lunes, 2 de marzo de 2009

El aullido de Caín


por Frederic Amat

Una maldita sombra ha acompañado mis últimos proyectos cinematográficos. Así fue a finales de los años noventa cuando, junto a Joan Brossa, convenimos ilusionados en llevar a la pantalla su guión de cine “Foc al Càntir”, escrito por el poeta hacía medio siglo. Llegó un día, después de muchos avatares, en que se consiguieron los medios necesarios para su producción. Brossa había fallecido poco tiempo antes del inicio del rodaje.

Así ocurrió, también, con mi posterior intención de filmar varias escenas en donde los protagonistas fueran diez dedos. Sabía que las manos de la actriz Teresa Calafell eran las mas indicadas para interpretar este proyecto por su singular expresión y creativa capacidad de sugerencias. El agravamiento de su enfermedad nos obligo a posponer el rodaje por un tiempo hasta que, ante un encomiable esfuerzo y generosidad de Teresa, nos decidimos a filmar “Deu dits” en su propia cama de convaleciente como escenario. La misma, en la que moría escasos meses mas tarde de concluir nuestro trabajo.

Así ha sucedido, una vez más, con el fallecimiento de Guillermo Cabrera Infante el pasado 21 de febrero en Londres. Apenas hace un año que se editó el libro “La Habana/ Captions”, con sus pies de foto a mis imágenes barreadas de la ciudad y hacía mucho tiempo que habíamos acordado realizar su guión de cine “El aullido”, que una falta de financiación necesaria ha impedido hasta la fecha. Negra suerte la mía al privarme de estos tres imprescindibles interlocutores, de su saber y su amistad.

Hago memoria y creo formar parte de una generación que alzamos el vuelo, en aquel páramo franquista, con el “boom” de la literatura latinoamericana en sus diferentes voces y una misma lengua que describía otros territorios tan lejanos entonces, como deseados. Entre aquellas lecturas un libro memorable: “Tres tristes tigres” de Guillermo Cabrera Infante que apareció como una caja de música en donde danzan las palabras en un sorprendente y muchas veces cómico ejercicio literario que recobraba una Habana, a plena noche, para pervivirla en definitiva literatura. En habanidad.

Y en 1995 decidí viajar a Cuba. Entre el rojo del flamboyán y el vuelo de las auras tiñosas, el viaje transcurrió por la mirada y la experiencia. Una y otra salpicaron de tinta mi cuaderno de dibujo, al que mas tarde titulé, en su cubierta, como “Tintas de la Habana”. Estos dibujos como rastros de mis ojos habaneros, no tenían otro propósito que el de incitar a adentrarse en ese otro espacio y tiempo, que no pertenece ni al periplo ni al regreso sino a la propia encarnación de la tinta. 

Algunas imágenes de esta colección mas otras realizadas con inmediata posterioridad, acompañaron la edición ilustrada del libro de Cabrera Infante, “Vista del amanecer en el trópico” publicada por Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, 1998. Por aquellas fechas, regresaba de nuevo a La Habana para presentar mi film “Viaje a la luna” en la cinetéca “Chaplin” de la ciudad. Rememoro, ahora, aquella proyección, anunciada boca a boca y la asombrosa asistencia de público por la película con guión de Federico García Lorca. Como también, haber celebrado aquella ocasión con otros amigos, en un local de travestíes de glorioso nombre: “Rosalía de Castro”.

Poco tiempo después, visitaba a Guillermo y a Miriam Gómez en su casa amurallada de libros y luz habanera de South Kensington. En aquella ocasión, les obsequié con una de mis tintas que representaba un par de ojos que habían sido cubierta de nuestro libro del trópico. El escritor me correspondió con un ejemplar de la recién editada antología de su obra con el título de “Infantería” y en donde anotó como dedicatoria: “Para Frederic, esta infantería que es en realidad una estantería. Un abrazo. Guillermo”. Era cierto, entre los anaqueles de aquella dedicatoria, leí con sorpresa un guión cinematográfico inédito con el título de “El aullido” que de inmediato me sentí tentado a visualizar. El propio G.C.I. me apuntaba, posteriormente, en una carta: «“El aullido” fue escrito a principios de 1952. La catástrofe (que termina, como debe de ser, en fe) ocurrió en octubre de ese año. Caín no nació hasta fines de 1953. Comencé a escribir sobre estrenos en 1954” ».


Es sabido, pero cabe recordar, que fue a sus veintitrés años de edad, bajo el régimen de Batista, cuando escribe su primer guión de cine, meses mas tarde es procesado por obscenidad y encarcelado por publicar un cuento que contenía “english profanities” con el título “Balada de plomo y hierro” en el que describía el mundo del gangsterismo criollo. Privado de usar su nombre, decide usar el seudónimo de G. Caín, con el que firma su columna semanal sobre cine en la revista “Carteles” de Cuba donde, en una admirable y peculiar transfiguración, hace de la crítica o crónica cinematográfica, pura literatura. Puro gozo. Posteriormente, estos escritos de cine fueron reunidos en el legendario libro ”Un oficio del siglo veinte” (La Habana, 1963) en donde anota de su alter ego Caín: “Vida y muerte sobraron a la vida de Caín, también le sobraba pasión y todo estaba en el cine. Para él, el cine fue un evangelio, porque contenía su vida, su pasión y su muerte”. El desaparecido Caín se perdió de vista, pero no así su mirada frente a la pantalla. Fue claro al declarar: ”He de darle las gracias porque yo he vivido del cine: primero como crítico, después como guionista y finalmente como testimonio del cine actual”.

Es muy probable que hoy en día Guillermo Cabrera Infante habite, como partícula en este haz de luz proyectado que es el cine. El cine ha sido su matria, tanto en su obra como en su vida. Dicen, y es cierto, que cada día veía varias películas junto a Miriam Gómez y su gato. Tres felices cinéfilos. Su experiencia como guionista cinematográfico iniciada con “El aullido” continuó con otros guiones, algunos por sustento económico, otros de culto y reconocimiento como “Vanishing Point”, en dónde un joven conduce a toda velocidad por las calles de San Francisco hasta estrellarse contra una barrera policial. El film fue dirigido por Richard Sarafian en 1970, pero el propio guionista percibió que el director había recibido sus mensajes pero leídos al revés. En su guión el héroe era un chofer trágico y en el film, la tragedia, le ocurre al automóvil.

Hubo otra experiencia cinematográfica frustrada, la adaptación de la nóvela de Lowry “Bajo el volcán” por invitación del director Joseph Losey que le condujo a la demencia como el decía en inglés ”nervous breakdown”, debido a la doble presión del tiempo y la materia literaria, y a su vez la del propio personaje del cónsul con el cuál llego a identificarse hasta en el atuendo. En estos días está a punto de estrenarse el film “La ciudad perdida”, cuyo guión escribió para el actor de origen cubano Andy García. La isla ha sido el escenario de su último film, como también lo fue para aquel joven que escribe “El aullido” en donde ya intuía y anotaba una meticulosa situación del objetivo de la cámara, puntualizando su coreografía ,y acotando su voluntad: “Para el autor, el guión es el armazón de una película, es a la vez lo que el esqueleto al cuerpo y los planos al edificio por construir, –quizá menos, quizá más –. En sí es poco –es medio, no fin – pues precisa de un desarrollo ulterior; es tan sólo un esquema o un plan de trabajo”…

En “El aullido”, G.C.I evoca un escenario propio como es el pueblo Gibara, en provincia Cubana de Oriente donde nació en 1929 y que abandona con su familia camino a la Habana a los doce años. En “El aullido”, no aparece otra luz que no sea la fría luna azufre, y sus sombras ni otro sonido que el del propio aullido, recorriendo el nocturno filme de imágenes desoladas en donde percibimos un mosaico de escenas en una asombrosa premonición de la deriva y su trágico destino ante un mar ennegrecido.

En “El aullido”, el espectador conoce la leyenda que cuenta un viejo jugador de dominó y que aparece escrita en unos carteles que, como insertos de cortos diálogos, ocupan la pantalla: “Cuando un perro aullaba tarde en la noche de luna, era porque veía algo y si cualquiera que se llegaba hasta él y cogía dos lágrimas que colgaban de los ojos del perro y se las ponía en los ojos, veía lo que el perro, pero no vivía para referirlo.” En “El aullido “, el deseo de ver otra luz, aún con el riesgo de perder la vida, se cumple e invita a los ojos del espectador a visualizar una última escena de fulgurante y pendular presencia.

Y es así que “El aullido” de Cabrera Infante, nos convoca a las últimas palabras escritas muchos años mas tarde por Reinaldo Arenas en su revulsiva autobiografía “Antes que anochezca” escrita en el exilio y silenciada, como los libros y la persona de Cabrera Infante, en Cuba: ”Mi gran diosa, mi verdadera diosa, que me has protegido de tantas calamidades, hacia ti en medio del mar, hacia ti junto a la costa, hacia ti entre las rocas de mi isla desolada, elevaba la mirada y te miraba, siempre la misma, en tu rostro veía una expresión de dolor, de amargura, de compasión hacia mi; tu hijo. Y ahora, súbitamente, Luna estallas en pedazos delante de mi cama. Ya estoy sólo. Es de noche”.



Frederic Amat es artista, cineasta, director de teatro, regisseur, etc. Vive en Barcelona. Hoy recibí este texto, con el siguiente mensaje:

Querido Andrés,
si fui al CCCB a ver los films de Claudio Caldini, tristemente fueron proyectados a una hora intempestiva (6hs!!!) y llegué para la mesa redonda que pude disfrutar. Lo conocí y te recordamos. Ahora estoy finalmente, enfrascado en el proyecto de la película con guión de G. Cabrera Infante “El Aullido”, empezamos a rodar el 22 de Marzo y estas semanas son de atareada preproducción. Te adjunto un texto escrito sobre ello.
Un abrazo y mi aullido,
Frederic


Imágenes: 1. Frederic Amat colgando su última muestra en Madrid (en lo alto); 2. Guillermo Cabrera Infante y Miriam Gómez en tiempos de Caín; 3. Traces (self-portrait), realización de Isaki Lacuesta, imagen de Frederic Amat.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

qué bueno el video del final, sencillo pero con punch!
LUCIO

Fotografías dijo...

Recuerdo haber leído con fascinación Un oficio del siglo XX, el de las crónicas de Caín, hace muchos años ("longer ago than I care to remember", diría GCC), en Barcelona, precisamente, robado de la biblioteca (o de la mochila, porque creo que no tenía ni casa, y mucho menos biblioteca, por entonces) de mi amigo Juan Pablo Domenech. ¡Uy, qué ganas de volver a ver aquellas películas del Hollywood de los 50 y después volver a casa a leer la descripción de Caín!

También tengo un recuerdo mitológico de "Vanishing Point", que acá se llamó "Corriendo contra el destino" (y en España "Punto límite cero", creo) y que vi también hace más de veinte años, en una trasnoche de rock y cine que se hacía los viernes en el Auditorio Kraft de la calle Florida. No recuerdo qué banda tocó esa noche, pero la película me quedó grabada, con la fuerza de las pesadillas. Esa huida inexplicable hasta las últimas consecuencias me sigue perturbando hasta hoy, aunque se me hayan borrado los detalles de la trama. Y ahora resulta que, según Cabrera Infante, "el director había recibido sus mensajes pero leídos al revés"...

¿Mensajes satánicos?

Y qué enorme curiosidad me produce Caín by Amat. Si el libro de La Habana en que colaboraron es algún indicio, va a ser algo increíble.

Fotografías dijo...

¿O era "Carrera contra el destino"?

Anónimo dijo...

El domingo en Radar justo salió una nota sobre la última de Tarantino, que por lo visto va de carreras de autos, y hablan de "Corriendo contra el destino":

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/subnotas/5142-876-2009-03-01.html

Pero si la ggogleás, aparece "Carrera contra el destino".

También mencionan "Reto a muerte" (Duel) de Spielberg y "Carrera sin fin" (Two-Lane Blacktop) de Monte Hellman y "Grand Theft Auto" de Ron Howard.

LUCIO

Fotografías dijo...

Gracias por la data, Lucio!

"Reto a muerte" y "Carrera sin fin" también son películas míticas en mi recuerdo. Es más, "Carrera sin fin" (Two-Lane Blacktop) también la vi en ese mismo ciclo de trasnoche en el auditorio Kraft, lo cuál me hace pensar que había una cabeza detrás de la programación.

claudio caldini dijo...

carrera contra el destino es una buena. la película argentina de la época(1971-2)es Point Blank, de Silvestre Byrón, con un ford falcon andando por la panamericana y un muchacho que hace dedo. saludos, c.

Fotografías dijo...

¡Hola Claudio! ¿Ya estás de vuelta? ¿Cómo te fue en Barna?

¿Cómo se podrá ver Point Blank?

claudio caldini dijo...

estoy de vuelta, fue muy estimulante Xperimenta09
y la mesa redonda con Lisl
Ponger y Tscherkassky. preparo una crónica para laregioncentral.blogspot.
Habrá que pedir a Silvestre una copia DVD de Point Blank...

Fotografías dijo...

Welcome back, Claudio!

Y tendremos que inciar gestiones con laregioncentral para poder contar también aqui en fotografías con tus crónicas catalanas...

abrazo

A

Anónimo dijo...

Andrés Waissman escribió:

Me gusta la foto y las obras detrás.