sábado, 2 de mayo de 2009

Valencia 826

San Francisco

Esta vez no dio el tiempo para darme una vuelta, pero en mi visita anterior a San Francisco, hace exactamente dos años, Tom Luddy me llevó al 826 de la calle Valencia, la arteria comercial del barrio hispano de The Mission. La vidriera es la de un "pirate supplies store" (venden parches de ojo, catalejos, patas de palo, mapas del tesoro, banderas negras con calaveras, etc.), pero detrás, en los fondos, se esconde un centro cultural muy particular, regenteado por el novelista Dave Eggers, autor de A Heartbreaking Work of Staggering Genius y, hoy por hoy, uno de los dos o tres escritores jóvenes más hot de los Estados Unidos. Eggers, escritor multifacético típico del siglo XXI, también dirige, junto a su mujer Vendela Vida, la editorial McSweeneys, que publica la original revista de ficción del mismo nombre (cada edición viene en un formato distinto: una caja con ocho libritos, una novela gráfica, un paquete con hojas sueltas como si fuera junk mail, un libro de tapas duras encuadernado a la antigua, etc). También publican otra revista de literatura ("sólo críticas entusiastas") llamada The Believer, además de una "revista en formato dvd" llamada Wholphin (que incluye cortometrajes inéditos, documentales, programas bizarros de la TV japonesa, etc). Para complicar las cosas, The Believer también viene a veces con dvd. El último número incluye un dvd titulado "JLG in USA", con distintos cortos y documentales que registran el paso de Jean-Luc Godard por Estados Unidos, en distintas visitas durante los años 70 y 80. En uno de ellos, se advierte al mismo Tom Luddy, en la playa, fumando y charlando con Godard y Wim Wenders. Tom fue, de hecho, productor del King Lear de Godard, asociado con su amigo Francis Ford Coppola.

Eggers también figura como editor de la antología "alternativa", Best American Nonrequired Reading (de la serie Best American Stories y Best American Essays). En realidad, según me explicó Tom, los que leen y seleccionan el material son un grupo de estudiantes secundarios que participan de uno de los talleres de Valencia 826. Eggers y sus amigos (buena parte de la nueva camada de escritores americanos) dan clases gratuitas de escritura creativa y expositiva para los alumnos de las escuelas públicas de la zona. Los voluntarios del centro también dan clases u organizan actividades literarias en los mismos colegios. Uno de los talleres más populares, de un solo día, consiste en inventar una historia y crear un libro ilustrado, del que cada chico se lleva su ejemplar encuadernado, un libro de verdad. Hace poco publicaron un libro que se convirtió en un modesto best-seller: Thanks and Have Fun Running the Country: Kids' Letters to President Obama, con recomendaciones para Obama.

De jueves a domingo, en el centro funciona el sistema de drop-in tutoring: cualquier chico puede traer su tarea para que lo ayuden, o venir a discutir un libro que ha leído o, simplemente, leer. Los chicos de los colegios se codean con los escritores y editores y todos los que trabajan en relación a la editorial, que funciona en el mismo local. De hecho, la fuerza de la idea de Eggers viene precisamente de ahí, de esa vocación por borrar barreras entre creación y educación, entre el mundo literario profesional y el de los chicos de colegio. Tampoco ignora que los chicos, entre otras cosas, son lectores en potencia de todos los autores que pasan por ahí. Tom me explicó que pusieron el negocio de piratas porque el local estaba habilitado como comercio y pensaron que tal vez resultara más simpático para los chicos que, por ejemplo, una librería.

La clave del trabajo con los chicos, se dio cuenta Eggers, era el encuentro one-on-one, es decir, crear las condiciones para que se produzca el diálogo individualizado entre alumno y maestro. Para eso necesitaba muchos maestros. Para quitarle toda noción de sacrificio al "voluntariado", y para lograr la masa crítica de adultos, Eggers convoca a todo aquel que tenga al menos una hora por año para brindarle a los chicos. En algún caso, de alguien muy famoso, puede armar un fundraising breakfast, por ejemplo, la semana pasada con el cineasta Gus van Sant, por el que los interesados pagaron cien dólares por cabeza. Así, desfilan por Valencia 826 innumerables figuras del medio cultural local, nacional e, incluso, extranjeros de paso. Uno de los últimos fue Salman Rushdie, a quien Tom después llevó a almorzar a Vick’s Chaat House, la increíble rotisería/comedor hindú donde también comimos nosotros. Me fui con uno de los cuadernos de trabajo que utilizan en los talleres, con los ejercicios y consignas inventados por Eggers y cía, que van de lo "extremadamente práctico", como el taller para redactar la monografía requerida para ingresar a la universidad, a lo "extremadamente tonto" como el ejercicio dedicado a "escribir para mascotas" (aunque ésto último también tiene su secreta utilidad).

El éxito de convocatoria de Valencia 826 llevó a la creación de centros equivalentes en otras ciudades de Estados Unidos. Una idea: ya que copiamos tantas cosas de nuestros amigos del gran país del norte, pensé, ¿por qué no ésto?

Abajo, Eggers se explica, en la última conferencia TED (Technology, Entertainment, Design), donde fue premiado con $100.000 y la posibilidad de cumplir "un deseo para cambiar el mundo", en su caso, apoyo para la escuelita de Valencia 826.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buen post! Muy buena la idea!
LUCIO