Florencia
Mientras no hacía turismo, tuve oportunidad de ver algunas películas. Entre ellas, una vez más, Una fotos en la ciudad de Sylvia de José Luis Guerín, que ya había visto el día del estreno en Barcelona y que repetí en Princeton. Pero esta vez era en una función con música en vivo, a cargo de un conjunto italiano de... ¿free jazz? No estaba mal la música, pero me parece que los músicos sufrían un poco de horroris vacuis y no dejaron de tocar ni un minuto. De cualquier manera, la película para mí pierde mucho sin el silencio, que es lo que le da intensidad a las imágenes y esa atmósfera como de recogimiento a la proyección, de modo que estar ahí, en la sala oscura, mirando las fotos y los intertítulos que desfilan silenciosamente por la pantalla, se convierte en una experiencia inusual, próxima a la lectura.
Guerín andaba con un libro de arte, "Breve historia de la sombra", que me dio ganas de leer. Y me sorprendió con su conocimiento, o mejor dicho absoluta familiaridad, con el arte del Renacimiento, del que Florencia está plagada. En algún momento, a propósito de las secuencias de su película filmadas --o fotografiadas-- en Florencia, me empezó a hablar de la "mujer pantalla", en referencia al episodio de la Vita Nuova de Dante en que Dante, para disimular su amor por Beatriz, corteja abiertamente a otra dama. Por eso mismo, por ser algo secreto, su amor por Beatriz se vuelve más intenso. Esa otra dama es "la mujer pantalla" y esa, dijo Guerín, es la clave de la película. Por eso tenía que filmar en Florencia. Me recordó el concepto de Freud, de "recuerdo pantalla" (no sé si es el término que se usa en castellano, en inglés sé que se dice screen memory), que Guerín desconocía.
Es que Guerín es casi como un hombre del Renacimiento, o en todo caso de altri tempi, en el sentido de que parece vivir en un lugar muy alejado no sólo de Freud sino de cualquier contemporaneidad. Sus referencias cinematográficas, de las que habla con pasión ni bien alguien parece saber de qué está hablando, son Griffith, Murnau, Dreyer, Flaherty. Pero también Marey y Muybridge. No es casualidad que haya llegado a hacer una película muda. Pero, más que nada, Guerín tiene en la cabeza nombres, como Piero della Francesca, Paolo Uccello, Masaccio, que para mí suenan muy lejanos, como de otra galaxia. Hablar con él me ayudó a entender que es de esa galaxia que vienen sus películas. La mirada sobre la mujer que propone el ciclo de "la ciudad de Sylvia" (la película de ficción llamada En la ciudad de Sylvia, el experimento documental Unas fotos en la ciudad de Sylvia y la instalación Las mujeres que no conocemos) puede efectivamente parecer demasiado estetizante y estereotipada, incluso machista. Pero hablar con Guerín me hizo recuperar el primer impacto que me produjo la visión de Unas fotos... y, a la vez, advertir que la gran originalidad del proyecto tiene que ver, precisamente, con esa pasión de Guerín por los orígenes, por los orígenes del cine y de la fotografía, y por la imagen primigenia de la mujer que se puede apreciar en el arte que él ama. Y entrar en contacto con ese universo, tan lejano, es una experiencia que vale la pena. Y la Florencia medieval, el marco más apropiado imaginable.
Posdata en Buenos Aires: Me acabo de comprar Breve historia de la sombra, de Victor Stoichita, y cuál no es mi sorpresa, después de haber escrito lo anterior, al leer en la contratapa las palabras de Stoichita: "La relación con el origen (la relación con la sombra) marca la historia de la representación occidental. El propósito de estas páginas es seguir el hilo y los hitos de ese recorrido. No debemos extrañarnos del retraso que, en relación con la historia de la luz, caracteriza a la historia de la sombra, su explicación reside seguramente en que en realidad es el estudio de una entidad negativa".
Imágenes: Unas fotos en la ciudad de Sylvia de José Luis Guerín.
1 comentario:
Copio comentarios a esta entrada cuando fue publicada en el blog de La otra:
martha dijo...
Claro Andrés: lo que en inglés es "screen-memory" y en italiano "ricordo di copertura", son los famosos "recuerdos encubridores", que contienen todo lo esencial. Solo es necesario saber dilucidarlos mediante el análisis. Representan los años olvidados de la infancia, del mismo modo que el contenido manifiesto de los sueños representa los pensamientos.
Estoy consultando mi diccionario de psicoanálisis de Laplanche y Pontalis.
Hay que considerarlos como una formación de compromiso, pues equivalen al acto fallido, al síntoma, al lapsus o de un modo más general, al síntoma..
marthe
29 de noviembre de 2008 8:19
Fotografías dijo...
No soy freudista ni experto ni siquiera me psicoanalizo... pero yo entendía que los "recuerdos pantalla" o "screen memories" o "recuerdos encubridores" son justamente los que ESCONDEN los recuerdos más perturbadores, es decir, los que importan. De ahí su denominación en castellano, entonces: "recuerdos encubridores". Por supuesto que, por esa misma razón, pueden ser sometidos al escrutinio que, tal vez, revele lo que "encubren". En ese sentido, funcionarían igual que la "mujer pantalla" de Dante/Guerín.
Pero puedo estar equivocado... Igual, todo el pensamiento de Freud a veces sirve como campo fértil de metáforas para pensar sobre cualquier cosa, no?
Y me gusta, Marthe, que firmes este comentario freudiano, casi lacaniano, en francés!
29 de noviembre de 2008 11:11
liliana dijo...
Arriesgo mi personal interpretación de este díptico: me parece que alude al recorrido metonímico del deseo, a partir de una experiencia de satisfacción invariablemente perdida...e inasible, por definición.
Brillante el texto citado de "La historia de la sombra" (por algo es oscuro el objeto del deseo, no?): sobre esa entidad negativa se asienta toda la luz...
El acierto de Guerin es encontrar, en el lenguaje cinematográfico, los términos estéticos (inolvidables, por cierto) de ese recorrido deseante.
29 de noviembre de 2008 11:28
Martha dijo...
"Ya empezamos con el psicoanálisis", diría D. Torcuato.("Conversación en Princeton", libro atrapante si lo hay).
y sí, lo de Marthe tiene su historia, naturalmente.
Muy bueno lo tuyo, Liliana.
MARTHE
29 de noviembre de 2008 14:40
Fotografías dijo...
Muy sugerente tu comentario, Liliana. me quedo rumiándolo...
Marthe: La frase célebre de mi padre proviene de mi película "Fotografías".
Pero me alegra que te haya atrapado el libro, que ha tenido muy buenos lectores, por cierto.
Por ejemplo:
http://linkillo.blogspot.com/2006/08/libros-recibidos_18.html
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