lunes, 11 de abril de 2011
BAFICI 2011 (6)
Nostalgia de la luz de Patricio Guzmán. Guzmán continúa su trabajo de duelo, iniciado el 11 de septiembre de 1973 cuando murió Salvador Allende y, con él, el sueño del socialismo en Chile. La piedra fundacional fue la extraordinaria -todavía, cada vez más- La batalla de Chile, que narra como en un diario los acontecimientos del último año del gobierno de Allende hasta el golpe de Augusto Pinochet (se proyectan en esta edición del BAFICI las tres partes de esa épica: La insurrección de la burguesía, El golpe de estado y El poder popular). Ese trabajo de duelo, que Guzmán prosiguió años después en sus films La memoria obstinada, El caso Pinochet y Salvador Allende, constituye una de las experiencias más extremas de lo que es capaz el género documental. Nostalgia de la luz, la última instancia de ese recorrido, lleva ese trabajo de elaboración de la memoria al terreno de la metáfora: la visión de los astrónomos que trabajan en los grandes observatorios del desierto de Acatama se ve cotejada con la de los arquéologos que buscan rastros de la antigua civilización indígena del territorio. Ambos, a su manera, miran hacia atrás, lo que da lugar a una reflexión muy precisa y sutil sobre la obsesión de Guzmán: el pasado. En el mismo lugar, unas mujeres, de edad ya avanzada, figuras solitarias en la inmensidad del desierto, siguen buscando hace años, contra toda probabilidad, restos de sus familiares desparecidos. Una de ellas ha encontrado media mandíbula de su hermano, un pedazo de craneo destrozado y un pie izquierdo, todavía enfundado en la media color borravino y el zapato que permitió reconocerlo. No es poco el mérito de Guzmán, que consigue sorprendernos y emocionarnos con estas historias que, a veces, pensamos que ya conocemos. Las imágenes de las mujeres en el desierto son poderosísimas. Creo que se trata, de hecho, de la película más bella de Guzmán, repleta como está de imágenes sugerentes. Otro logro considerable de Guzmán es el de imponer un tono, casi diría musical, como de música de cámara, que se sostiene a lo largo del metraje, cuya clave da su propia voz de narrador, íntima, casi susurrada pero, al mismo tiempo, seca, sin excesos sentimentales. El único exceso de Guzmán, quizá, sea el de forzar un poco la metáfora. Por momentos, en las respuestas de los astrónomos, se perciben demasiado las preguntas de Guzmán o, mejor dicho, las respuestas que Guzmán quiere obtener. En el complejo rompecabezas de Nostalgia de la luz, todo cierra. Una virtud que puede llegar a cobrar un signo contrario. Me hace pensar que uno de los principales riesgos del documental es que, detrás de las imágenes y sonidos registrados y compaginados, se adivine la intención. En ese sentido, la excelente película de Guzmán, con todo, de alguna manera, deja ver el guión.
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4 comentarios:
Coincido en lo mismo: la película está muy bien, tiene sus picos de emoción pero le falta un poco de aire. Lástima que "La batalla de Chile" la den en distintas funciones en vez de en una sola.
Acá vendría el link entonces:
http://tallerlaotra.blogspot.com/2011/04/la-sobrevalorada-del-bafici.html
Creo que algo ya me había molestado en Salvador Allende, que vi hace un par de años. Ahora lo veo mucho más claro con Nostalgia de la luz. Guzmán está fuertemente anclado en el pasado. Esto explica su manipulación de las analogías astrofísicas y geológicas con la historia política de Chile. No me parece que se trate de un exceso de énfasis en el forzamiento de la metáforas, sino el núcleo mismo de su operación. Diría que Guzmás está enclaustrado en el pasado, el tiempo en el que prefiere habitar.
Y por supuesto espero que eso no se tome como un intento de olvidar los crímenes de la dictadura o un elogio de la vuelta de página. Es sólo preguntarse qué dimensión de la política se deja afuera cuando se hace una película para enfatizar que el presente no existe.
Es que yo creo, Oscar, que los problemas "de fondo" de las películas siempre aparecen en los problemas de la llamada "forma". Seguramente esa falta de aire que ve Lucio o lo que yo llamo "todo cierra demasiado" y el forzamiento de las entrevistas para que digan lo que el director quiere que digan... todo eso seguramente está hablando de lo mismo que señalás vos: "no quiero ver el presente". Por razones legítimas, tal vez, pero eso genera un problema "formal" que se nota.
De acuerdo, la política de un film es la forma como se relaciona con el espectador. Y esta película "cierra" porque se sostiene sobre el deseo de anular el presente, forzándolo a transformarse en un acto de perpetuo recuerdo del pasado.
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