No las conté, pero hay muchas películas argentinas -muchísimas- en esta edición del BAFICI. Luciano Monteagudo, otro viejo lobo de mar de la primera época del festival, con quien compartí mi primera función ayer por la mañana, se tomó el trabajo de contarlas: son 59, sin contar cortometrajes. (Como en aquella frase de
Historia universal de la infamia: "Billy The Kid... debía a la justicia de los hombres veintiuna muertes - sin contar mexicanos". Y para continuar con el paréntesis abierto: por cierto, mañana sábado por la tarde -17.30hs- no hay que perderse el programa 1 de la competencia oficial de cortometrajes, donde se proyectarán excelentes trabajos de mis
alubnos Luna Paiva y Manuel Abrahamovich, más uno del amigo Pablo Mazzolo que también promete). Quedar afuera de esa selección generosa -como se dice "país generoso"- debe ser un hueso duro de roer. Y es lo que le pasó a Nicolás Prividera, director de la notable
M que, tras ganar en Mar del Plata en 2007, fue uno de los pocos títulos nacionales que el festival porteño compartió con el festival playero. Este año, sin embargo,
Tierra de los padres, la nueva película de Prividera, fue rechazada tanto por Mar del Plata como por el BAFICI. Gajes del oficio, se podría decir. Y lo puede decir, en primer lugar, un servidor, quien tiene en su haber una extensa colección de amables mails de rechazo, a veces previsibles, a veces sorprendentes, cuando uno se entera qué películas horribles sí fueron seleccionadas para ciertos festivales.
Take it on the chin como recomiendan los ingleses. Bancatela y seguí adelante. Prividera dice en la carta que le recomendaron "bajar la cabeza" (aunque no es lo mismo) y aceptar "las cosas como son". Pero Prividera no se la bancó y escribió una
carta abierta, seguida por una
segunda carta, denunciando la exclusión de su película y "las cosas como son", exigiendo que los programadores del festival hagan públicos los criterios por los que su película quedó excluida y, en términos generales, cuáles son los criterios de programación. Comparto, con Luciano Monteagudo y muchos otros, la sorpresa -casi diría incredulidad- ante la exclusión de
Tierra de los padres. Al mismo tiempo, aunque también me hago mis propias preguntas acerca de ciertos aspectos de la programación del festival que yo mismo fundé, me resulta imposible compartir la posición de Prividera, por más que pueda identificarme con él en tanto colega cineasta cuyo trabajo respeto mucho. Por cierto,
Tierra de los padres es un proyecto que seguí desde sus comienzos y tenía muchísimas ganas de ver la película terminada en la inmaculada proyección del Abasto (y no "colgada de la red", como sugieren algunos, como si fuera lo mismo). Las reglas de juego de un festival, cualquier festival, son estas: hay una selección, algunos quedan adentro y otros afuera. Y nadie, en ningún lugar, explica nada, más allá de la carta de cortesía que siempre dice lo mismo: "seguí participando". Alguna vez me han mandado una carta "personalizada", de parte del director del festival, pero para mí ha sido casi peor. Del otro lado del mostrador, tanto como programador del BAFICI en su momento, como jurado o integrante de comités, puedo decir que las verdaderas razones para excluir una película o para negar un subsidio son siempre mucho más complejas de lo que puede expresar una "justificación", resultado a veces de largas discusiones, de negociaciones, de consensos o, incluso, de razones que serían dolorosas u ofensivas para el interesado. Es evidente que cada programador, cada jurado, cada integrante de un comité, tiene "criterios". El rol del director de un festival, en este caso Sergio Wolf, es llevar ese conjunto de criterios, siempre disímiles, hacia una idea general de
curaduría, que significa armar un programa diverso, equilibrado, provocativo, estimulante, etc, y no elegir el
top ten o, en este caso, el top fifty o fiftynine... Igualmente, resulta complicado verlo así si tu película quedó, de alguna manera, en el puesto 60 del ranking. Y ahí, en esa cifra desmesurada, generosa, está quizás el problema. Es más digerible quedar afuera de una selección de, digamos, diez películas, o incluso veinte, que de cincuenta y nueve... A propósito, como colofón simpático, recuerdo una anécdota de Ricardo Aronovich, celebrado fotógrafo argentino radicado en París hace cuatro décadas. Aronovich llegó a hacer la dirección de fotografía de películas de algunos de los grandes nombres del cine internacional de los años 70 y 80: Alain Resnais, Costa Gavras, Louis Malle, Ettore Scola, entre otros. Una vuelta, en sus primeros difíciles años parisinos, llegó a salir una nota en el diario, que mencionaba a Aronovich entre "los 10 mejores fotógrafos del cine francés actual". Aronovich, entusiasmado, envió una carta con el recorte a su madre, en Buenos Aires, que nunca creyó que lo de dedicarse al cine fuera una buena idea. Por vuelta de correo, Aronovich recibió la respuesta: "Te felicito, hijo, por haber sido nombrado el
décimo mejor fotógrafo de Francia"...
4 comentarios:
Estimado Andrés:
Te agradezco que te ocupes del tema, ya que tenés una íntima relación con la historia de uno de los festivales en cuestión. Entiendo lo que decís desde ese lugar, y también agradezco tu afecto personal hacia mí y hacia este proyecto, que viste casi nacer. Pero tengo que decir que siento que la palmada en la espalda que muchos me dan no guarda más relación con la cuestión que los agravios que otros prefieren vertir, sin ir igualmente al fondo de la cuestión. Porque este "affaire" va más allá del narcisismo herido de un director, como deja clara no solo mi segunda carta sino el hecho de que el tema llegara a medios como Página o La Nación, que además son absolutamente disímiles ideológicamente. Y es que esa "extrañeza" que vos mismo sentís es compartida por gente de distintos ámbitos e ideas, más allá de la simpatía o antipatía que pueda generarles este director o esta película en particular (que han acumulado muchos rechazos comprensibles como para saber discernir cual es cuando menos "extraño"). Es ese punto ciego entonces el que hay que interrogar aunque -como bien decís- la respuesta sea compleja (o tal vez muy sencilla). Lo claro es que no estamos ante un "misterio" religioso sino a lo humano, demasiado humano. Por suerte todo sistema es perfectible, pero para eso hay que atreverse a preguntar en voz alta estas cuestiones. Me alegro de que muchos lo estén haciendo, en vez de desecharlas como simples y naturalizados "gajes del oficio".
Saludos.
Y yo te agradezco el comentario, Nicolás. Y está buena la discusión que desataste y que ya ganó los pasillos y veredas del Abasto, como debe ser. Vengo de ahí y me consta! Por supuesto no puedo no simpatizar con vos y tu situación. Y no tiene nada que ver con el narcisismo, aunque tampoco nos vamos a hacer los que no tenemos ego y que todo nos resbala. Se trata, simplemente, de defender una obra en la que pusimos todo, corazón y tripas, nada más ni nada menos. Y que alguien decide bochar.. por vaya a saber qué razones. Sin embargo, creo que no hay que reclamar ciertas cosas que pueden parecer muy lógicas -que se expliciten los motivos de cada rechazo- pero que, de llegarse a concretar, sólo resultarían en retórica y burocracia, cuando no en dobles discursos innecesarios y, finalmente, venenosos, en esta llanura del doble discurso (diría Osvaldo Lamborghini). En ese sentido, aunque disienta -y sin hacerme el voltaire- defiendo a muerte el derecho de los programadores a decidir y a equivocarse, sin tener que dar explicaciones por cada decisión. Y, de última, se habrá generado un deseo legítimo de ver tu película -que ya veremos- y, de paso, se habrá abierto la posibilidad, o la necesidad, de discutir una vez más, algunas cosas. Se me ocurre que en tu doble faz de cineasta y ensayista, artista y polemista, no es una consecuencia desdeñable. Por más que, en lo concreto, nos hayamos quedado sin la posibilidad de ver una película como se debe, en el lugar que parecía mandado a hacer para verla.
hola. tal vez a prividera le estén cobrando el hecho de que no haya elegido el bafici como lugar de estreno y que en cambio haya optado por hacerlo en toronto. es entendible para un director preferir toronto a bafici como también lo es para el festival en cuestión privilegiar la idea de estrenos nacionales. sin conocer los hechos, sospecho que pudo haber pasado algo por el estilo. lo que me resulta curioso es por qué prividera no escribió la misma carta cuando fue lo de mar del plata. al fin y al cabo había sido mar del plata el festival que lo "descubrió", en donde incluso recibió si mal no recuerdo un importante premio con lo cual resulta aún más extraña la respuesta de los marplatenses y el silencio del "damnificado". tal vez lo hizo y yo no me enteré. en todo caso y siguiendo la lógica que prividera y su productor exponen en sendas cartas, cabría discutir antes los criterios de selección de mar del plata. ahora, más allá de estas hipótesis, yo entiendo que los criterios curatoriales del bafici se explican por sí solos desde su fundación con ligeras variaciones según cada director y que como tal está librado al arbitrio de cualquier decisión. igual insisto, para mí que hay algo más sencillo, están buscando películas nacionales de estreno.
Andrés:
Desde ya, se trata de defender algo en lo que uno puso muchas cosas. Más si uno es consciente desde el comienzo de dirigirse a un público en especial, y esta película (si bien lograr ser universal era uno de sus desafíos) está dirigida ante todo al espectador argentino. Por eso duele doblemente que te cierren las puertas en tu casa. Y por eso la polémica no la pongo yo, aunque no la rehuyo. Por eso es bueno que la discusión haya ganado los pasillos del Abasto, más allá de mis cartas e incluso del caso en sí.
Pero a veces siento que no está claro el eje aun remarcándolo: desde ya que estaría bien que los programadores puedan hacer lo que se les canta si ese absolutismo tiene algún límite, aunque más no sea en el tiempo. De lo contrario un grupo decide durante años y años sin tener que rendir ninguna cuenta por ello...: es demasiado poder, y eso es malo hasta para el festival (aunque solo fuera porque un "gusto" cerrado y excluyente puede ser comprensible en un crítico pero no en un programador y menos para un festival que debe mostrar de todo, más allá de velar por la calidad).
En ese sentido, no queda claro (por todo lo dicho en las cartas) que "Tierra" quede afuera por meras razones estéticas: de hecho, como se puede ver, en el festival hay (casi) de todo... Entonces no se entiende cual es la vara con que se mide a esta película en particular. Y cuando no solo yo sino muchos se hacen la pregunta en público, queda en evidencia que la situación es por lo menos extraña. Porque da la sensación de que no se trata de que "Tierra" haya sido la película 60 sino que no entraba ni aunque fueran cientas las argentinas. Es como si directamente se la hubiera querido dejar afuera (por algún desconocido argumento ad hominem).
Más allá de esto, espero que pronto se la pueda ver y discutir. Seguramente muchos dirán que no era para tanto (en ningún sentido...)
Saludos.
PD para Rodrigo: la carta habla de ambos festivales. Les ruego que por favor lean (y con atención) antes de opinar. Por otra parte, lo del estreno en Toronto no tiene nada que ver: la exclusividad solo corre en la competencia internacional. Algunas de la argentina se vieron ya en otros lados. Y de las otras decenas también...
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