lunes, 6 de julio de 2009

Imágenes en movimiento: textos, fotografías y films

Imágenes en movimiento: textos, fotografías y films
A propósito del libro que editamos sobre Andrés Di Tella

por Paul Firbas

1) El inicio

Quizá el libro sobre Andrés Di Tella se inicia, sin que lo sepamos, inmediatamente después de la proyección de La televisión y yo, film estrenado en el contexto del primer festival de documentales en la Universidad de Princeton. Un par de años atrás se habían proyectado también en Princeton otros dos de sus documentales: Montoneros, una historia y Prohibido.

2) Lo que ese film planteaba y lo que viene después

La televisión y yo produjo reacciones encontradas en nuestra pequeña comunidad. Más de uno cuestionó la pertinencia del “yo” y las intromisiones del mundo doméstico en el documental. ¿Por qué contar así esa historia? ¿Qué provecho sacaba Andrés de ponerse en primera fila y meter la mano en las fibras de su propia familia? La película además enfrentaba abiertamente el problema de su propio fracaso, como ya ha sido señalado más de una vez: “quise hacer una película sobre la historia de la televisión en Argentina y me salió otra cosa....” ¿Por qué asumir el fracaso? En ese momento comencé a pensar la obra de Di Tella desde mi particular fascinación por la poética del fracaso y lo que me parecía una actualización profunda de antiguos temas de la poética del Barroco. El fracaso y las ruinas están en los cimientos del libro.

Nos pareció claro que un film sobre el país de la madre, trabajado después de La televisión y yo, significaba un salto hacia un territorio extremo e indefinido para el documental. Poco sabíamos sobre el nuevo film que, en el proceso de nuestras conversaciones se fue convirtiendo en un objeto exquisito de deseo o una caja de resonancias de nuestras propias voces. Ahora me parece aún más claro que la secuencia de los filmes de Di Tella (su relación de contigüidad) se convirtió --sea cierto o equívoco-- en una narrativa poderosa que potenciaba el sentido del nuevo documental, atribuyéndole la responsabilidad de consolidar una poética trabajada desde los films anteriores. Si algún mérito tiene nuestra Conversación, libro que hoy presentamos, podría situarse justamente en la consolidación de un relato sobre el crecimiento del yo en la obra de Di Tella y, consecuentemente, en asignarle a la nueva película el lugar difícil e intenso de plantear una poética particular para el documental.

Es decir, trabajábamos con una obra concreta pero con el fantasma de un film desconocido, pero que se nos revelaba en la mesa de trabajo como en una sesión de espiritismo; además, se trataba de hacer un documental de la búsqueda siempre imposible y profundamente subjetiva del mundo de la madre. ¿Cómo se puede documentar la búsqueda del país de la madre? ¿Era este el paso natural después de un film que llevaba tan provocadoramente el título de La televisión y yo y que, en buena medida, daba cuenta del país del padre? ¿Qué relevancia, en tanto documental, podría tener un ejercicio cinematográfico semejante o, en otras palabras, qué supone para el género del documental un film de este tipo?

Podría decirse que la originalidad de libro --si podemos todavía creer en el mito de la originalidad-- está en que se ocupa preferentemente de una película que no existe. Nuestro trabajo se llevó adelante bajo el conjuro y la poderosa seducción de un film casi imposible, del cual habíamos visto sólo algunas apariciones o retazos. Ahora pienso que el libro también debe imaginarse como un deseo de los críticos de entender y de anticiparse a su propio objeto de estudio. No sé si Andrés esté de acuerdo con esto, pero sospecho que el trabajo de nuestra Conversación de alguna manera participa del proceso de invención de la película. Es también la historia de una intromisión.

3) La relevancia social

Di Tella maneja el arte de decir oblicuamente, que es también el arte de la mirada estrábica. En la obra de Di Tella el archivo privado no puede, en última instancia, dejar de hablar de lo social. Y es allí en donde el nuevo documental se vuelve intensamente atractivo para otro público, porque sabíamos del rastreo que Andrés había hecho del personaje de Ramachandra, el heredero de Ricardo de Güiraldes, con lo cual el mundo excéntrico de la India entraba al centro mismo de la cultura nacional argentina.

4) Las lecciones de edición

Debemos confesar que las conversaciones con Di Tella fueron una gran lección desde la mesa de edición. La misma entrevista se convirtió para nosotros, los editores, en el lugar exquisito para pensar, desde la forma misma de la entrevista y nuestra manipulación del texto, en los problemas del trabajo en un documental. ¿Hasta que punto nuestra Conversación es verdadera? Viniendo del mundo de la literatura, el ejercicio nos devolvía a los viejos debates sobre lo verosímil. El trabajo con Andrés (y sobre Andrés) nos permitió desarrollar la técnica para convertir una conversación con ensalada de pulpo en mayo del 2005 en un texto medianamente coherente. Pero, además, nos permitió explotar el propio peso narrativo de la entrevista e inventarlo hasta que su lectura, en sí misma, constituya una suerte de documental. Quizá no hace falta revelar que la forma final de la entrevista aspiraba a reproducir los mismos artificios de la poética del documental de Andrés y de cierta novela contemporánea, en donde la crítica y la ficción se entienden y desentienden, y se van tejiendo juntos.

5) El mundo del Barroco

La televisión y yo y el work in progress del nuevo film me hicieron pensar en la constitución de los primeros museos, en los delirantes gabinetes de curiosidades que los sabios criollos o españoles levantaban en las ciudades letradas de ambos lados del Atlántico. La televisión y yo retomaba viejos tópicos literarios del arte barroco, y allí conectaba maravillosamente con mi propio trabajo: el hombre enfrentando su calavera, la alegoría de la vanidad de todo acto humano repitiéndose esta vez con la mirada de la cámara digital que repasaba las ruinas de los viejos artefactos de video en los galpones de una utopía mediática perdida.

6) El archivo y el título

Finalmente, recuerdo que durante el proceso de concepción y edición del libro llegamos a constatar que “el problema” que articulaba los diferentes filmes de Di Tella residía en una particular idea de archivo, con lo cual encontramos un punto de anclaje que nos permitía articular todo el proyecto e intervenir, desde allí, como editores. En otras palabras, el documental en primera persona, además de plantear problemas de contenido y de forma supone una reconceptualización profunda del archivo, donde los objetos más banales y personales pueden elevarse a grandes documentos de época sin dejar de ser pequeños pedazos de una historia cotidiana, como puede verse, por ejemplo en el reciente film de Liev Schreiber, Everything is Illuminated, donde se narra la historia de un coleccionista compulsivo que parece buscar detener el flujo del tiempo atrapando momentos en objetos cotidianos. La voluntad de atrapar o detener el flujo en la materia quizá nos ayude también a imaginar una lectura para el título de la película: Fotografías. Claro, no la hemos visto. Pero Fotografías persigue al fantasma intentando estabilizarlo, hacerlo parte del archivo en la imagen detenida que cogemos con la mano. La Fotografía tiene materia, tiene papel, tiene cuerpo. Es memoria con cuerpo; en cambio, el film fluye sobre nosotros en imágenes en constante movimiento.

7) Di Tella escritor

Cuando decidíamos la información para la contratapa (la contracarátula se diría en mis pagos), yo casi insistí en que presentáramos a Di Tella como “cineasta y escritor”. Después de este libro, creo que no tengo duda alguna de que Andrés debe ser también conocido como narrador y ensayista. Los textos que hemos incluido en el libro tienen todos gran peso y valor en sí mismos. No son en absoluto ejercicios subsidiarios o textos ancilares. Andrés tiene una enorme capacidad verbal y un ingenio muy suyo nutrido de su constante entrar y salir en varias lenguas. Pero sobre todo una prosa justa, nada presuntuosa, pero de gran caladura. Sus textos me hacen pensar en que estamos frente a un escritor que hace películas.

Borrador para la presentación en Buenos Aires
Paul Firbas (agosto del 2006)

Conversación en Princeton. Andrés Di Tella: cine documental y archivo personal.
Buenos Aires: Siglo XXI, Iberoamericana, 2006. 
Eds. Paul Fibras y Pedro Meira Monteiro. 
Buenos Aires, Malba, 18 de agosto del 2006.

Fotos: En lo alto: Andrés Di Tella, Pedro Meira Monteiro y Paul Firbas en el MALBA, agosto 2006, durante la presentación del libro. Arriba: Paul Firbas descansa en las paredes de Palermo.

8 comentarios:

La cámara lúcida dijo...

hola, me llegó un jeguito y entre los elegidos estas vos.

http://paulacala.blogspot.com/

Anónimo dijo...

Se consigue este libro?
LUCIO

girlontape dijo...

cuantos libros me faltan... sólo con los de los amigos, jamás llegaré a los rusos

Fotografías dijo...

Forget los rusos, they're all dead. Vivan los vivos!

Y ojo que se vienen más libros...

girlontape dijo...

q alivio q me lo digas andrés! ahora sí lo puedo decir a cara descubierta: f**k dostoievsky... tan depre, no me lo banco ni ahí!!!

Fotografías dijo...

I'm sorry, GOT, pero era un chiste... Lee "Los poseídos" aka "Los demonios" es fucking increíble! Fue mi libro de cabecera mientras hacía "Montoneros, una historia" (mi primera película). Te doy permiso para skipear todos mis futuros libros y a cambio leer "Los poseídos".

girlontape dijo...

hmmmm.....no sé si eso es un buen negocio para mi andrés! tolstoy forever, pero dostoievsky...lo poco q leí me dio ganas de pegarme un tiro

girlontape dijo...

ps. igual voy a buscar esos demonios you speak of. no tengo arma en casa.