por Andrea Guiú
“Siempre estamos a punto de no entenderlo, y siempre puede estallar un relámpago de comprensión a destiempo”.
–Horacio González
Muerto hace 44 años –el mismo año en que Eva Perón entró a la inmortalidad de los mitos- Macedonio Fernández ha suscitado la atención, siempre perpleja ante su forjada inasibilidad de la crítica, la admiración de algunos de sus congéneres y el ejemplo para quienes trataron de emular algunos de sus gestos. Citas comunes resultan, ya, el recuerdo de Borges hijo, asociado al escritor gracias a la amistad de Borges padre, y la filiación práctica de la teoría macedoniana sobre el lector “salteado” en los textos de Cortázar. Tendencia vulgarizada, también, la de ficcionalizar al autor, convirtiéndolo en personaje de su propia obra –por ejemplo, el conversador que supera al escritor, según el autor de El Aleph-, reconocimiento elíptico respecto de una obra que merece ser leída per se como fecunda incitación. Y, por cierto, bajo la marca de su transitoriedad, que es la marca de un pensar que descree, críticamente, del hacer dogmático.
Pliegues, desviaciones voluntarias de autor que se constituyen en cambio en una actitud de vigilia intelectual cuyas claves parecen siempre escabullirse del identikit lector. Estudiosos como Ana María Camblong, Germán L. García y Horacio González han insistido en la imposibilidad de “congelar” los dispositivos de interpretación respecto a la textualidad del singular escritor. La mirada de Ricardo Piglia, que suscita aquí nuestro interés, organiza una topografía posible de los derroteros macedonianos como pistas del propio hacer narrativo del autor de Respiración artificial. Un corpus fragmentario –u “objeto astillado”, si seguimos a Germán García- cuyos indicios habrá que buscar en ciertos lugares.
Crónicas subterráneas
“A la literatura argentina hay que buscarla en ciertos lugares, por ejemplo, en una pieza de pensión del Once, donde un escritor se pasa los años escribiendo una novela que dura toda su vida”. Con estas palabras inicia Piglia/relator/viajero subterráneo el itinerario de imágenes que recorrerán los “lugares” donde sea posible encontrar las astillas del mapa textual del escritor. El trabajo del cineasta Andrés Di Tella –director también de la cinta Montoneros, una historia, proyectada el año paso en Córdoba-, financiado por la Secretaría de Cultura, y con guión compartido con el narrador de Prisión perpetua, escarba con auténtica curiosidad las facetas de quien aparece como enigma. ¿Quién era, realmente, Macedonio Fernández? (se) pregunta uno de los entrevistados. ¿Es el de Macedonio un “caso” para la literatura argentina?
La narración de este trabajo mantiene el clima de un policial: relatores que son testigos, tensa armonía de cuerdas como leit motiv musical, imágenes cinematográficas de archivo sugeridas como “evidencias”, una vieja grabadora que emula en off la voz de Macedonio leyendo sus propios textos… La pertinencia de estos recursos se asocia, indudablemente, a la propia factura de La ciudad ausente, la novela de Piglia que pesquisa, ya no sólo una vida posible, sino una máquina de hacer relatos que cifran la memoria. Imágenes de un mundo subterráneo de Buenos Aires –todo un mundo- abren y cierran el viaje a Macedonio, como sugerencia de su propia marginalidad. O de la posibilidad de leer al autor de Museo de la novela de la eterna desde “las orillas”: una pensión –el útero del Museo…-, una isla utópica –la del intento anarquista de su juventud-, un lugar en el Paraná –donde Las aguas bajan turbias, como fiscal absolutorio-: la territorialidad huidiza de Macedonio Fernández.
Una voz en tono menor
Como estaciones del “viaje” se sumarán los testimonios de quienes lo conocieron y trataron, y de quienes trataron de conocerlo a través de su obra: el escritor y psicoanalista Germán L García, el poeta Ricardo Zelarrayán, el artista plástico Roberto Jacobi, el músico Gerardo Gandini –compositor de la música de la ópera macedoniana de Piglia, que se estrenó el año pasado en el Teatro Colón- y, por supuesto, quien sabe mejor que nadie de los silencios y perplejidades de Macedonio Fernández: su hijo, Adolfo de Obieta. Las visiones de los entrevistados alternan con algunas cuestiones ya dichas, y al mismo tiempo sirven como retrato hablado de una personalidad que fascina, a cada cual, por aquello que ha nutrido sus propias exploraciones. Tres ejemplos: el rescate de Piglia respecto al intento de M. F. de organizar una comunidad anarquista en Paraguay –en calidad de “náufrago de la sociedad”-, hecho tomado casi episódicamente por Obieta. O el apunte original de Jacobi, cuando afirma que, a instancias del Museo de la novela de la eterna, M. F. Puede ser leído como un precursor del zapping y como creador de un software de lectura. O la definición de Gandini, quien imagina a Macedonio como un tipo que canta en tono menor. ¿Acaso sería posible pensar al hombre que huía de la luz natural en otro tono?
De Macedonio también “hablan” las imágenes de viejas películas: el filme de culto Invasión, de Hugo Santiago, con guión de J. L. Borges y Adolfo Bioy Casares, alrededor de un personaje central inspirado en M. F.; la ya citada Las aguas bajan turbias, de Hugo del Carril; La vuelta al nido, de Leopoldo Torres Ríos, y El crimen de Oribe, de Leopoldo Torre Nilsson. La ópera y su trastienda –“máquina de cantar de Macedonio”- aparecen también como puerta de acceso a una manera de leerlo. Curiosamente, acotamos, pues al escritor la ópera le parecía una “típica ningunidad del arte (cfr. Cuadernos de todo y nada).
Jirones de sus propios escritos, vaivén de conjeturas que no desdeñan a su gestualidad vital como correlato de su proyecto estético y viceversa, se articulan en un trabajo que, con buen ritmo, “dice” precisamente de la imposibilidad de abarcar a Macedonio Fernández. Y dice, de hecho, acerca de una obra siempre desafiante, cuyo legado más exquisito acaso sea, para este tiempo de transición finisecular, la actitud de sospecha lúdica y derogante frente a todo aquello que se proponga como certeza y dogma.
Muerto hace 44 años –el mismo año en que Eva Perón entró a la inmortalidad de los mitos- Macedonio Fernández ha suscitado la atención, siempre perpleja ante su forjada inasibilidad de la crítica, la admiración de algunos de sus congéneres y el ejemplo para quienes trataron de emular algunos de sus gestos. Citas comunes resultan, ya, el recuerdo de Borges hijo, asociado al escritor gracias a la amistad de Borges padre, y la filiación práctica de la teoría macedoniana sobre el lector “salteado” en los textos de Cortázar. Tendencia vulgarizada, también, la de ficcionalizar al autor, convirtiéndolo en personaje de su propia obra –por ejemplo, el conversador que supera al escritor, según el autor de El Aleph-, reconocimiento elíptico respecto de una obra que merece ser leída per se como fecunda incitación. Y, por cierto, bajo la marca de su transitoriedad, que es la marca de un pensar que descree, críticamente, del hacer dogmático.
Pliegues, desviaciones voluntarias de autor que se constituyen en cambio en una actitud de vigilia intelectual cuyas claves parecen siempre escabullirse del identikit lector. Estudiosos como Ana María Camblong, Germán L. García y Horacio González han insistido en la imposibilidad de “congelar” los dispositivos de interpretación respecto a la textualidad del singular escritor. La mirada de Ricardo Piglia, que suscita aquí nuestro interés, organiza una topografía posible de los derroteros macedonianos como pistas del propio hacer narrativo del autor de Respiración artificial. Un corpus fragmentario –u “objeto astillado”, si seguimos a Germán García- cuyos indicios habrá que buscar en ciertos lugares.
Crónicas subterráneas
“A la literatura argentina hay que buscarla en ciertos lugares, por ejemplo, en una pieza de pensión del Once, donde un escritor se pasa los años escribiendo una novela que dura toda su vida”. Con estas palabras inicia Piglia/relator/viajero subterráneo el itinerario de imágenes que recorrerán los “lugares” donde sea posible encontrar las astillas del mapa textual del escritor. El trabajo del cineasta Andrés Di Tella –director también de la cinta Montoneros, una historia, proyectada el año paso en Córdoba-, financiado por la Secretaría de Cultura, y con guión compartido con el narrador de Prisión perpetua, escarba con auténtica curiosidad las facetas de quien aparece como enigma. ¿Quién era, realmente, Macedonio Fernández? (se) pregunta uno de los entrevistados. ¿Es el de Macedonio un “caso” para la literatura argentina?
La narración de este trabajo mantiene el clima de un policial: relatores que son testigos, tensa armonía de cuerdas como leit motiv musical, imágenes cinematográficas de archivo sugeridas como “evidencias”, una vieja grabadora que emula en off la voz de Macedonio leyendo sus propios textos… La pertinencia de estos recursos se asocia, indudablemente, a la propia factura de La ciudad ausente, la novela de Piglia que pesquisa, ya no sólo una vida posible, sino una máquina de hacer relatos que cifran la memoria. Imágenes de un mundo subterráneo de Buenos Aires –todo un mundo- abren y cierran el viaje a Macedonio, como sugerencia de su propia marginalidad. O de la posibilidad de leer al autor de Museo de la novela de la eterna desde “las orillas”: una pensión –el útero del Museo…-, una isla utópica –la del intento anarquista de su juventud-, un lugar en el Paraná –donde Las aguas bajan turbias, como fiscal absolutorio-: la territorialidad huidiza de Macedonio Fernández.
Una voz en tono menor
Como estaciones del “viaje” se sumarán los testimonios de quienes lo conocieron y trataron, y de quienes trataron de conocerlo a través de su obra: el escritor y psicoanalista Germán L García, el poeta Ricardo Zelarrayán, el artista plástico Roberto Jacobi, el músico Gerardo Gandini –compositor de la música de la ópera macedoniana de Piglia, que se estrenó el año pasado en el Teatro Colón- y, por supuesto, quien sabe mejor que nadie de los silencios y perplejidades de Macedonio Fernández: su hijo, Adolfo de Obieta. Las visiones de los entrevistados alternan con algunas cuestiones ya dichas, y al mismo tiempo sirven como retrato hablado de una personalidad que fascina, a cada cual, por aquello que ha nutrido sus propias exploraciones. Tres ejemplos: el rescate de Piglia respecto al intento de M. F. de organizar una comunidad anarquista en Paraguay –en calidad de “náufrago de la sociedad”-, hecho tomado casi episódicamente por Obieta. O el apunte original de Jacobi, cuando afirma que, a instancias del Museo de la novela de la eterna, M. F. Puede ser leído como un precursor del zapping y como creador de un software de lectura. O la definición de Gandini, quien imagina a Macedonio como un tipo que canta en tono menor. ¿Acaso sería posible pensar al hombre que huía de la luz natural en otro tono?
De Macedonio también “hablan” las imágenes de viejas películas: el filme de culto Invasión, de Hugo Santiago, con guión de J. L. Borges y Adolfo Bioy Casares, alrededor de un personaje central inspirado en M. F.; la ya citada Las aguas bajan turbias, de Hugo del Carril; La vuelta al nido, de Leopoldo Torres Ríos, y El crimen de Oribe, de Leopoldo Torre Nilsson. La ópera y su trastienda –“máquina de cantar de Macedonio”- aparecen también como puerta de acceso a una manera de leerlo. Curiosamente, acotamos, pues al escritor la ópera le parecía una “típica ningunidad del arte (cfr. Cuadernos de todo y nada).
Jirones de sus propios escritos, vaivén de conjeturas que no desdeñan a su gestualidad vital como correlato de su proyecto estético y viceversa, se articulan en un trabajo que, con buen ritmo, “dice” precisamente de la imposibilidad de abarcar a Macedonio Fernández. Y dice, de hecho, acerca de una obra siempre desafiante, cuyo legado más exquisito acaso sea, para este tiempo de transición finisecular, la actitud de sospecha lúdica y derogante frente a todo aquello que se proponga como certeza y dogma.
Andrea Guiú me hizo llegar esta nota -casi de anticuario- sobre mi película Macedonio Fernández, publicada en La voz del Interior, el 14 de marzo de 1996. Fue una de las pocas reseñas que mereció la película, en una época en que la crítica cinematográfica local ignoraba todo lo que no fueran los estrenos comerciales de los jueves.
foto: Ricardo Piglia en Macedonio Fernández de Andrés Di Tella.
17 comentarios:
Es un documental maravilloso. La imagen de Piglia narrando y explicando la utopía macedoniana, sentado en un bote en algún lugar del Río de la Plata, anticipa la escena de Ramachandra, explicando las complejidades del cruce de la India y la Argentina a Andrés, en un lago patagónico, en el film Fotografías. ¿Por qué esos dos momentos se narran en el agua, sobre un pequeño bote que encierra y protege a los personajes? Quizá, de alguna forma, estas escenas imitan la imposible escena del padre pescando con el hijo, lugar donde los hombres sabios de la tribu transmiten la cultura a sus descendientes. Muy lindo film.
Buena interpRRetatzion, Doktor Firbas! Y hasta puede que así sea. Hace poco me sorpendí filmando otra escena, con Caldini, muy parecida a alguna que ya había filmado antes, con Ramachandra. Todo se repite o se recicla o es una forma de volver a buscar lo mismo, que nunca se encuentra...
abrazos
linda reseña... ganas de ver todas estas pelis inspiradas en MF... a partir de la tuya, of course
En realidad, la relación de esas peliculas con Macedonio es una "hipótesis" que inventamos con Piglia, presentada en la película como "hechos". En el caso de "Invasión" es bastante verosímil ya que, como se sabe, el guión lo escribió Borges.
¡Quiero volver a hacer un documental sobre literatura!
¿Cuándo y dónde se da la película?
LUCIO
Gracias Andrés! fue un gran lujo para los cordobeses descubrir a ese Macedonio tuyo esa noche en el Cineclub La Quimera. Quedamos a la espera de otro documental literario (aunque Fotografías es un documento literario, entre la novela familiar y la autoficción, ¿no te parece?). Un abrazo.
Es mi preferido.
también descubrí Macedonio y Montoneros en La Quimera, en Córdoba, hace ya muchos años. Algunas imágenes son inolvidables. Actualmente, proyecto todos los años Fotografías en la materia Semiótica, en un colegio secundario, como ejemplo de lo que dice la autora de la reseña en su comentario. Daniela Spósito
Pero si usted siempre hace documentales sobre literatura, y es un escritor que hace películas geniales!!
Lucio: la película se DIO una noche cordobesa hace 13 años, en el citado cine club La Quimera. Qué lindo que Andrea y Daniela recuerden de ese modo aquella noche... ¡Un cariñoso recuerdo -dicho sea de paso- para ese prócer cordobés de la cinefilia, Juan José Gorazurreta!
Sí, es cierto. Firbinsky tiene razón: soy un escritor frustrado que "escribe" documentales. Lo de "genial" lo tomo en la acepción que alguna vez le dio Borges en una crítica (negativa) de El ciudadano de Orson Welles: "No es inteligente, es genial: en el sentido más nocturno y más alemán de esta mala palabra". jajaja
No entiendo lo que dice sobre los textos de cortazar y el lector salteado, me parece que ellos no tenian nada en comun, ni personal ni literario.
parrafo uno, el juega con los meta niveles, al referirse a el mismo dentro del texto que esta escribiendo. Es cierto que merece ser leida desde la transitoriedad, ya que al romper las leyes,de la realidad, como ser cuando declara que el cordon de la vereda lo ataco,
esta situacion no cumple mas con la logica binaria de lo verdadero o falso, real o irreal. Se basa en otro paradigma en ell cual pueden coexistir en un mismo estadio dos evaluaciones opuestas de lo mismo, es falso y tambien es cierto, Esta situacion suele entenderse como transitoria, no permanente, como una rareza. Aunque partiendo de la logica difusa, en la cual las cosas tienen grados de probabilidad de certeza y de mentira pero nunca estan del todo definidas, su valor es ´probabilistico, nunca conocido con certeza, Por otro lado si mal no recuerdo hay un cuento de borges en el cual el se encuentra con el mismo de viejo, esta situacion analoga a la analizada anteriormente.
Identikit?Corpus fragmentario? Que significa eso? Me parece que no son el tipo de terminos adecuados para hablar de la obra de Macedonio. Apesar de ser cierto que no se puede congelar la interpretacion, esta se puede adaptar mas harmonicamente.
Que interesante escuchar a los que lo conocieron, especialmente a Gandini, el cual me resulta un hombre muy integro. a Piglia cpn sus interesantes y casi siempre acertaos analisis Y tambien su hijo, El resto de los personajes no los conozco lo suficiente como para saber si me interesano no. De todas formas me resulta muy lucido el comentario de jacobi acerca de ser el precursor del zaping por medio de la novela eterna.
Estoy encantada de saber que existen tantas cosas relacionadas con macedonio que se han hecho. No tenia la menor idea de su existencia, y tampoco de gente que se interesara tanto como yo por sus textos.
Interesante el siguiente parrafo. Es cierto que es practicamente imposible abarcarlo, Borges dijo de los textos de MF que casi todo lo que escribio en su vida fue un intento de redactar un texto tan bueno como los de macedonio,. pero que nunca logro. su objetivo. Yo creo que la obra de MF es principalmente exploratoria, un intento de ir mas alla de los limites existentes en la literatura- de jugar con ello. de ex´ñprarñps. Una busqueda de la literatura a partir de la comprencion de la arbotraroedad de las reglas, Tambien es cierto que tenia una actitud de rebeldia, de luchar contra lo establecido, pero a su manera.
Fotografo. ´podrias incicarme por favor como conseguir ese documental para verlo? Seria realmente una gran alegria ´para mi eso. Tambien tengo un amiigo que te puede interesar para conversar, ya que ha escrito 2 libros extraordinarios sobre borges, emtre otras cosas,, su site es www.internetAleph.com, el se llama martin hadis.
Maravilloso descubrimiento resulta esta informacion para mi, te agradezco..
Mariana: se me hace un poco difícil responder a tu comentario, lleno de observaciones interesantes por cierto. Respecto de las objeciones que hacés al artículo, te tendría que contestar Andrea Guiú, la autora, aunque tantos años después (pasaron 14 años desde que se publicó) no sé si será capaz de hacerlo...
La película fue editada, como "extra", en el mismo DVD de "Montoneros, una historia", que se consigue fácilmente.
Muchas gracias por la information, saludos
M
Mariana: aguardo tu comentario cuando la hayas podido ver...
Lo cierto es que no pude conseguir la peli aun, ademas no practico eso de bajar cosas por internet. Te queria avisar al menos que ese es el motivo por el cual no conteste previamente.
Saludos
Hola Andrés, mis disculpas por no responder antes, hoy entro y veo la intervención de Mariana. Por cierto, no sé si pueda "defender" lo escrito hace tanto tiempo, no porque crea que hoy lo haría mejor, sino porque quizás encontraría aspectos que se me escaparon entonces... Lo del "identikit" es probable que haya surgido por el cruce con otra lectura de esa época, "La ciudad ausente", del propio Piglia, inspirada ciento por ciento en la vida y obra de MF (que era un personaje allí, un "ausente" de enorme gravitación estética y política en esa novela) Piglia y Gandini hicieron después una versión operística sobre ella. Ojalá, Mariana, puedas ver "Macedonio", yo la descubrí primero en la tele, y después, con el permiso de Andrés, la proyectamos para la presentación de un número dedicado a MF de una revista que hacíamos con unos amigos de letras. Sería bueno que el canal Encuentro la repusiera, para que la vea mucha más gente. Gracias de nuevo, a ambos, por este intercambio.
Andres y andrea:
Andres primero que nada te agradezco mucho haberte tomado la molestia de ponerme en contacto con Andrea, me resulta un gesto muy lindo muy lindo de tu parte.
Andrea, no es cuestion que defiendas lo que escribiste en lo absoluto, me parece que mas divertido es que intercambiiemos informacion, ademas quien puede interpretar a este hombre correctamente, te digo que no me parece una tarea para nada sensilla. Ya el hecho de enterarme que gandini hizo una version operistica me resulta maravilloso (yo estudie musica un buen tiempo y mi profesor tocaba con gandini, jazz obviamente), tambien me admira saber que hiciste una revista sobre sobre el mismo, que genial, debe haber sido interesantisimo. Quizas conozcas a mi tio y sus sequaces, que estaban en esas ondas, creo que por ellos conoci a macedonio, franklin soffer y juan lepez, tomas abrham, que hacian eventos culturales en paladium en una epoca. Yo tambien espero lograr ver el documental, realmente me encantaria. (aca encontre un link, es este http://en.sevenload.com/videos/qlTn7W1-Macedonio-Fernandez?).
Andres, acabo de caer que esto lo hiciste vos, te felicito hombre, luego termino de verla y te comento.
Estoy muy contenta con esto, gracias por hacerme descubrir estas cosas, por haber hecho cosas interesantes y por intercambiar palabras con ustedes.
Saludos!
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