domingo, 21 de febrero de 2010

Andate a la India


El viaje comenzó con un régimen que puede llamarse de las tres semanas. Tres semanas de asombro, disfrute y esplendor y, a la cuarta semana, empezaba el sinsentido. Primero fueron las cuatro semanas en la Gran Manzana, en el sabroso rebullir del Village de los años 70. Después las cinco semanas en Londres, libertad, diversión, arte y decepción. Un amigo argentino lo había conectado con Marta Minujín. Y Marta Minujín le había presentado a Kamala Di Tella, la primera mujer de Torcuato Di Tella, siempre vinculada con artistas y músicos, que trabajaba como psicoanalista en Londres. Kamala, cuyo apellido de soltera era Apparao, había nacido en la India, en una familia de pequeños terratenientes. Entre sus conocidos estaba incluso el Dalai Lama, quien, expulsado de Lhasa, la capital de Tíbet invadido por los chinos, vivía al norte de la India. Kamala fue quien le recomendó un cambio cultural al joven Gerardo, que ya entraba en la cuarta semana londinense, la del desconcierto y la insatisfacción. Andate a la India, le dijo. ¿Cómo? En auto. Comprate un auto.

El porteño que traduce al Dalai Lama
Leer la nota completa de Laura Linares acá.

Foto: Gerardo Abboud.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Si algún día nos viésemos con Gerardo nos enfrascaríamos en una nostálgica charla porque justamente en esa época llegué yo por primera vez a la India, año 71, guerra de Bangla Desh, una india dura, lejana, difícil de viajar, pero con el gusto autentico de la aventura.
Me costó una magnifica hepatitis, pero quien me quita lo bailado.

También hablaríamos de Osel, a quien conocí en Sera Jhe y soy amigo de su padre, y de el monje valenciano Jesús, que los tibetanos le pusieron Champar de nombre monástico.
¿Gerardo tomará Martini o Gancia?

Anónimo dijo...

era yo Jose

Fotografías dijo...

Anónimo José: y yo tendría que estar ahí en esa reunión, tomando notas o haciendo tomas o tomando nomás...

Un encuentro que, tal vez, se pueda producir alguna vez, si pensás en volver por el pago algún día...

abrazo

Andrés