La primera impresión de Bogotá es de mucho verde. El mismo aeropuerto está lleno de árboles. Al entrar en la ciudad, llama la atención el horizonte de empinados cerros verdes que rodean el núcleo urbano. No sé por qué –la percepción es una entelequia a veces ridícula- me viene a la cabeza un comentario típicamente exagerado de Fernando Niembro, en la previa de un partido de la Copa Libertadores en algún lugar de Colombia: “uno de los paisajes más hermosos del mundo”. El conductor del Ministerio de Cultura que me vino a buscar me pregunta de dónde vengo y enseguida empezamos a hablar de Maradona. El fútbol, moneda universal. Mantuve conversaciones semejantes en taxis desde distintos aeropuertos del mundo, discutiendo las virtudes de Ariel Ortega en Estambul o de Julio Cruz en Amsterdam. Yo le pregunto por el referéndum que se está discutiendo en este momento y que abriría la puerta para modificar la constitución y permitir la segunda re-elección del Presidente Uribe. No me di cuenta al sacar el tema de que el chofer, en última instancia, viene a ser un empleado del gobierno. Igual, con la característica discreción de los colombianos, desliza que “tal vez, habría que dejar entrar nuevas ideas”. Entendí que prefería que hubiera un cambio de presidente, pero después me quedé pensando si no se refería a la posibilidad de cambiar la constitución.
En la radio FM suena Los dinosaurios de Charly García. El locutor anuncia que la cotización del dólar es de 1.900 pesos. A continuación: “Usted está escuchando Radio Policía Nacional”. ¡Epa! Ya había notado un par de carteles por el camino: “Vaya seguro, su policía lo cuida”, con la imagen de una parejita de agentes, varón y mujer, sonrientes. En otro cartel, se ve a un soldado, con casco y arma enfundada: “A usted no lo conozco, pero lo llevo en el corazón”.
Por la ventanilla advierto un grupo de mujeres que conversan en la vereda, vestidas de forma bastante llamativa. “Este es el barrio de tolerancia”, acota el chofer. No sé si se está disculpando en nombre del país o si, por el contrario, me está tirando un dato útil para el turista. De pronto nos vemos atascados en el tráfico. Desde otro auto, una mujer le advierte al chofer: “¡Cuidado!” El chofer rápidamente traba las puertas y sube la ventanilla. Hace calor pero hago lo mismo. Alrededor, no veo que esté sucediendo nada raro, pero yo qué sé.
-¿Pasa algo?- pregunto.
-No sé- me contesta el chofer (¿o policía?).
8 comentarios:
Alejandro Herrera dijo...
jajaj... Brillante...(te diré por qué)
Y? Dime por qué! Me dejaste con al intriga...
Justo estoy por acá... Estoy hace tiempo y seguiré por un tiempo.
Te mando mi crónica: http://vidadocampo.com/2009/09/08/stoner-cuenta-bogota/
Cheers.
Y una foto: http://stonerbrunch.blogspot.com/2009/09/yawning-man.html
Cheers.
Muy buena crónica deBogotá la suya, estimado Hermano Stoner. Reconozco cosas que vi y que no tuve tiempo de poner en la mía. Que siga el viaje y que sigan las crónicas...
Hermosas fotografías. Mi querida Bogotá, que tan amorosamente me adoptó, aparece tal como es. La última, conmovedora. Mis respetos.
Qué bueno que te hayan gustado las fotos, Camilo. La verdad, Bogotá es muy linda, ya me lo había anticipado mi amiga bogotana honoraria, Alejandra Almirón...
Y vos, de dónde sos?
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