jueves, 26 de agosto de 2010

una cruza


La semana pasada murió Hugo Guerrero Martinheitz, el legendario locutor radial, aka El Peruano Parlanchín. Durante mucho tiempo, yo fui un fiel "radioescucha", como nos denominaba Martinheitz (siempre preferí la radio a la tele). Martinheitz tenía un criterio muy ecléctico para pasar música, siempre rigurosamente fuera de moda, es decir, sacrificando la payola de las novedades discográficas. Entre una canción de Tony Bennett y otra de Paco Ibáñez, elaboraba largos soliloquios (de ahí su apodo) en los que, a menudo, perdía él mismo la hilación de lo que estaba diciendo, sin por eso dejar ni un minuto de hipnotizar a los oyentes, con aquella entrañable cadencia peruana (una vez lo conocí en persona y descubrí que su modo de hablar, tan arquetípico, era una exageración o, mejor dicho, una actuación). De pronto, se interrumpía con unos efectos sonoros muy caseros, como si tuviera un detector de oyentes: "TRAC TRAC... alguien más clavó la sintonía en El Show del Minuto por Radio Splendid..." O empezaba a sonar un teléfono que nadie atendía. Siempre me quedó la duda si se trataba de llamadas reales o no. En todo caso, daba la sensación de que estaba en un estudio improvisado en su propia casa, sin técnicos, él mismo su propio operador. Así me lo imaginaba. Martinheitz también leía cuentos, como nadie. Tengo un recuerdo lejano pero muy nítido de haber escuchado Una cruza de Franz Kafka, en su voz. Otra vez, años después, iba manejando y tuve que estacionar un rato para seguir escuchando hasta el final el cuento que estaba leyendo (El guardagujas de Juan José Arreola, lo recuerdo). Quise hacerle una especie de homenaje en mi película Fotografías. Escribí una escena en la que recordaba aquella lectura de Una cruza. Pero, como suele pasar con tantas ideas, quedó en el tintero y no la llegué a filmar. Qué pena. Ahora que ya no está entre nosotros, lo evoco trascribiendo aquella escena "inédita".
-Andrés Di Tella



TITULO

Sobre fondo negro: R DE RAZA

DETALLES DE APARATO DE RADIO

Parlante de aparato de radio de los 70. Se oye la voz del relator Hugo Guerrero Martinheitz leyendo un relato de Kafka, “La cruza”. Ahora vemos a Guerrero Martinheitz, una mezcla de razas latinoamericanas pugnando en su rostro y su acento argentino-peruano.

Guerrero Martinheitz:
Tengo un animal singular, mitad gatito, mitad cordero. Lo heredé con una de las propiedades de mi padre. Sin embargo, sólo se desarrolló en mi tiempo, pues antes tenía más de cordero que de gatito. Ahora participa de ambas naturalezas por igual. Del gato, la cabeza y las uñas; del cordero, el tamaño y la figura; de ambos, los ojos, salvajes y encendidos…

Voz de Andrés off:
Una vez escuché en la radio un cuento de Kafka, “Una cruza”. El final me pareció terrorífico, casi un vaticinio que debía tomar personalmente: “Tal vez el cuchillo del carnicero fuese una liberación para este animal, pero como lo he recibido en herencia debo negárselo. Por eso tendrá que esperar a que el aliento le falte de por sí, a pesar de que, a veces, me mire con ojos humanos, inteligentes, que incitan a obrar inteligentemente.”

EXT DIA CALLE LONDRES

Un inglés de mediana edad, entrevistado por la calle, expresa su odio a los inmigrantes negros o chinos o paquistaníes o hindúes.

INT DIA DEPTO DE ANDRES

Primer plano de Andrés mirando a cámara, o mejor dicho, exponiendo su rostro para ser observado.

Después, lo vemos revisando las hojas de un antiguo volumen de tapas verdes, denominado “Razas del mundo”.

DETALLES DE GRAFICA

Desfilan imágenes de rostros de diversos orígenes étnicos, tanto en fotografías como en dibujos e ilustraciones varias provenientes del libro.

Voz de Andrés off:
Desde chico, siempre tuve un interés malsano por la fisionomía y los tipos étnicos. Secretamente, evaluaba cada cara que veía para deducir su origen étnico. Me interesaban particularmente las personas que no me resultaba fácil identificar. En algún momento empezé a pensar por qué tipos podría pasar yo: Griego. Turco tal vez. O brasilero. Persa. Siciliano… En Inglaterra, una vez fui a una fiesta de disfraces disfrazado de “griego antiguo”, con una sábana. Todos creyeron que iba de Mahatma Gandhi.


9 comentarios:

Maria Rosa Andreotti dijo...

¡Entrañable el Negro Guerrero Martinheitz! Cuántas horas me pasé escuchándolo leer cuentos! ¡Si habré llegado tarde a citas esperando que el cuento o sus deliciosas entrevistas terminaran! Todavía me resuenan sus carcajadas, su voz morosa, como desafiando las reglas del arte. Manejaba con discrecionalidad y placer el tiempo de la radio. ¡Qué placer recordarlo!

Renata Cardarelli dijo...

Excelente crónica Andrés ....
También eran excelentes sus charlas-reportajes por tv en los primeros ochenta .." A solas" ..
Como siento que no hayas podido filmarlo ...!

JL Cancio dijo...

Fernando Peña contaba que en su niñez, cuando escuchaba por radio a a Martinheitz, pensaba que esa era la voz de Dios.

Fotografías dijo...

Las carcajadas del Negro Martinheitz! Sí! Aún resuenan en mis oídos!

"Manejaba con discrecionalidad y placer el tiempo de la radio". Bien dicho, M Rosa. De ahí seguramente su poder hipnótico. En la tele no era lo mismo. Tenía sus virtudes, pero se veía demasiado el teatro, mientras que en la radio quedaba todo librado a la imaginación. En fin, tal vez sólo se trate de mi debilidad por la radio. O antigua debilidad. Porque hace años que no escucho más la radio. Sólo sintonizo la radio del recuerdo, como Orfeo, en aquella película de Cocteau, que trata de captar en la radio mensajes cifrados del Más Allá.

Fotografías dijo...

La voz de Dios... o la del Diablo.

Anónimo dijo...

Hola Andrés
te leo cada vez que puedo , es un gusto. Mi recuerdo es mi mamá planchando y escuchando radio y yo cerca escuchando también " El show del Minuto" y el olor a la ropa planchada, tan lindo, tan particular. Me acuerdo que leía unos cuentos para chicos de "Cri Cri",(están en formato digital en Internet) y que pasaba y pasaba un mismo tema muchas veces.
Mi infancia.
Saludos, Floriana

Fotografías dijo...

El recuerdo de Floriana me recuerda aquel texto de Proust, "Sobre la lectura", del que copio el primer párrafo:

QUIZÁ no hubo días en nuestra infancia más plenamente vividos que aquellos que creímos
dejar sin vivirlos, aquellos que pasamos con un libro favorito. Todo lo que, al parecer, los llenaba
para los demás, y que rechazábamos como si fuera un vulgar obstáculo ante un placer divino: el
juego al que un amigo venia a invitarnos en el pasaje más interesante, la abeja o el rayo de sol
molestos que nos forzaban a levantar los ojos de la página o a cambiar de sitio, la merienda que nos
habían obligado a llevar y que dejábamos a nuestro lado sobre el banco, sin tocarla siquiera,
mientras que, por encima de nuestra cabeza, el sol iba perdiendo fuerza en el cielo azul, la cena a la
que teníamos que llegar a tiempo y durante la cual no pensábamos más que en subir a terminar, sin
perder un minuto, el capítulo interrumpido; todo esto, de lo que la lectura hubiera debido impedirnos
percibir otra cosa que su importunidad, dejaba por el contrario en nosotros un recuerdo tan
agradable (mucho más precioso para nosotros, que aquello que leíamos entonces con tanta
devoción), que, si llegáramos ahora a hojear aquellos libros de antaño, serían para nosotros como
los únicos almanaques que hubiéramos conservado de un tiempo pasado, con la esperanza de ver
reflejados en sus páginas lugares y estanques que han dejado de existir hace tiempo.

Lucio dijo...

Nunca llegué a escuchar a Martinheitz en la radio. Igual, en la tele era un bicho raro, alguien que hacía las cosas de otro modo, eso se notaba.

Lucio dijo...

Lindo texto, me olvidé de decir.