miércoles, 7 de noviembre de 2007

Pasaje a la India


miércoles, junio 06, 2007
Entrevista a Andrés Di Tella

Andrés Di Tella decidió enfrentarse al “fantasma hindú”: la herencia de su madre y el silencio que ella transmitió sobre sus raíces, fueron el detonante de Fotografías, el documental que este mes se estrena en el Malba.
x Cynthia Sabat / Fotos x Luis Sens



¿Cuál fue el punto de partida de Fotografías?
El proyecto se inició una noche que mi papá me dio una caja con fotos. Mi vieja había muerto hacía poco, y las fotos eran de mis padres cuando eran jóvenes, y de la familia de mi madre, que era hindú. Para mí todo eso era algo ajeno. Durante un tiempo me dediqué a mirarlas e imaginar. Muchas veces a uno le cuesta preguntarle cosas a sus padres, es como un tabú, algo universal. En mi caso mi madre no me hablaba de la India, de su herencia, y por algo era. Hacer este documental cambió mi relación con el mundo. Poder transmitírselo a mi hijo Rocco fue un cambio enorme.

¿Cuál pensás que es el lugar de la subjetividad en el documental?
Los documentales siempre han sido subjetivos. La diferencia es que antes disimulaban su subjetividad, pretendían ser objetivos, pero siempre hubo una elección de los materiales, un punto de vista, eso es inevitable. Hay cierto código del documental que intenta hacerle creer al espectador que lo que está contando es la verdad. Yo llegué al documental más subjetivo al chocarme con los límites del documental convencional: había mucho artificio en disimular la presencia de un narrador, de mí. La verdad del documental está en el encuentro del equipo de realización y su objeto. A mí siempre me fascinó la literatura autobiográfica, por ejemplo varios de origen hindú que me interesaron por motivos obvios son Hanif Kureishi y V.S.Naipul. Ellos escriben en inglés, y cruzan lo personal con lo histórico y lo público. Eso me interesa mucho.

¿Cómo pensaste este cruce entre lo personal y lo público en Fotografías?
Me siento muy agradecido al que abre su corazón con generosidad y cuenta su experiencia personal, porque todos necesitamos la experiencia del otro. Y las historias de familia son muy complicadas de sacar a la luz. Es una paradoja porque la familia es lo que uno tiene más a mano, y muchas veces es una aventura difícil. Creo que cuando hablás de tu familia no hay donde esconderse. Hay una novela familiar que uno se cuenta (ya lo dijo Freud), pero yo traté de construir con eso una historia: mi relación con mi mamá y su parte hindú, que ella nunca me contó. El documental cinematográfico permite -gracias a la proyección en la que uno está a oscuras y nadie lo mira- aflorar ciertas emociones, posibilita la identificación, y comprender tu propia vida gracias a la vida de a quien está viendo.

Hay una tendencia del documental de hacer visibles sus procedimientos, las dudas y contramarchas. En vez de convocar a “testimonios irrefutables”, aquí hay una prueba y contraprueba constante.
Yo creo que esto de mostrar las cartas, decir “fui a buscar algo y me encontré con otras cosas” es para el espectador un soplo de aire fresco.

¿Cómo encaraste el viaje a la India?
Cuando vivía en Inglaterra tuve experiencias de racismo, de haber sido confundido con un hindú. Eso, sumado a que mi mamá nunca me había contado nada, volvían al viaje una experiencia de la que dudaba (pensaba “si mi mamá se fue, por algo es”). Pero me dije “tengo que hacerlo para la película”. Fue un experimento, y fue estar en un lugar ajeno y propio (lo que Freud llamaría “lo siniestro”). Estuve mucho tiempo sin dormir, y sin saber qué era lo que estaba haciendo exactamente. La realidad de la India se presta a eso.

Este tipo de documental tiene un riesgo: que al final del viaje la película, como narración, haga agua. ¿En qué momento encontraste la historia que finalmente se contaría?
Te voy a decir la verdad: el primer armado fue un desastre, no tenía sentido. Durante un año la película estuvo parada. Tuve que hacer un segundo viaje a la India, porque me di cuenta de que me faltaba desarrollar el personaje de mi primo. El montaje fue un momento crucial. El rol de Marcelo Céspedes y de Carmen Guarini como productores fue fundamental: me bancaron durante tres años de proceso. El documental es tiempo. Vos filmás, pero eso tiene que madurar. Se necesita tiempo para entender lo que pasó y lo que te pasó mientras filmabas. Esa es la clave del documental cinematográfico.
Esta entrevista se publicó en el N°71 en la revista Haciendo Cine
www.haciendocine.com.ar

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, Andrés. Mi nombre es Carolina, estudio periodismo en TEA y trabajo el Depto. de Economía de la Universidad Di Tella. Estoy preproduciendo una nota sobre el boom de los documentales de los últimos años y me interesaría hacerte una breve entrevista. La idea es preguntarte sobre qué creés vos que cambio en la realización documental para que el público los vaya a ver como va a ver una película comercial. No sé si chequeás seguido el blog, así que pienso enviarte esta solicitud a una dirección electrónica que tengo. Desde ya, muchas gracias. Un cordial saludo, CaroCabana.