jueves, 10 de febrero de 2011

Hacerme feriante


Hacerme feriante es un documental de Julián D'Angiolillo que se acaba de estrenar en el MALBA. En rigor, Hacerme feriante tuvo su verdadero estreno la semana pasada, en una rara función de madrugada, en la Feria de La Salada, donde D'Angiolillo debió internarse durante meses para filmar. (En esos estrenos paralelos entre el MALBA y La Salada, dicho sea de paso, se cifra el destino paradójico de muchos de nuestros documentales). Lo más interesante de la película es que D'Angiolillo describe un universo entero, el de los que viven de la feria, desde un punto de vista, no sé cómo definirlo... práctico. Filma sin impacientarse una asamblea en la que los miembros de una de las cooperativas discuten, de modo muy concreto, la conveniencia de modificar o no los horarios habituales de la feria (si entendí bien, martes y jueves desde la medianoche hasta las seis de la mañana). Con la misma paciencia, filma las negociaciones entre los punteros políticos de la Municipalidad de Lomas de Zamora y los feriantes que deben desplazarse por orden judicial para hacer lugar a la -prometida- limpieza y parquización de las márgenes del Riachuelo. Desde una cabina con varios monitores, observa cómo funciona la seguridad del predio e, incluso, la de los micros con clientes que vienen llegando desde el interior. Etc.

Más allá de su estatuto de símbolo de la economía trucha, estoy seguro que la mayoría de los espectadores compartirán mi ignorancia sobre el funcionamiento real de La Salada. Yo también desconocía su esplenderoso pasado como balneario peronista, reflejado en una preciosa secuencia inicial de montaje de viejos noticieros. D'Angiolillo juega irónicamente con el valor informativo del documental al empezar con una rápida recorrida por la información que brinda al respecto internet. También nos muestra cómo hacen, en la fábrica pirata de la feria, la tapa de la edición trucha de su propia película (que se vendió a $5 en el estreno en La Salada y se rifó en en MALBA). Pero después de esa introducción algo juguetona, decide prescindir de toda intervención directa y -a la manera del documental de observación clásico- nos sumerge en el universo La Salada, describiendo el trabajo de los que trabajan y dejando que lo que se dice sea dicho exclusivamente por los propios feriantes. La ventaja de este modo de aproximación es que el director deja que nos hagamos nuestras propias preguntas -y esbozemos cada uno una respuesta tal vez diferente- sobre lo que estamos viendo. La opinión, en el documental, es en todo caso más una consecuencia del montaje, de la estructura narrativa, que de cualquier gesto declamativo. Y eso se agradece.

Conocí el trabajo de D'Angiolillo, que antes que cineasta es artista plástico, a través de un libro suyo que me pasó Claudio Caldini: La desplaza / biogeografía del Parque Rivadavia. Se trata de un libro absolutamente único en su género, que mezcla autobiografía, urbanismo, política, historia, proyectos, dibujos, fotos, mapas, para contarnos la historia de las transformaciones de algo que suponíamos conocer tanto -hemos sido asiduos- como el Parque Rivadavia. "No puedo hablar de mí sin hablar del Parque", dice D'Angiolillo. Dado ese antecedente, confieso que extrañé en Hacerme feriante una intervención más directa del autor, una mayor hibridez en los materiales y las formas. Capaz que el mismo título me hizo creer que D'Angiolillo se "haría feriante" y que su experiencia como tal sería el eje de la cuestión. Expectativa errada e injustificada, desde ya, que seguramente tiene más que ver con mis propias ganas de hacer cosas raras con el documental que con cualquier otra cosa (el título, en realidad, viene de una canción que Argentino Luna le dedica a La Salada). De hecho, Hacerme feriante, tal como es, cumple con la primera premisa del documental, al introducirnos con gran autoridad en un mundo desconocido que resulta ser -a la vez- nada más ni nada menos que nuestro propio mundo. La Salada como metáfora de la Argentina: todos somos feriantes. En ese sentido, hay que decirlo, se trata de cine político ejemplar.

-Andrés Di Tella

Hacerme feriante de Julián D'Angiolillo
MALBA
sábados y domingos 18hs.

4 comentarios:

Maria Rosa Andreotti dijo...

Me gustó, Andrés, tu comentario sobre la peli de Julián, de La Salada como metáfora de la Argentina, "todos somos feriantes". Me gusta el abordaje de Julián, abierto, la peli se completa en la cabeza del espectador.

Claudio Caldini dijo...

excelente reseña Andrés!

Laurie Perez Campana dijo...

m bueno andrés!

Lucio dijo...

Buenísimo. Vamos a verla este fin de semana.