Revolver las cajas con pruebas, meterse en esa intimidad de los procesos, devuelve a estos tres grandes al lugar de exploradores, de laburantes, de buscas... Y lo mismo corre para el curador y la muestra. Ueno equipara a estos tres capos, y a sí mismo, con otros fotógrafos, con cualquiera, con cualquier observador sensible, cazador de epifanías, perseguidor de formas... Las fotos, así manipuladas, regresan al terreno de la práctica, al territorio de lo perfectible, de lo debatible, lo decidible, del criterio y el gusto, del capricho.
Otro ejemplo para ilustrar una idea que se desprende: en una de las vitrinas hay un paquetito de copias mini, una pila (una bocha) de fotos, sostenidas por una banda elástica. Vemos la cara superior, una que se asoma, tres desplegadas en la base. Y queda en evidencia que sólo vemos la punta del iceberg, que detrás de cada imagen hay tantas otras, registradas y no, acaso con defectos técnicos, hallazgos emotivos.
Podemos pensar que cada fotografía es una caja, que contiene montones de fotos, que cada impresión sobre la superficie sensible tiene, además de la profundidad de la imagen, el volumen de los intentos que dan densidad a los aciertos. Y la muestra cobra algo de puesta en abismo.
-Fernando Aíta.
Demolición: en pos de una fotografía ¿argentina?
Alberto Goldenstein / Marcos López / Ataúlfo Pérez Aznar
curaduría: Guillermo Ueno
http://www.utdt.edu/
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fotografía: Alberto Goldenstein
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