sábado, 6 de noviembre de 2010

diario de madrid (5)

El Museo Reina Sofía me sorprendió con una gran muestra montada en torno de... un cineasta experimental. No, no se trata de Claudio Caldini. El cineasta de marras es José Val del Omar, un maldito que murió en el olvido hace treinta años y que ahora toca reivindicar. Val del Omar -VDO para los amigos- fue también un inventor arltiano, explorador de la técnica cinematográfica, coleccionista de patentes inútiles. La cámara portátil de 35mm a cuerda de la foto (arriba), por ejemplo, es una adaptación propia. Sólo él la utilizó.

Val del Omar creía en la mecamística: la mística de la mecánica. El duende estaba en la máquina. Sólo había que permitir que emergiera. Sus inventos - la Diafonía, la TactilVisión, el Desbordamiento Apanorámico de la Imagen, el BiStandard 35- nunca tuvieron el propósito de imponerse en la industria (Y la industria: gracias pero no gracias). ¿Qué buscaba VDO? En sus palabras: "enajenar", "aprojimar", incluso "prenderle fuego" al espectador, para "llevarlo hasta el infinito" y "liberarlo de la fuerza de la gravedad". Pero no pensaba en el espectador común que, de hecho, nunca llegó a ver sus películas.

Val del Omar pensaba en un espectador especial, que conoció en los años 30, en tiempos de la República, cuando participó -junto a García Lorca, Luis Cernuda y otros- de las Misiones Pedagógicas. Iban por los pueblos de España montando obras de teatro, exhibiendo y explicando cuadros, recitando poemas, proyectando películas, con el fin de sensibilizar al pueblo hacia las expresiones artísticas. Pero el que quedó sensibilizado fue VDO, ante el deslumbramiento y entrega total que percibía por parte de aquellos espectadores que veían cine por primera vez (foto arriba). Aquel fue siempre su ideal de espectador: no el que asiste a un entretenimiento sino el que participa de un ritual de orden casi sagrado.

Val del Omar también diseñó equipos de audio y trabajó mucho la banda de sonido de sus películas. En la muestra tienen lugar de privilegio el Aparato de Relieve Poliperifónico Diamagneto, el Reproductor Fotoeléctrico para Aplicaciones Radiofónicas y -en la foto de arriba- el Fonema Hispánico ("primer magnetófono español y primero mundial de 4 pistas", aclara Val del Omar). Me quedé pensando en el sonido del cine, quizá porque pronto me toca empezar a trabajar el sonido de la película, quizá porque se habla poco de ello. Mi sensación es que nunca pude experimentar todo lo que hubiera querido en la banda sonora de mis películas (tema pendiente).

Pero lo más conmovedor de la muestra es la reproducción facsimil de su estudio, repleto de equipos de toda índole, amontonados casi como en un taller de reparación de TV. Y puestos en funcionamiento, como si los estuviese operando un fantasma.


Extraños proyectores de 35mm especialmente adaptados por Val del Omar, proyectores de diapositivas e incluso de 8mm. Moviolas, empalmadoras, latas de distinto tamaño, espejos y lentillas, pantallas, mecanismos de propósito indescifrable. ¡Un emisor de rayos láser! El cineasta llegó a donar muchos de sus aparatos, incluidas sus más preciadas invenciones, a la antigua Escuela Oficial de Cinematografía de Madrid. Un día, sin embargo, descubrió sus "hijos mecánicos" (así los llamaba) abandonados en los sótanos de la escuela, arrumbados como chatarra. Sacó una fotografía y la transformó en un collage irónico, resentido (abajo).

Hacer clic en la imagen para ampliar.

Fotogramas de experimentos de Val del Omar, como cuadros.

Lo más conmovedor: la minúscula celda del cineasta, en un rincón del estudio. Apenas caben la cama, un pequeño televisor empotrado en la pared y un teléfono sobre la mesita de luz. El ámbito se puede ver nada más que de a uno. Sensación incómoda, como si Val del Omar estuviera por volver. Y uno ahí, fisgoneando.

En una nota escrita en un homenaje después de su muerte, en 1982, la hija de Val del Omar escribió de su padre que "se había estado muriendo en Madrid desde hacia mas de cuarenta años". En ese contexto de soledad, abandono y frustración permanente -sólo llegó a terminar y exhibir públicamente dos cortometrajes-, los papeles exhibidos, llenos de proyectos, duelen.

Su obra maestra, Aguaespejo granadino (1956), fue exhibida en el museo mediante un sistema de proyección concebido por Val del Omar. En ciertos momentos de la proyección, otras dos proyecciones (del mismo material) alumbraban a los espectadores desde los costados, generando desconcertantes luces y sombras en la sala (foto arriba). "Cine expandido", diría Caldini. Bueno, era inevitable pensar, todo el tiempo, en Claudio Caldini.

-Andrés Di Tella

fotografías: Andrés Di Tella


5 comentarios:

girlontape dijo...

maravilloso post andrés! gracias. no conocía a este mago solitario... y sí yo tmb, leyendote, pensé en claudio caldini :)

PMZZ dijo...

Val del Omar superocheando (y en versión mystic-pop)


http://www.youtube.com/watch?v=ochJfSLzwic&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=nzFH-n72aQw&feature=related

Lucio dijo...

buenísimo post. Cuántos malditos se estarán ignorando en este mismo momento, a espera de que suene la hora póstuma de la reivindicación...

Fotografías dijo...

Gracias Girl. Sí, un descubrimiento. La muestra es excelente.

Gracias Pablo x los links. Cuando pueda les hecho una mirada.

Gracias Lucio. Y sí.

Martin B dijo...

hermosa y triste historia.