sábado, 20 de febrero de 2010

El golem


La luz de la luna cae al pie de mi cama y se queda allí como una piedra grande, lisa y blanca.
Cuando la luna llena empieza a encogerse y su lado derecho se carcome - como una cara que se acerca a la vejez, mostrando primero las arrugas en una mejilla y perfilándose después - a esa hora de la noche, se apodera de mí una inquietud sombría y angustiosa.
No estoy dormido ni despierto, y, en el ensueño, se mezclan en mi alma lo vivido con lo leído y oído, como corrientes de distinto brillo y color que confluyeran.

Así, con esta imagen impresionante, empieza El Golem de Gustav Meyrink, que acabo de leer, como parte de mi regreso programado a la literatura fantástica. Queda instalada de entrada una atmósfera inquietante, entre el insomnio y la pesadilla, donde todo podría ser una premonición de la muerte o, por el contrario, la inminencia de una revelación. Y, a la vez, constituye una especie de programa estético: el efecto que quiere ejercer sobre el lector. La confusión, la duda, la vacilación. Es, precisamente, la inseguridad que experimenta el lector ante los hechos narrados -no sabe si son simplemente extraños o sobrenaturales- lo que define a la literatura fantástica. En la novela de Meyrink, un exponente clásico del género, nunca se termina de confirmar la existencia del Golem, aunque hay razones para sospechar que realmente anda por ahí.

El Golem, como se sabe, es una especie de Frankestein judío, un ser animado fabricado a partir de materia inanimada. Se atribuye su creación al rabino Judah Loew, el Maharal de Praga, un rabino de siglo XVI, con el objetivo de defender el gueto de Praga de Josefov de los ataques antisemitas. Pero, como buen Frankestein, nadie puede controlarlo, por lo que también genera temor entre los propios judíos. Según la leyenda, el Golem aparece cada treinta y tres años en la ventana de un cuarto sin acceso en el gueto de Praga.

Meyrink tiene la sagacidad de poner en duda la veracidad de la leyenda. En un momento, el mismo protagonista de la novela, el humilde joyero Athanasius Pernath, se asoma por la ventana donde ha aparecido el Golem. La gente, espantada, lo toma por el monstruo. Para el narrador –y para el lector- es la prueba de que el Golem es un engaño o una ficción. Pero esa certeza, por cierto, no dura. Hasta cabe la suposición de que Athanasius, sin saberlo, sea realmente el Golem.

Una mujer afirma haber visto al Golem. “Estaba firmemente convencida de que no había podido ser más que su propia alma la que –habiendo salido del cuerpo- estaba frente a ella y había mirado fijamente su rostro con los rasgos de una criatura desconocida”. Creado para proteger a los judíos, pero peligroso por incontrolable, el Golem podría ser una especie de “otro yo” de cada uno de los habitantes del gueto.

Al mismo tiempo, sea leyenda o realidad, el Golem expresa algo sobre la vida en el gueto, o de su pasado: “Yo, naturalmente, no puedo decir en qué se basa la leyenda del Golem, pero sin embargo sí estoy seguro de que en esta parte de la ciudad hay algo que no puede morir, que vive y se mueve a nuestro alrededor y que está relacionada con ella”. No es casualidad que, en un sorprendente salto temporal al final de la novela, los edificios del viejo gueto están siendo demolidos, en un “plan de salubridad pública”.

Uno no puede dejar de pensar en los pogroms de la época (la novela fue publicada en 1915) y, por supuesto, en el futuro que aguardaba a la comunidad judía de Praga y de otras ciudades europeas. Pero, también, por qué no, en el proceso de gentrification que acabaría con el espíritu de tantas ciudades muchos años después, es decir, en la actualidad. La descripción de ese universo oscuro y pesadillesco del gueto de Praga, en una vuelta de tuerca sorprendente, de pronto cobra visos de elegía por un mundo desaparecido.

El Golem podría, efectivamente, ser muchas cosas. Pero, más que nada, encarna como pocas novelas que yo haya leído (Otra vuelta de tuerca de Henry James sería otro ejemplo comparable), el espíritu de lo que Freud llamaba lo siniestro. Ese estado de ánimo inquietante donde se abre una grieta en nuestro mundo de todos los días: lo familiar se vuelve extraño y lo extraño se vuelve familiar. En nuestra vida normal irrumpe, con toda su fuerza, el misterio. Igual que la existencia del Golem, ese estado, esa sensación, es difícil de determinar. Pero cualquiera que lo haya experimentado alguna vez –igual que cualquiera que haya visto al Golem- sabe de qué estoy hablando.

-Andrés Di Tella




12 comentarios:

Renata Cardarelli dijo...

Meyrink! Celebro este post y a su autor .... Gustav M. logro con "L angelo della finestra d occidente " que un amigo rompiera los barrotes de su càrcel. La muerte de su hijo y el dolor absoluto de G.M me dieron la pòcima para superar las muertes que sobrevendrian ...Gracias Andrès chapeaux

Anónimo dijo...

Renata Cardarelli dijo...
Celebro que Ud. estè con el Sr. Meyrink !

Fotografías dijo...

Renata: contá más, por favor.

Anónimo dijo...

Renata Cardarelli dijo...
Cuento màs ... despuès no se me queje!!!

Fotografías dijo...

prometo no quejarme...

Anónimo dijo...

Renata Cardarelli dijo...
Ok.cuento màs....a la vuelta del capuccino que salgo a tomar con mi amigo Horacio que llegò con unos zapatones de goma verde pistacchio + agujeros ( oh) , pero despuès no se queje, es que ha lanzado una flecha poderosa con Gustav Usted!!

Anónimo dijo...

Renata Cardarelli dijo...
Años atràs tuve que viajar a Ascoli Piceno por un tema penal de las hijas de un "capitàn de la industria" patrio presas. Exito total mire porque fue il giudice - un napolitano (personaje total)-, el que me hacìa señas mientras mi alegato retumbaba en la sala. Yo pensè oh que le pasa parece emocionado por mi discurso golpebajerìsimisimo !! ....nada que ver el flaco me decìa que las hiciera fugar que el se harìa el ciego . Coronada de gloria nunca revelè la verdadera historia hasta hoy. Mi alegato no sirviò para nada!!Estas dos en la càrcel eran una pesadez para la Repubblica ! Y fui directo a Assinara. Increìblemente en las manos de Luis Alejandro R. habìa caìdo Meyrink con L'angelo della finestra ...400 paginas o màs de una novela atrapante que no podès largar si entràs como èl lo hizo . Bueno Luis hasta hoy dice que nunca fue màs libre que allì adentro de hecho vino al locutorio con el libro en las manos ... ,jamàs se diò cuenta que estuvo en una càrcel 20 dìas . Es una carcel de màxima seguridad donde incluso estuvo Ali Agca te acordàs? Literalmente G.M.consigue que viajes , y vueles Andrès ...tenès que llegar o llegar a ese final colgado del aire ...
Y lo demàs relativo a la" lecciòn sobre la muerte" tiene que ver con un relato del propio Gustav y la muerte a los 18 años de Harro su hijo esquiador una especie de chico de oro.Cuenta que èl y su mujer casi se dejaron morir .Harro bello, alegre, el HIJO...
Bue te hace vivir ese desgarro como propio hasta que meses despuès G.M se levanta en plena noche a tomar un vaso de agua porque se muere de sed ....y hace que creas con èl que es Harro el que bebe.Pone en juego aquì todos sus conocimientos sobre alquimia etc. No espiritismo. El muerto amado en un punto pasa a ser parte de tu propio ser , de tu cuerpo y allì vive ...respira ...y hasta tiene sed!
Las personas amadas rompen todas las barreras.... siempre y la muerte es solo eso.
Cariños
Renata

Fotografías dijo...

Gracias Renata por el cuento. No sé si entendí todas las circunstancias, pero lo importante -parece- es conseguir ese "Angelo della finestra...", sin necesariamente ir al calabozo para probar tu teoría...

Y sí, toda la dimensión "esotérica" de la historia del Golem, que Meyrink conocía de primera mano, contribuye al efecto "siniestro".

Renata Cardarelli dijo...

Juazz ...si tal cual!

Gustavo López dijo...

Hola Andrés, antes que nada, gracias por el comentario de hoy en Lugar de olvido, después te cuento por qué vengo esta entrada sobre El Gólem. Fotografías me atrapó. En 2007 yo había terminado la primera versión de una novela autobiográfica, y, cuando miraba tu película, pensaba que con total tranquilidad podrías haberla titulado: Investigaciones en masa, tomando prestadas esas palabras de Borges, como yo hice finalmente para mi libro.
Recién acabo de leer tu propio Mirador y me pareció mejor retribuirte el saludo acá. Me encanta esto que dijo Renata: [Luis] jamás se dio cuenta de que estuvo en la cárcel veinte días, porque yo leí El Gólem como una colosal puesta en tensión entre el «yo» y la «ficción», que se explica sólo al final.
Comparto ahora el estigma del investigador anónimo de Meyrink, en la transcripción de una conversación con un amigo acerca de la versión última de mi aventura autobiográfica:
Sombrero

Fotografías dijo...

"Investigaciones en masa" ... palabras de Borges? Ahí me perdí. Qué quiere decir? de dónde es?

Interesante tu teoría del Golem. Y gracias por revivir aquel post, que tenía totalmente olvidado (tuve que releerlo...)

Ya que estás aqui, aprovecho para preguntar si me permitís reproducir aqui tu post sobre "Fotografías"?

saludos

Gustavo López dijo...

Pertenece a Tlön: Las investigaciones en masa producen objetos contradictorios

Me gustan las cosas que vas sumando, dale. Gracias.

Un abrazo.