Anoche asistí al final de una clase de teatro de Eduardo Milewicz, en un sótano misterioso, con aires de buhardilla bohemia parisiense, que está inaugurando en estos días en la calle Marqués del Duero, una ubicación improbable por lo señorial, a metros de la Puerta de Alcalá. A diferencia de muchos que enseñan/enseñamos como una especie de mal menor, por razones alimentarias, Milewicz se hace tiempo, en su intenso trabajo como director en la tele, para construir este espacio donde dar clases, hacer experiencias con actores para internet, pasar películas, hablar de su pasión por Chaplin, armar talleres con idolos personales como Mike Leigh y Agnes Jaoui, y otras yerbas por el estilo, como su proyecto personal, tal vez el más íntimo. Me produjo una extraña emoción escucharlo hablar de su proyecto y verlo en acción en su sótano de Marqués del Duero, como un científico loco, en su laboratorio, perdido en un experimento absurdo que cambiará el mundo.
3 comentarios:
Llegó a las once de la noche. Asomó con su entrañable sonrisa y con sombrero. La visita de Andrés a nuestra sala me llenó de alegría. Qué pena que los hombres ya no usemos sombrero. Lo presenté como a un director de cine que admiro y en el mismo momento sentí que la presentación era precisa e incompleta. Una retrospectiva de su obra en la filmoteca de Madrid es una excelente noticia. Pero también como titular resulta incompleto. A Andrés lo conoci en Montevideo, en un majestuoso hotel venido a menos. Compartimos habitación y en eso no hay ningún malentendido. Di Tella es, además o por sobre todo, un viajero. Alguien que cultiva el ejercicio de la curiosidad de un modo infatigable. Aún siendo "visitante" termina convirtiéndose en anfitrión. En este viaje no tuvimos ocasión de despedirnos. Y lo celebro, se que cualquier día de estos va a volver a asomar por El Sótano de Márqués de Duero 8, y con la excusa de una nueva visita, me alojará en esa novela que va escribiendo que es de aventura, de viaje, de detalles, de historia y de historias, de encuentros, de superficies y de raíces, de buenas preguntas y de un refinadísimo sentido del humor. Eduardo Milewicz. Madrid.
Vos usarías sombrero si lo necesitaras como yo, Mr Compañía!
Agradezco las bellas palabras.
Y si, mi último día en Madrid fue demasiado extenuante (como consta en estas crónicas, por cierto). Pero, como vos decís, por ahí es mejor no despedirse.
Y ya volveré por Marqués del Duero, no tengas ninguna duda.
Me quedé pensando mucho en todo lo que hablamos y, también, en lo que vi y palpé de tu sotano...
Me siento "tocado", como se decía en la batalla naval, con lo que decís que "aún siendo visitante se convierte en anfitrión". Tocado quiere decir: identificado.
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