martes, 16 de agosto de 2011

Andrés Di Tella: "El contacto con Caldini me transformó"


“Hachazos” rescata la figura de Claudio Caldini, un cineasta experimental que brilló en los 70. El filme se estrena este jueves 11 en el Cine Gaumont y se proyecta todos los domingos de agosto, a las 18, en el Malba.

Por VICTORIA REALE

Por sus sueños, Caldini puso todo en riesgo. Esto es lo que refleja el filme de Di Tella, que repasa de qué manera el realizador experimentó hasta las últimas consecuencias la ruptura que se vivió en los años 70. Caldini escapó a la India detrás de una utopía y perdió casi todo, hasta la razón. Fue expulsado de un Ashram e internado en un manicomio. De regreso a Buenos Aires, quedó en la calle. Durante una década de vida errante, tuvo 36 domicilios provisorios y abandonó el cine. Hasta que en los últimos años, recaló como cuidador de una quinta del conurbano bonaerense. Allí vive, humildemente. Y entre las plantas y el silencio, inmerso en el trabajo manual y la contemplación, volvió a pensar en el cine.

La película también refleja la tensión que existió entre los dos directores durante la filmación. Caldini se niega repetidas veces a ser dirigido, y le dice al director que no actuará para la cámara porque no es una película de ficción. Di Tella, con una sonrisa perseverante, va calando en el corazón solitario del protagonista y logra que se abra no sólo para contar su historia, sino la de una época atravesada por sueños y violencia.

Andrés Di Tella habló con Ñ digital sobre el lanzamiento de su primer libro, “Hachazos”, y sobre el filme del mismo nombre que lo acompaña. “Caldini hace cine solo, sin dinero, sin nadie. Ata la cámara a una soga y la revolea por encima de su cabeza, pinta o perfora el celuloide. Monta la cámara encima de una bicicleta, crea animaciones con la luz que entra por una ventana, amplía las posibilidades del cine hasta hacer lo imposible” cuenta entusiasmado. Y asegura que los dos años que compartió con su protagonista lo marcaron de manera tal, que su próxima película será totalmente diferente.

-¿Qué es lo atrapante de Claudio Caldini?

Caldini siempre fue un personaje mítico para mí. Lo conocí de chico, cuando yo estaba colaborando en una performance de Marta Minujín y Caldini la estaba filmando. Ese fue mi primer acercamiento al cine. Luego me enteré por mi mamá que él había viajado a la India y se había vuelto loco. Hace unos años asistí a su taller de cine experimental. Cuando lo escuché hablar sobre Oskar Fischinger, un cineasta alemán de los años 30, recordé un refrán africano que dice que cuando muere un viejo en una aldea, es como si se incendiara una biblioteca. Sentí que Caldini era como un archivo de una nación invisible. Para mí, Caldini es uno de los cineastas más importantes del cine argentino y no figura en los libros de cine. Me parece increíble que haya sido tan marginado. En parte creo que se debió a su personalidad, quizás también porque su obra está en formato Súper 8, y no se puede copiar. Caldini y el grupo que hacía cine experimental fueron parte de una experiencia de los 70 que fue olvidada, porque no entran en el cliché de lo que sucedió en esa década.

-¿Cree que estas obras no son reconocidas por no haber estado ligadas a una militancia, como por ejemplo “La hora de los hornos” (1968) de Pino Solanas?

“La hora de los hornos” representó en ese momento la forma correcta de hacer cine, porque tenía una estética de vanguardia acompañada de un discurso muy ideologizado. Entonces, la gente que hacía películas que estaban más ligadas a la cultura rock y alternativa, no fueron reconocidos. Creo que ellos también fueron una fuente importante de resistencia vital en la época de la dictadura. También me parece que la falta de reconocimiento se debe a la pereza de los críticos cinematográficos, que están más informados sobre las últimas novedades en los festivales internacionales, que ávidos de bucear en nuestra historia.

-Antes de la película, usted escribió “Hachazos”, un libro sobre sus encuentros con Caldini…

Después de escucharlo en su curso, le propuse juntarnos una vez por semana para hablar y de esos encuentros nació el libro. Cuando tuve un boceto se lo pasé a Martín Rejtman, que es cineasta y escritor. A él le gustó el material y me instó entonces a hacer una película también. Toda la vida me sentí un escritor frustrado, ahora estoy muy contento con la publicación de mi primer libro. Creo que la literatura siempre me influyó más que el cine. La forma de estructurar el relato de V. S. Naipaul y sus preocupaciones por la política del siglo XX son ejemplos que intento llevar al terreno del cine. Considero la literatura superior al cine, porque es más compleja, profunda, íntima y libre.

-Usted pone de manifiesto el dispositivo cinematográfico en “Hachazos”. Pero va más allá y también descubre la tensión entre Caldini y usted en el momento de la filmación. ¿Había previsto que pudieran surgir este tipo de escenas?

Tenía claro que quería grabar el proceso. No me esperaba que tuviéramos esas discusiones, y en los momentos difíciles me planteé si iba a poder seguir filmando. No es un documental “sobre” Claudio Caldini, sino una película “con”. Es un intento de colaboración donde se puede ver a dos cineastas muy distintos. Yo trabajo más desde la narrativa, con historias de vida. Y él es más de la contemplación, de la imagen. Fue una negociación constante y me pareció interesante brindarle al espectador esa faceta que tiene siempre el documental. El tipo de documental que realizo siempre es una metáfora de lo que pasó. Si bien es una construcción trato de reflejar mi verdadera experiencia.

-Usted realizó numerosos filmes. ¿Le fue más difícil dirigir a otro director de cine?

-Sí, fue más difícil. Por un lado, el que sea otro director te facilita la tarea porque sabe de qué se trata. Por otro, él tenía sus propias ideas de cómo debía ser la película.

-¿Por qué decide reconstruir junto con su protagonista la manera en que filmó sus películas?

Me pregunté cómo contar la vida de un cineasta y me pareció interesante reconstruir cómo hizo sus películas. Sabía que era un intento absurdo reconstruir algo que él filmó en la India hace 30 años, en una quinta en General Rodríguez. Pero a la vez, creo que en las reconstrucciones aparece la parte más luminosa de Caldini. Esa que tiene que ver con su alegría de hacer cine, de capturar imágenes. Casi todas sus películas son montadas en cámara y para mí eso es milagroso. Somos muy diferentes, yo grabé 40 horas para lograr un poco más de una hora.

-En el filme usted muestra lo difícil que es para el protagonista hablar sobre sí mismo. ¿Cómo logró romper sus barreras?

Me costó mucho, y por eso evidencié el proceso. Descubrí que cuando finalizábamos las proyecciones de sus películas y le pedía que me hablara de ellas, en la oscuridad de la sala él podía relajarse. Creo que en sus películas está condensada su biografía.

-¿Qué lo llevó a Caldini a viajar a la India?

Creo que por un lado tenía una imagen utópica de la India, y por el otro buscaba escapar de la opresión de la dictadura en el ‘76. Él fue a un Ashram, donde se vive de forma comunitaria bajo la guía de un jefe espiritual. Su búsqueda espiritual siempre estuvo ligada a la contemplación. Creo que finalmente no encontró lo que buscaba, y ahí es donde perdió la razón. Es muy común que la gente que tiene muy idealizada la India quede muy afectada al vivir todos los contrastes que existen en ese país.

-¿Qué le dejo haber trabajado junto a Caldini?

Cuando veo sus películas me planteó cuál es la relación entre la vida que uno hace con el cine que uno hace. Y en qué medida ese cine refleja tu vida y es absolutamente coherente. Es un ejemplo de vida porque nunca buscó el reconocimiento y trabajó al margen de las modas. El propone hacer cine con tres rollos de súper 8. Vive de forma austera como cuidador de una quinta. En lo relacionado a la realización, estoy intentando confiar más en lo que cuentan las imágenes, sin necesidad de imponer palabras. El relato ordena las imágenes, pero les quita potencia.

www.revistaenie.clarin.com



9 comentarios:

Lucio dijo...

felciitaciones por todas las notas, Andrés! Las estoy leyendo todas, todas muy interesantes...

Gaby Comte dijo...

este domingo, sin falta

Fotografías dijo...

Domingo 18hs, MALBA: allí estaremos.

Gaby Comte dijo...

festejando el Día del Niño!!

Juan Manuel Giaccone dijo...

Estimado Andrés: Caldini sería algo así como un Mesías... Te "pegó" fuerte, el hombre. Saludos cordiales.

Fotografías dijo...

Andá a ver la película, Juan Manuel, a ver si te pega a vos también...

Juan Manuel Giaccone dijo...

Iré a verla, me siento tentado.
Juanma.

Graciela Taquini dijo...

andres estoy en plena preparacion de mi muestra antologica en cronopios prometo ir a ver la pelicula la semana que viene

Fotografías dijo...

No llegás el domingo 18hs al MALBA? Quiero que la veas, Grata! Y yo iré al CCRecoleta a ver "Grata con otros" por supuesto!