Princeton, New Jersey
¿Cuándo comienza un viaje? A la hora de viajar parece ponerse en movimiento una trama. Pero ¿en qué momento empezó realmente esa trama, esa historia? ¿Cuando te despiden en la plaza de Belgrano tu amada mujer y tus amados hijos con pizza y helados que serán inolvidables durante un largo mes de ausencia? ¿O cuando subís al avión y contemplás con un poco de fastidio a tus compañeritos de las próximas once horas? ¿O fue más bien hace diez años, cuando viajaste a Princeton por primera vez para pasar "Montoneros, una historia" y "Prohibido"? ¿O comienza todavía más atrás, en el recuerdo del primer viaje a Estados Unidos, acompañando a tu Papá que iba a enseñar a la universidad de Berkeley, cuando tenías siete años? A lo mejor comienza en realidad cuando te despertás de un sueño robado del insomnio del avión, del que te queda una imagen efímera, que se desvanece demasiado rápido, de un sendero de tierra mojada, de un parque en Londres, tal vez el que atravesabas en la infancia para ir al colegio.
¿Cuándo comienza un viaje? A la hora de viajar parece ponerse en movimiento una trama. Pero ¿en qué momento empezó realmente esa trama, esa historia? ¿Cuando te despiden en la plaza de Belgrano tu amada mujer y tus amados hijos con pizza y helados que serán inolvidables durante un largo mes de ausencia? ¿O cuando subís al avión y contemplás con un poco de fastidio a tus compañeritos de las próximas once horas? ¿O fue más bien hace diez años, cuando viajaste a Princeton por primera vez para pasar "Montoneros, una historia" y "Prohibido"? ¿O comienza todavía más atrás, en el recuerdo del primer viaje a Estados Unidos, acompañando a tu Papá que iba a enseñar a la universidad de Berkeley, cuando tenías siete años? A lo mejor comienza en realidad cuando te despertás de un sueño robado del insomnio del avión, del que te queda una imagen efímera, que se desvanece demasiado rápido, de un sendero de tierra mojada, de un parque en Londres, tal vez el que atravesabas en la infancia para ir al colegio.
¿O será que empieza cuando mirás por la ventanilla del auto que te fue a buscar al aueropuerto y te lleva hacia la universidad, recorriendo ese paisaje "anodino" tan único de los Estados Unidos y tus ojos comprueban que ya estás en otro país? De pronto, al entrar a Princeton, nos cruzamos con un schoolbus amarillo, igual al que llevaba a Rocco a la escuela cuando vivíamos aqui, hace un par de años, y ahí medio que se me pianta el lagrimón. Y tengo la sensación de que puede llegar a ser ahí donde comienza el viaje, cuando me cae la monedita de que ha pasado el tiempo, cuando siento que vuelvo a otra vez a un lugar donde ya estuve, donde hay una historia, y eso se mezcla con la actualidad de mis sentimientos hacia mi hijo, que ya extraño pero que seguramente ya ni recuerde ese omnibus amarillo que a mí se me grabó en el alma. Y la cola que eso trae...
Apenas aterricé en el hotel, me fui a cumplir con mi ritual princetoniano de empezar la estadía con un café + bagel en el Small World Café de la calle Witherspoon. Justo estaba pensando en todo esto cuando de casualidad entraron al café mis amigos Paul y Pedro. Lo inesperado hizo del reencuentro algo todavía más emotivo. Y antes de poder darle más vueltas al asunto, el viaje ya había empezado...
10 comentarios:
Qué rico café con bagels, sos la envidia de Lola, Lola de acá, no tu hija. Que tengas un lindo viaje, acompañado del pajarito ladrón de comida de tu ventana.
Gracias por los buenos augurios para la "gira", Guille, y gracias por la envidia también, Lola. Los bagels de Small World Cafe son realmente envidiables... Hay sana envidia y de la otra: por ejemplo, la de Alejandra Almirón, que me quiere pinchar la ilusión de la aparición mágica del pájarito mágico, y dice que se trata de una paloma colombiana (colombina?) ladrona de mendrugos...
Ayer justo estaba charlando con Ricardo Piglia, que anda por acá. Le contaba la repercusión inesperada que tuvo "Fotografías" en la tele y que alguien de la tele (el guionista de varias novelas de exito) me dijo que le pareció "muy televisiva", en el buen sentido de la palabra. Yo en realidad siempre la pensé para la sala oscura y tengo la sensación de que requiere del espectador un grado bastante alto de atención, no sé si es el material más apto para la caja boba y el zapping. Pero Piglia me dijo que él pensaba que la película presenta todo el tiempo algo nuevo y que tal vez se puede agarrar en cualquier momento con el mismo interés, el que te hayas perdido el comienzo no impide seguir el hilo. Y que ese es actualmente uno de los mayores desafíos de las distintas formas artísticas, encontrarle la vuelta al espectador que encara las obras con atención flotante. El que alguien se quede mirando UN programa en la tele, como compromiso, equivale --o supera-- la decisión de comprar la entrada en el cine. Bueno, da para más el tema...
Este comentario último en realidad correspondía a la charla sobre el Equipo verde, pero se me chisporroteó y la publiqué acá.
Igual, calculo que tiene que ver con la pregunta de este post --¿cuando empieza algo?-- que es una pregunta para narradores, por supuesto.
Andrés: no sé que tenés contra los pajaritos colombianos, parecés chavista...
Te expliqué: son lindos, la gente los quiere y no se roban restos sino arepas recién horneadas.
cómo lográs que las fotos de Madrid, desde la terraza del Círculo, o la Filmoteca, parezcan la India; acabo de ver Fotografías, esta noche ahi mismo, y ayer Macedonio y La TV y vos, y más sorprendente me parece aún tu mirada de Madrid, donde vivo hace tanto y nunca la habia visto tan rosada como la puesta de sol en Madrás.
Mandrake
cómo conseguís que las fotos que sacaste desde la terraza del Círculo o las de la Filmo, en la calle Santa Isabel parezcan el cielo de la India. Acabo de ver Fotografias, allí mismo esta noche, y ayer Macedonio, y la TV y yo, y te encantaron.
cómo lográs que las fotos de Madrid, desde la terraza del Círculo, o la Filmoteca, parezcan la India; acabo de ver Fotografías, esta noche ahi mismo, y ayer Macedonio y La TV y vos, y más sorprendente me parece aún tu mirada de Madrid, donde vivo hace tanto y nunca la habia visto tan rosada como la puesta de sol en Madrás.
Mandrake
Estimado Mandrake: hay tanto MADRaz en MADRiz como India en las Indias. Y aunque no se me hubiera ocurrido sin tu comentario, ahora que lo pienso, el café del Círculo de Bellas Artes es igual al restaurant del viejo Madras Club (en idem)!
Es que vivimos en el mismo mundo, no? Y lo diferente no es tan diferente, lo exótico puede resultar familiar, y --si lo permitimos-- lo ajeno se puede confundir con lo propio...
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