martes, 9 de agosto de 2011

Claudio Caldini, el hombre cámara

Cine / Estreno de pasado mañana

Claudio Caldini, el hombre cámara

Andrés Di Tella aporta en Hachazos su mirada a la pequeña gran obra del cineasta experimental

Por Claudio Minghetti | LA NACION

Andrés Di Tella rescata a un cineasta de vanguardia que filmaba en Súper 8 hace cuarenta años y todavía tiene el deseo, la energía y la creatividad suficientes como para volver a la carga. Es cierto: es difícil encontrar quien recuerde a Caldini, menos todavía que haya visto su obra. Para los que se emocionaban con la experimentación con cámaras caseras a cartucho de las décadas del 70 y 80, los que vivieron aquellos memorables encuentros de sábado de Uncipar, hasta llegar a las funciones alternativas, donde los que participaban eran verdaderos iniciados, siempre suena su nombre como el de un referente.

En aquellos tiempos, salió a la luz la obra de Claudio Caldini, quien habría de convertirse en un autor emblemático, polémico y todavía hoy transgresor, que espera una revisión. Algo que otro cineasta, el documentalista Andrés Di Tella, emprende con Hachazos, producido por Marcelo Céspedes, que desde el jueves presentará Cine Ojo.

"Un hombre lleva toda su obra, que es toda su vida, dentro de una vieja valijita de cuero comprada en la India, en un tren que va de Moreno a General Rodríguez. Son los originales de sus películas, todas en Súper 8, un formato obsoleto, en vías de extinción, que no permite copias. Esa valija es como el manuscrito de su autobiografía. Se trata de Claudio Caldini, cuidador de una quinta de los suburbios, cineasta secreto", explica el responsable de este trabajo, fundador y primer director del Bafici, autor de Montoneros, una historia; Prohibido, Fotografías y la poco vista El país del diablo, que además, y en coincidencia con el estreno, publica un libro con el mismo título de la propuesta.

"Caldini hace cine solo, sin dinero, sin nadie. Ata la cámara a una soga y la revolea por encima de su cabeza, pinta o perfora el celuloide, monta la cámara encima de una bicicleta, filma sombras, crea animaciones con la luz que entra por una ventana, amplía las posibilidades del cine hasta hacer lo imposible", recuerda Di Tella. "Sobrevivió la dictadura militar encerrado en un jardín. Escapó a la India detrás de una utopía y perdió casi todo, hasta la razón. Fue expulsado de un ashram e internado en un manicomio. De regreso a Buenos Aires, quedó en la calle. Durante una década, tuvo 36 domicilios provisorios y abandonó el cine. En los últimos años, recaló como cuidador de una quinta. Allí vive, humildemente."

En su cine, Di Tella acostumbra a relacionar lo expuesto con su propia vida, y el caso de Hachazosno es una excepción a esa regla no escrita. "Hablar de Caldini es también hablar de mi propia relación con el cine. La primera vez que estuve en una filmación, o algo parecido, fue cuando todavía estaba en la escuela. Se trataba de una performance en la que la artista Marta Minujín, amiga de mi madre, se enterraba viva. Yo tiraba la tierra, Caldini filmaba en Súper 8. No lo volví a ver durante muchos años", explica el documentalista, él también dispuesto a abrir la polémica, una vez más..


1 comentario:

Firbinski dijo...

Celebro el libro. Felicitaciones, maestro!! Me imagino que será un diálogo constante y secreto entre la propia obra y los filmes y vida de Caldini. ¿Habrá también documental? Abrazos grandes,
Paul