La ficción del recuerdo
ANDRÉS DI TELLA, UN DESTACADO CINEASTA ARGENTINO, PRESIDE EL JURADO DE LA SELECCIÓN DOCUMENTAL DEL FESTIVAL DE CINE DE LIMA. CONVERSAMOS CON ÉL ACERCA DE SU TRABAJO Y DE LOS LÍMITES ENTRE FICCIÓN Y REALIDAD EN EL CINE DOCUMENTAL
Por Rodrigo Bedoya
Invitado como presidente del jurado de la sección documental, nos visita el cineasta argentino Andrés di Tella. Si bien su obra es prácticamente desconocida en nuestro país, su elección resulta de lo más atinada puesto que ha dirigido interesantes películas como “La televisión y yo” (2002) y la notable “Fotografías”, en la que se convierte en el protagonista, pues el documental relata su viaje a la India en busca de sus raíces. La retrospectiva de su obra está siendo proyectada, en el marco del Festival de Cine de Lima, en el Centro Cultural de España.
¿Cómo nace tu interés por el documental?
Un poco por casualidad. Una vez me llamó un cineasta llamado Alberto Fischerman, a quien había entrevistado, y me preguntó si me interesaba ayudarlo en una investigación sobre un escritor polaco que había vivido en la Argentina. Así comencé a trabajar en cine. Lo interesante del documental es que permite evocar en cada testimonio distintos recuerdos a través de la memoria, de la subjetividad. Si uno saca la vena documental, un testimonio no es más que un recuerdo, el cual siempre está teñido de subjetividad y de ficción, en tanto uno está recreando algo en la mente influido por factores psicológicos, sociales, entre otros. Cuando uno empieza a editar las entrevistas que se hacen para un documental, va descubriendo las inconsistencias que implica el recordar.
Tus documentales más recientes, como “La televisión y yo” y “Fotografías”, son experiencias mucho más introspectivas, pues te vuelves el protagonista. ¿Cómo te interesó realizar ese tipo de trabajos?
Empecé a sentir como algo cansador el tener que simular que en los documentales no existen los que hacen la película. Es un pacto de invisibilidad entre documentalista y espectador, y para llegar al mismo hay que borrar miles de rasgos, fingir que los personajes que uno ve en la pantalla se desenvuelven solos. Eso, combinado con mi sensación de que la noción de testimonio es más escurridiza y fantasmal de lo que uno cree, hizo que yo cruzara la línea invisible que separa al documentalista del documental. En “La televisión y yo”, por ejemplo, hablar de la familia Jankielewicz (aquella que llevó la televisión a la Argentina) me permitió mezclar muchas historias y recuerdos personales, como la historia de mi abuelo, por ejemplo, que tiene muchos puntos en común con la de los Jankielewicz.
En “Fotografías”, ¿cómo manejaste el hecho de grabar a tu familia?
Aparentemente, grabar a tu familia sería lo más fácil porque la tienes a la mano. Pero, por el contrario, es lo más difícil del mundo. Cuando hago documentales busco momentos de vida, el instante preciso en el cual el entrevistado te dice algo inesperado, que te sorprende a ti y lo sorprende a él mismo. Mi padre, por ejemplo, con una cámara al frente, me contó cosas que nunca antes me había narrado. Uno puede pensar que la cámara puede inhibir, pero lo cierto es que la gente muchas veces te dice cosas que no se atrevería a decir sin tener un aparato al frente. En todos nosotros hay un instinto de dar testimonio, contar lo que vivimos y lo que nadie sabe sobre lo que hemos vivido. Además, yo hablo mucho con las personas a las que busco sacarles testimonios, y creo que ese intercambio hace que la persona agarre confianza y comience a contar cosas personales.
¿Preparas mucho tus documentales o vas trabajando sobre la marcha?
Si bien hay todo un trabajo que hace que todo parezca hecho sobre la marcha, uno tiene que preparar el documental: hay que presentar un guion al Instituto Nacional de Cine y a las fundaciones o televisoras interesadas en financiar el proyecto. Lo que parece casual en realidad no lo es tanto. Sin embargo, busco siempre estar atento a lo inesperado y reflejar el hecho de que así fue la aproximación a la historia. También hay ficción: yo mismo hago en ciertos momentos una especie de actuación y hay escenas que las hicimos especialmente para grabarlas. Pero no por eso deja de ser real. No me gusta el discurso de que documental y ficción es lo mismo: existe un compromiso del documentalista de que lo que está contando es verídico. Claro, eso no significa que exista un registro puro de la realidad: meter una cámara en un lugar determinado transforma de por sí toda una situación. Para mí, el documental es ser fiel a la experiencia de la investigación y de los encuentros que uno ha tenido para hacerlo. Lo que uno filma después hay que manipularlo para que el resultado sea fiel a esa experiencia.
fuente: www.elcomercio.com.pe
5 comentarios:
Muchas ganas de ver “La televisión y yo” y/ o “Fotografías”; espero coordenadas porteñas!
Pablo Jason dijo...
esperamos el relato gourmet del viaje!
Muchas gracias por la información. Causalidad entonces que sea de Pécora también, aunque el corto no me suena. Tendré que ver si lo pasan por canal (á), hoy en día no tengo mucho alcance al cine independiente.
De todas formas, seguiré pasando por aquí para informarme.
Un saludo!
felicitaciones Andrés
LUCIO
grosso Andres!!
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