1. Aquele querido mes de agosto de Miguel Gomez (Portugal, 2008)
En términos de sorpresa y desconcierto –que eran los parámetros que de alguna manera guiaban esta selección— no hubo mayores que en la película del portugués Miguel Gomez, el curioso resultado de un proyecto de ficción que se cayó justo antes del rodaje por falta de financiamiento. En su lugar, con el dinero disponible, Gomez decidió hacer un documental sobre músicos semi-profesionales de provincias. Pero casi sin que nos demos cuenta, en un giro inesperado, este encantador documental se transforma en otra cosa: una ficción que muestra sus materiales y, por lo mismo, gana sorpresa, credibilidad y capacidad de emocionar. Ver la crónica desde Florencia, donde viajé a presentar El país del diablo y me topé con mi "película del año".
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