por Eduardo Milewicz
Llegó a las once de la noche. Asomó con su entrañable sonrisa y con sombrero. La visita de Andrés a nuestra sala me llenó de alegría. Qué pena que los hombres ya no usemos sombrero. Lo presenté como a un director de cine que admiro y en el mismo momento sentí que la presentación era precisa e incompleta. Una retrospectiva de su obra en la filmoteca de Madrid es una excelente noticia. Pero también como titular resulta incompleto. A Andrés lo conoci en Montevideo, en un majestuoso hotel venido a menos. Compartimos habitación y en eso no hay ningún malentendido. Di Tella es, además o por sobre todo, un viajero. Alguien que cultiva el ejercicio de la curiosidad de un modo infatigable. Aún siendo "visitante" termina convirtiéndose en anfitrión. En este viaje no tuvimos ocasión de despedirnos. Y lo celebro, se que cualquier día de estos va a volver a asomar por El Sótano de Márqués de Duero 8, y con la excusa de una nueva visita, me alojará en esa novela que va escribiendo que es de aventura, de viaje, de detalles, de historia y de historias, de encuentros, de superficies y de raíces, de buenas preguntas y de un refinadísimo sentido del humor. Eduardo Milewicz. Madrid.
Llegó a las once de la noche. Asomó con su entrañable sonrisa y con sombrero. La visita de Andrés a nuestra sala me llenó de alegría. Qué pena que los hombres ya no usemos sombrero. Lo presenté como a un director de cine que admiro y en el mismo momento sentí que la presentación era precisa e incompleta. Una retrospectiva de su obra en la filmoteca de Madrid es una excelente noticia. Pero también como titular resulta incompleto. A Andrés lo conoci en Montevideo, en un majestuoso hotel venido a menos. Compartimos habitación y en eso no hay ningún malentendido. Di Tella es, además o por sobre todo, un viajero. Alguien que cultiva el ejercicio de la curiosidad de un modo infatigable. Aún siendo "visitante" termina convirtiéndose en anfitrión. En este viaje no tuvimos ocasión de despedirnos. Y lo celebro, se que cualquier día de estos va a volver a asomar por El Sótano de Márqués de Duero 8, y con la excusa de una nueva visita, me alojará en esa novela que va escribiendo que es de aventura, de viaje, de detalles, de historia y de historias, de encuentros, de superficies y de raíces, de buenas preguntas y de un refinadísimo sentido del humor. Eduardo Milewicz. Madrid.
foto: Eduardo Milewicz en su sótano de la calle Marqués del Duero, Madrid.
6 comentarios:
Vos usarías sombrero si lo necesitaras como yo, Mr Compañía!
Agradezco las bellas palabras.
Y si, mi último día en Madrid fue demasiado extenuante (como consta en estas crónicas, por cierto). Pero, como vos decís, por ahí es mejor no despedirse.
Y ya volveré por Marqués del Duero, no tengas ninguna duda.
Me quedé pensando mucho en todo lo que hablamos y, también, en lo que vi y palpé de tu sotano...
Me siento "tocado", como se decía en la batalla naval, con lo que decís que "aún siendo visitante se convierte en anfitrión". Tocado quiere decir: identificado. Es decir: puede ser una virtud y también una debilidad.
Edu!!! mira donde vengo a encontrarte! siempre es nutritivo el blog de Andrés y esta vez se comprueba que dios los cría y el viento los amontona. Que lindo debe haber sido este encuentro en Madrid, que ganas de estar alli con ustedes. Extraño nuestras charlas de café, tu inteligencia y tu humor, mucho. Beso grande, Machu
re. "tocado"...ayer en el Freire vernissage me pasó algo parecido: chico divino amigo de Sebastián me saluda con "estuve en tu casa después de la Bum Bum Box en Villa Ocampo, buenísima tu fiesta!" Yo: "gracias, pero no era mi casa ni mi fiesta" :)
Supongo que eso habla bien de vos, girlontape.
Aunque a veces también hay que saber ser "visitante"...
Mouján: hubo inteligencia (no demasiada), humor (mucho) y nada de café (creo que eran margaritas...)
Un lindo encuentro, eso sí.
Moujan, mira por donde te reencuentro, con Andrés de anfitrión... ¿Tendré que ir por Buenos Aires o vendrás or Madrid? Aqui va mi beso para vos. Eduardo Milewicz
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