sábado, 21 de mayo de 2011

ArteBA (3)

La estrella de la feria: Autorretrato sobre mi muerte, la pieza de Carlos Herrera, de la Beca Kuitca/UTDT, que ganó el premio ArteBA-Petrobrás. La obra no estaba en el lugar destacado que podríamos haber imaginado. Un acierto de la curaduría, en la que sabemos intervino Alejandro Ros. Finalmente la encontramos: tirada en el piso, en un rincón poco iluminado de una sala, como olvidada, hay una bolsita de supermercado, con algunas cosas adentro, un calzoncillo y una remera tal vez, y unos zapatos, como si se tratara de los efectos personales de un finado en el piso de una comisaría. El detalle: dentro de los zapatos, unos calamares, pasados, bastante asquerosos, con su tufillo a podredumbre.

R. posa delante de lo que suponemos una obra. Podría también ser parte de la decoración del predio: más de un stand genera esa misma impresión, como el de Blackberry o el de Chandon o el de Telefé, con esculturales "promotoras" incluidas. Nunca me termina de cerrar cómo, en el mundo del arte, pueden ir tan naturalmente de la mano la prepotencia de los sponsors con el discurso "subversivo" de los artistas (o de los curadores). La obra de Herrera es realmente perturbadora y, al mismo tiempo, de una agradable humildad. A la vez, al despedir ese olor y contaminar el espacio de exhibición, hace un comentario humorístico sobre el "aura" de la obra de arte y sus modos habituales de exhibición, por ejemplo, en una feria como esta. Herrera anoche le dijo a Cecilia, en una entrevista, que cada tanto tenía que cambiar los calamares porque la idea era que el tufo sólo se percibiera dentro de un radio de cinco metros de la obra, no que apestara toda La Rural. Por eso mismo, tal vez, R. se vio un poco defraudado por la obra de Herrera. Supongo que imaginó un efecto bastante más gore del que finalmente presenció. Igual se quedó pensando.

Más le llamó la atención el alucinante palito helado gigante de Luciana Rondolini, hecho de hielo de verdad, en lento proceso de derretimiento, como un glaciar de juguete.

Pero creo que la obra que más disfrutó fue la de Belén Romero Gunset, egresada del programa de artistas de la UTDT, que se pasa siete horas por día en su instalación Roto, destruyendo cosas: el resultado arriba.

Esta obra que vimos en el stand de una galería alemana le causó bastante gracia. Un señor con guardapolvo blanco, sentado en una silla, mueve unas cuerdas que hacen balancear unas pesas, como si se tratara de un experimento científico incomprensible o ridículo. A R. le pareció fundamental para el sentido de la obra que el señor de la silla tuviera aspecto de alemán.
-¿Cómo se sabe si algo es arte o no?- dijo R.
-Y... esa es la pregunta que hace el arte contemporáneo, justamente. Te hace pensar: ¿qué es el arte?
-Pero, ¿quién decide si algo es arte o no? Si yo vengo y me siento en una silla y juego con unas cuerdas... ¿eso es arte?
-Y... una definición de qué es el arte es: lo que hacen los artistas. Entonces, la pregunta se desplaza y pasa a ser: ¿quién es artista? Entonces, supongo que alguien tiene que decir que vos sos artista para que lo seas. No sé, no estoy muy seguro de cómo es.
-Pero, ¿quién puede decir que sos un artista? ¿vos? ¿yo?
-Y... no, creo que no. Aunque a lo mejor una buena definición de qué es el arte y quién es un artista sea, simplemente: alguien dice que es artista y lo que hace es arte. Punto. Pero no creo que funcione así.

Nos cruzamos con el genial Rafael Cippolini en el Barrio Joven. Le expliqué a R. que él es, justamente, uno de los que decide quién es artista y qué es arte.

¡Claudio Caldini en ArteBA! Por primera vez, en el stand del Museo del Cine, una especie de off ArteBA. En la imagen, el joven Caldini, en una proyección de Vadi-Samvadi. Caldini, por ejemplo, nunca fue considerado artista porque él mismo se definió desde siempre como cineasta, salvo que en el mundo del cine nadie lo considera un cineasta porque lo que hace no se parece en nada al cine que hacemos los demás cineastas...

Camino hacia la salida, nos cruzamos con esta escultural escultura de Martín di Girolamo, de la cual no pudimos resistir sacar una foto. Una buena despedida de la feria y, tal vez, el comentario más explícito acerca de qué se trata una feria de arte.
-Andrés Di Tella

fotografías: Andrés Di Tella

6 comentarios:

Martin B dijo...

linda crónica! vuelve el cineclub?

Anónimo dijo...

Que bueno!
Volvieron las aventuras de padre e hijo en el raro mundo del arte que va y viene...
Faltan los comentarios de Rocco como en el cine-club... Se esperan con curiosidad..
Un abrazo
para the whole family
de Ale
( el poeta performer de los mails largos)
Pd: por ahi, si los dioses soplan buenos vientos, te mando ese especie de "post aireano corregido". Como un post psicomágico.. Veremos..

por ahora
abrazos para todos!
Ale, en su semana japonesa de cumpleaños...

marina dijo...

buenísima crónica. r. se hace la gran pregunta del siglo XX y que sigue vigente. genio.

Fotografías dijo...

Gracias amigos. El interlocutor se hace rogar un poco...

La otra noche empezamos a ver "2001" pero el joven estudiante... se quedó dormido (la verdad, es bastante lenteja la cosa, como que Kubrik se regodea un poco demasiado con las maquetas). Habrá que esperar las vacaciones...

Igual hace buenas preguntas, no Marina? (bueno "verte" por aqui)

A ver cuándo me mandás ese post "via aireano" Ale..

Firbinski dijo...

Este lector agradece profundamente el regreso de los diálogos didácticos entre hijo y padre, sobre arte, literatura y vida, donde nunca se sabe bien quién da la lección. Buenísimos.

Firbinski dijo...

¿No ha pensado usted en escribir un libro de diálogos sobre arte con R? Ya tiene varios lectores asegurados.