En la vela de un restaurant donde comíamos todos los días -la gastronomía decididamente no es el fuerte del lugar- de pronto advierto la efigie del águila, alusiva a la "Casa del águila", una construcción bizarra sobre la playa con forma de águila, símbolo del balneario.
Una noche proyectaron en la Casa del águila, al aire libre, una película uruguaya filmada allí mismo en 1977, una muy apropiada bizarreada de los setenta llamada
El niño y la cometa. Alto momento de
cine de lo real o de
lo real del cine, no sé.
Ricardo Casas, generoso factotum de Atlantidoc, imperturbable frente a los azares festivaleros, tales como el miembro del jurado que desapareció, la pantalla que se voló en medio de una función al aire libre, la irrupción de la policía en medio de una noche en la habitación de algunos invitados, otros invitados que no se sabía si vendrían o no hasta el último momento, etc. Su calma en medio de la tormenta generaba un clima apacible, sumamente agradable, infrecuente en un festival de cine.
Más allá de todo lo demás, que fue mucho, para mí el Atlantidoc se justificó por el reencuentro con Hernán Musaluppi, productor-estrella de Martín Rejtman, Rodrigo Moreno, Pablo Stoll y mucho de lo más granado de la cinematografía rioplatense. Recordamos aquellos dias lejanos cuando nos unió la creación del BAFICI, en la que Hernán tuvo un papel decisivo.
Da ganas de volver a Atlántida con la caña de pescar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario