lunes, 1 de marzo de 2010

rara


Anoche, el cineclub viajó a Japón. Después de comprobar que una antigua comedia en blanco y negro podía llegar a ser tan divertida como la última de Ben Stiller o Jack Black (exagero…), subimos la apuesta. Probamos con otra película “antigua” pero, esta vez, japonesa. Al revisar las carpetas piratas de Parque Rivadavia, mientras R buscaba jueguitos, me acordé de una película atípica de Akira Kurosawa, El cielo y el infierno (“Tengoku to jigoku”), un policial medio documentaloso –combinación irresistible para mí- filmado en 1963 en la ciudad portuaria de Yokohama, con deliciosos ambientes de bajos fondos y mucho detalle observacional. Celina Murga, a quien le comenté la película, me dijo que Martin Scorsese (su amigo) tenía en mente hacer una remake, aunque por el momento no superó la etapa de proyecto. No es de las obras más conocidas de Kurosawa, pero no sé si no es la mejor. En eso coincidíamos Celina, Marty y yo.

-¿Y? ¿Te gustó?
-Sí.
-Qué bueno. A mí me encantó. Cuando la encontré el otro día en Parque Rivadavia, pensé que te podía llegar a gustar, dentro del rubro “película rara”.
-No es rara.
-Bueno. Es en blanco y negro, es vieja, es japonesa.
-OK, es rara.
-No, tenés razón, no es rara. Pero está bueno que te guste algo de otra época, de otra cultura. No sólo lo que fue hecho para vos. Las películas actuales, las de Hollywood, a veces son como productos, pensados fríamente para alguien como vos.
-¿Por qué fríamente?
-No sé. OK, retiro “fríamente”. Lo que quiero decir es que en esas películas, tu lugar a veces se reduce al de un consumidor que consume lo que un estudio de mercado determina que ese consumidor va a consumir.
-¿Eh?
-Bueno, no importa.
-Sí, entiendo. Pero todas las películas están hechas para que alguien las consuma, ¿o no?
-Pero no es todo lo mismo.
-A ver, dame un ejemplo. Dos ejemplos.
-¡Dos! No se me ocurre ni uno. A ver… Por ejemplo, "Avatar". Yo ni la vi. Pero seguro que es un producto, hecho para ganar mucha plata, que también costó mucha plata, pero que está pensado como lanzamiento para el cine 3-D.
-Claro. El manager… ¿o cómo se llama el que arma el negocio?
-El productor. O los ejecutivos del estudio. The suits, como dicen en Hollywood. Los tipos de traje.
-Los ejecutivos contratan al mejor director, a los mejores especialistas en efectos especiales. Y les dicen lo que tienen que hacer...
-Es un poco más complicado. En primer lugar, los ejecutivos por ahí no saben cómo hacer una película. Pero buscan a los que saben. O buscan a los que tienen buenas ideas.
-Porque los que hacen la película son el director, el que escribe el guión...
-Pero el director, o el guionista, no puede hacer lo que quiere. Suponete que el guionista quiere que un personaje sea ambiguo, porque piensa que en el mundo real no hay sólo buenos y malos. O que una escena no se termine de entender, para que la gente se quede pensando… ¿viste que, a veces, cuando no entendés algo, te quedás pensando… “y esto qué querrá decir”?
-Claro, le dicen “dejate de joder y mové los muñequitos que para eso te pagamos”.
-jaja, algo así. Simplificar la trama, buenos y malos, mucha acción. Eso nunca hace mal a la taquilla. Hay un dicho, no recuerdo quién lo dijo: “Nadie nunca se quebró subestimando la inteligencia del público”.
-Son todos unos tarados.
-Sí, o: no te va a ir mal si hacés negocios pensando que los consumidores son unos tarados.
-OK. Pero, en realidad, ¿por qué contratan a James Cameron o a Jack Black, ponele?
-Porque son talentosos. O, más bien, porque ya tuvieron éxitos en el pasado.
-Sí, pero los tipos son talentosos y no hacen las cosas sólo para ganar plata, o para el consumidor, como vos decís.
-Es verdad. Los tipos talentosos siempre le ponen garra a las cosas, las hacen suyas, las pelean, imponen su personalidad, no aceptan hacer cualquier cosa, aún dentro de una propuesta donde en última instancia hay que ganar plata, the bottom line, como dicen en Hollywood. Por eso son talentosos. Los tipos demasiado obedientes nunca son los más talentosos.
-Sí. Es como en el examen de ingreso del Buenos Aires. Cuando tenés que escribir una redacción, estás pensando en lo que ellos esperan que hagas. Te conviene que les guste. Pero, al mismo tiempo, si tratás de olvidarte de eso y escribís lo que se te ocurre, te va a salir algo mejor y eso te conviene más. Pero no es fácil olvidarse de lo que ellos esperan.
-Tal cual.
-Las películas que son productos para el consumo y nada más que eso son las de chicos. Bah, algunas, como las de Barbie. Son todas iguales. Las historias son todas iguales. No hay personajes de verdad. Son todos iguales, hasta físicamente iguales.
-Sí, son medio demoníacas. Yo trato de que L no las vea.
-Pero a ella le gustan.
-Sí, pero yo no le compro más y de tanto ver la misma, por ahí se empieza a aburrir.
-Pero, ¿cómo llegamos a hablar de Barbie?
-Yo lo que quería decir es que ver una película hecha en Japón hace 50 años, de alguna manera, te saca del circuito del consumo, del producto –mejor o peor, más ruin o más digno- hecho para alguien como vos. Los tipos que hicieron esta película no estaban pensando ni remotamente en vos, porque vos ni habías nacido y el mundo era otro y, además, el director era un viejo japonés y vos sos un pendejito argentino.
-No entiendo qué querés decir.
-No es fácil explicarlo. Ver una película vieja, japonesa… Es como si pudieras viajar en el tiempo y en el espacio, en tu imaginación.
-“Al infinito y más allá…”
-Algo así.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Al infinito y más allá… es donde me lleva este jugosísimo diálogo.
“Mové los muñequitos y dejate de joder, que para eso te pagamos”
Qué buena definición del 90 % del cine hollywoodense actual!
Porque de un tiempo a esta parte, no solo viendo a la gran mayoría
de los espectadores jóvenes y no tanto, “ consumir” películas en lugar de verlas o disfrutarlas, incluso para odiarlas, veo también en muchos ámbitos de la crítica la exaltación del producto ( mas allá de si bueno o mejor) por sus virtudes técnicas ( caso Avatar, para dar un ejemplo) o justificación de un gusto personal disfrazado de lectura culturosa solo para festejar un película mediocre Pum para arriba! Hecho que en lo personal me ha alejado de la crítica o de la reflexión cinematográfica en los últimos años (con algunas excepciones esporádicas).Porque a veces me quedaba clamando en desierto ( con algunos ecos, pero mas parecido al protagonista de Teorema de Pasolini, en la última escena. En bolas y gritando. Porque sigo sosteniendo que NO todo es lo mismo. No es lo mismo Rosetta que Avatar, ni Una Eva y dos Adanes que ¿Qüé paso anoche? ( un bodrio que fui a ver alentado por las loas de la new generation de criticos pop y aún me pregunto que CATZO le vieron. Y el cine como apertura al mundo, fuera de los circuitos de mero consumo está ahí dando vueltas todavía y pide algo más que ojos deslumbrados por la maravilla técnica. Bueno, esta entrada da para mucho más; son tantos los temas: el espectador domesticado, el mercado, la mirada generacional, el cine en blanco y negro, “la japonesidad”, “la jocosidad”, el cine de autor dentro de al industria, el mal cine infantil. Puff! Demasiado para un lunes. Ya seguiré. Y ustedes dos no terminen nunca el cine club…. Que siga hasta el infinito y mas allá..( ¿ves? Toy story, L menos la uno, me parece un producto inteligente y honesto)
Como dice una amiga fotógrafa lectora del blog:
”Las charlas de Andrés con Rocco me dan esperanzas en el futuro de la humanidad”.
Un abrazo japonés
Alejandro Ricagno

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

Fe de "rata" cinefila: En el coment anterior donde dice la "jocosidad" debe decir : la "roccosidad".
Ale, again.

Anónimo dijo...

Genial! Gracias! Más!
LUCIO

claudio caldini dijo...

me encanta el sentido del cine explicado a los niños, Andrés!
Saludos a Ale Ricagno.

Fotografías dijo...

Ale: qué grosso tu comentario, un lujo como siempre, exagerado como siempre, decile a tu amiga fotógrafa que esperanza es lo último que se pierde...

Lo interesante de discutir estas cuestiones con R es que él parte de un lugar muy lejos del mío: para él, el cine "de verdad" siempre fue el de Avatar y Ben Stiller y el pochoclo (aunque R es más de los "nachos"). Siempre supo que también hay "otro" cine, el que hacen Papá y los amigos de Papá. Lo que se está produciendo con este "cineclú" y con estos dialoguitos en el asfalto es que se le empiezan a borronear (un poco) las categorías. O, en todo caso, empiezan a aparecer en su panorama "otros cines", como diría un crítico de La Nación.De ahí la riqueza, para mí, de estas conversaciones que, vale la pena aclararlo, son apenas pedacitos de una conversación bastante más extensa, que era, al fin de cuentas, el objetivo primero del cineclub.

Fotografías dijo...

Gracias Lucio, gracias Claudio: como le dije a Ricagno en otra ocasión, el esfuerzo de trascribir estos diálogos se sostiene en la conciencia (o la esperanza) de que hay lectores como ustedes del otro lado.

Tomás P dijo...

qué bueno sería que se enseñara cine en los colegios, asi como vos lo hacés con tu hijo, Andrés.
saludos

Fotografías dijo...

Tomás: yo no me veo "enseñándole" cine a mi hijo, sino más bien "usando" el cine como pretexto para hablar y, en todo caso, abrirle perspectivas de lo que el cine puede ofrecer, en una edad (12) que es todo descubrimiento, aunque los verdaderos descubrimientos, por supuesto, los hará él sólo por su cuenta...

Agradezco el comentario, de todos modos. Y sí, creo que el cine es una materia desaprovechada en las escuelas.

Tomás P dijo...

Te guste o no, sos muy didáctico, aunque estoy seguro que algo también debés estar aprendiendo con estos diálogos.

Anónimo dijo...

De eso se trata la tarea, de abrir puertas a los mundos otros, que ya Rocco y otros con él van, por su cuenta a explorar, para hacerlos suyos o no. Pero para eso hay que ayudar a limpiar la mirada del acostumbramiento. Esa es la tarea más difícil. Y la que vos, modestamente, con el cineclub iniciaste. O mejor dicho, es la continuación de tu trabajo como cineasta, y padre. Pero trabajo como un forma lúdica y creo que ahí esta la fórmula.
Recuerdo que a principio de los 90, estuve unos meses como “profesor de taller de visión de cine” en un colegio secundario de chicos ricos con tristeza. Y todos las certezas y objetivos curriculares me los fui metiendo en le fundillo del jean a medida que me enfrentaba a la mirada domesticada de la jauría. Y tuve que replantearme todo de nuevo , hasta conseguir que finalmente, por ejemplo le encontraran la onda a Jacques Tati, y se divirtieran. Claro que tuve que pasar Cameron, Bigelow ( la de los surfistas y Terminator fueron las que mas rankearon me acuerdo) pero, lo que me costo que aceptaran ver una peli en blanco y negro! En fin, igual sigo considerando que la educación cinematográfica en un ámbito educacional es una cosa difícil si no se le agrega el elemento lúdico, el del disfrute, la discusión, y la apertura. Y también de lo inesperado.
Saludos
Ale Ricagno
(el profesor chiflado, version Lewis, of course.)
PD. Feliz de que mañana se estrene Aquel querido mes de agosto! De Miguel Gomes. Y en copias 35 mm! Pense que estaba condenado a reverla bajada en la compu solamente, o en una version de DVD ampliado. Viva la resistencia!