradicciones en los seres imaginarios, hechos de luz y sombra, que pasan por la pantalla. El actor de carne y hueso que struts and frets his hour upon the stage no produce el mismo fenómeno -nunca deja de ser alguien que está ahí, en el escenario- por eso debe apelar al juego y, si el juego es divertido, el espectador aceptará gozoso la invitación. Para creer en algo, ya tenemos al actor ahí delante nuestro. Con todas las enormes virtudes y placeres que encuentro en ambas películas, me quedo pensando que el juego en el cine no funciona del mismo modo. El juego en el cine es quizá, como el juego de los niños, un juego que se toma en serio. Un asunto para seguir meditando, en cualquier caso.

Castro de Alejo Moguillansky ganó el premio a la mejor película de la competencia oficial argentina del BAFICI XI. Sin duda, un premio merecido. Todos mienten de Matías Piñeiro obtuvo una mención especial y fue designada la "mejor película argentina" de la competencia internacional.

MALBA
Avenida Figueroa Alcorta 3415
domingos de noviembre 20.30hs

Publicado originalmente el 4 de abril 2009, en ocasión de la presentación de Castro en la competencia argentina del BAFICI.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Todos mienten


Todos mienten de Matías Piñeiro

Todos mienten empieza con una sucesión vertiginosa de escenas, entre un grupo de chicos y chicas en una quinta, de las que se entiende poco y nada pero que, igualmente, generan bastante intriga. Una chica (Romina Paula, foto), que anda dando vueltas por la quinta con un grabador, leyendo en voz alta un libro de Sarmiento, dice que es tataranieta (o algo así) del prócer y narra una inverosímil novela familiar. Se besa con uno y después con otro, mientras urde un plan incomprensible que incluye a algunos y excluye a otros en una maraña de mentiras: "Todos mienten". Otra chica (María Villar) empieza a contar, en ronda de amigos, una historia muy intrincada, tal vez la misma novela familiar porque tiene que ver con Sarmiento, pero que resulta ser un juego colectivo, donde los que escuchan deben adivinar… no sé qué. ¿Alguna clave oculta? Después, vemos a María desgrabando la “novela” que Romina dictaba al grabador y que uno de los chicos, tal vez enamorado de una de las chicas, quiere leer a toda costa. Mientras tanto, suceden otras cosas… ¿Complicado? Promediando el metraje, en el momento en que ya estamos por abandonar semejante historia, o mejor dicho, en el momento en que la historia empieza a abandonar al espectador, advertimos que aquella escena del comienzo, del juego colectivo, era una clave: todo no era más que un juego. Como todo juego, Todos mienten requiere de la complicidad entre los que juegan, en este caso, entre el que cuenta el cuento y el espectador. Y ahí se juega la apuesta --y el riesgo-- de la película.

Casi todas estas escenas están filmadas en planos-secuencia, donde la acción no se interrumpe por corte sino que distintos personajes entran y salen de cuadro, al tiempo que los desplazamientos de cámara siguen a unos y dejan atrás a otros, en una verdadera coreografía entre la cámara y los personajes, la figura y el fondo, los espacios y los tiempos. Un prodigio de lenguaje cinematográfico y deleite narrativo que, más allá de las dudas que puedan quedar acerca de adónde conduce todo esto, me hizo pensar en aquello que decía Truffaut: “Quiero que las películas que veo expresen o bien la alegría de hacer cine o bien la angustia de hacer cine. No me interesan las películas que no vibran”. Los malabarismos de puesta en escena de Matías Piñeyro, la perfecta cámara de Fernando Lockett (otra vez), incluso su delirio formal e inconsecuencia narrativa, hacen de Todos mienten una película que ciertamente expresa la alegría de hacer cine. Y el ensemble de luminosos actores, en el que se destacan la siempre brillante Romina Paula y María Villar, una revelación, hace el resto para que la película efectivamente vibre.


MALBA
Avenida Figueroa Alcorta 3415
domingos de noviembre 19hs

Publicado originalmente el 1 de abril 2009, en ocasión del estreno de Todos mienten en la comptencia internacional del BAFICI.


miércoles, 4 de noviembre de 2009

Diario de Cali 7 (correspondencia)


Andrés:
¡Uffff! relindo "Fotografías", salí muy feliz ayer de la proyección en Comfandi...
Con lágrimas en los ojos, con otras por salir,
doliéndome la garganta, atragantada de emociones,
caminando de prisa sin saber muy bien por donde iba,
repasando las calles de su vida, La India,
las ausencias, las presencias, su madre, ¡qué linda!,
más embellecida por la nostalgia, por el misterio de su corazón amador,
su brújula, la feliz existencia de Rocco,
así por decir algo,
salí ayer de la sala Comfandi,
después de "Fotografías".

Después le hago llegar más letras, mas felices comentarios,
ahora voy de afán a Univalle
a ver una película de Matías Meyer,
con quien hice el taller "encuentros entre la ficción y la no ficción"
en la sala de Cámara de Comercio de San Antonio muy cerca
de Comfandi y de Proartes.

yo estoy haciendo un proyecto de curaduría "Así narra el fotógrafo"
y quería poner en sus manos materiales "míos" para que interlocuten
y le hagan compañía a los suyos.

Desconozco su hotel o si ya ha regresado a su país.
De todos modos si el aire lo llevó lejos
le pido el gran favor de hacerme llegar su dirección física (de la puerta de su casa)
en Buenos Aires para enviarle varios textos y minidocumentales
sobre el trabajo de mi abuelo como fotógrafo de un pueblo cercano a Cali
y hablarle de la nostalgia de mi padre, -su hijo- quien al conocer poco de su padre
empezó hace 10 años a buscar fotos de mi abuelo.
Anoche llegué a reconstruirle (a mi padre) "Fotografías" en palabras que de tanta emoción viva
salían anárquicas, traicionando el orden de su película.

Lo felicito por su valentía, que lindo Rocco, que lindo todo,
que linda su esposa por su apoyo y complicidad,
me quedó por muchos motivos el bello rostro de Rocco caminando
por la noche y por la ciudad, sus ojos grandes, expresivos, negros de La India,
su infinita inocencia, su buen juicio prematuro, sus dinosaurios.

Andrés, reciba un abrazo entrañable,
extensivo a la mami de Rocco,

-Ana María Castro Roldán


lunes, 2 de noviembre de 2009

Diario de Cali 6

No fui el único en dar un taller en Cali. Jim Finn, excéntrico realizador de mockumentaries conocido por los concurrentes del BAFICI (La trinchera luminosa del Presidente Gonzalo, The Juche Idea), propuso un taller de "cine político". Para ir a los bifes -o para espantar a los psicobolches- empezó con un documental de propaganda comunista de Corea del Norte.

María Cañas, artista andaluza multifacética y ultrasimpática, de espíritu bien punky, trabaja con found footage y descree de la propiedad intelectual y de las otras. Su proyecto Animalario TV merece una visita.

Matías Meyer presentó su ¿documental? Wadley, que describe la trayectoria de un mochilero que se interna en el desierto mexicano en una búsqueda espiritual, a la manera de Castaneda. Un diario mexicano tituló: "El cineasta Matías Meyer invita a comer peyote".

Virginia García del Pino, uno de los artífices de la intensa movida doc de Barcelona, donde dirige junto al crítico Josep María Catalá el Master en Documental Creativo de la Universidad Autónoma de Barcelona. Virginia considera que se están grabando demasiadas imágenes y que no hay por qué agregar más. Propone pensar en vez de filmar. Cambió el título de su taller, sobre "la entrevista en el documental". Nueva denominación/consigna: "¡No encendáis las cámaras!"

Camilo Botero, director de 16 memorias, documental hecho a base de los extraordinarios home movies de un tal Mario Posada, de Medellín, que registró la infancia y adolescencia de sus hijos entre 1945 y 1971 en un impecable kodakrome 16mm: candidato al mejor home movie maker de la historia. Botero participó conmigo del conversatorio "el documental y yo". 16 memorias consiste en un montaje de los materiales filmados por Posada, con intertítulos en una primera persona ficticia que pretende ser la voz de uno de sus hijos. La familia quedó tan impresionada con la veracidad de los textos "ficcionales" que le pidió a Botero que corrija un único "error".

María Isabel Ospina, cineasta colombiana residente en Francia (y sin parentezco con Luis Ospina), también participó de la mesa. Presentó su documental, Y todos van a estar, en el que filmó la diáspora colombiana de estos últimos años a través de su propia familia. "¿Qué ocurre con una familia que se dispersa en cuestión de pocos años sin haber sido preparada para ello? Solos, y habiendo perdido todo, los que se quedan tienen que luchar por sobrevivir en un país en donde la familia es el núcleo de la sociedad. Los que se van intentan, cada uno a su manera, de construirse una vida en el exterior…"

Luis Ospina, en Los turcos, su restaurant favorito de Cali, concurrido en su tiempo por trotskistas y estalinistas y por los vanguardistas de Caliwood (en mesa aparte). Ospina sonríe y tiene por qué hacerlo. Un gran anfitrión y un gran primer festival. Inevitablemente, me trajo reminsicencias del primer BAFICI, que me tocó dirigir (con menos relax colombiano que Luis, por cierto...)