lunes, 26 de marzo de 2007
California
Acabo de volver de California. Fui de "gira académica" pero tuve algunas sorpresas. Fui invitado a dar una conferencia en la Universidad de Stanford: “Política y autobiografía: el cine de Andrés Di Tella” (el título lo puso Jorge Ruffinelli, que me presentó con enorme generosidad). Aunque no puedo asegurar cuántos de los presentes conocían mi trabajo, la sala del centro de estudios latinoamericanos estaba repleta. Estaba Kristine Samuelson, que dirige el programa de cine en Stanford, y también Herbert Klein, director del centro de estudios latinoamericanos. Desde que empecé a viajar a la universidad de Princeton, donde dirijo hace unos años el Princeton Documentary Festival, recorrí varias universidades de la Costa Este (Harvard, NYU, Smith, entre otras). Pero nunca había estado en la otra costa. Y hay diferencias: para empezar, los estudiantes "blancos" son la minoría. Hay muchísimos chinos, japoneses, hindúes ("asiáticos", dicen acá, como si fuera lo mismo un japonés que un hindú). Y por supuesto un enorme contingente de origen "latino": principalmente de padres o abuelos mexicanos, supongo, aunque en mi charla había dos chicas que eran hijas de argentinos. Aquí el castellano no es una lengua extranjera. Eso se percibe en el aula, pero sobre todo en la calle. En cualquier negocio, para no hablar de bares y restaurants, es díficil que te atienda un "anglo".
Después de Stanford me tocó la Universidad de California, en su sede de Davis, donde di un workshop sobre "Documental y subjetividad" (mi tema...). Además, los estudiantes del seminario que dirige el profesor Michael Lazzara me hicieron una larga entrevista (¡casi tres horas!) que saldrá publicada en una revista de la universidad. La situación aquí, en algún sentido, era diametralmente opuesta a la de la charla de Stanford. Durante el seminario de Lazzara, los tipos “estudiaron” mis películas, leyeron ensayos que escribí y – lo que complicaba un poco las cosas – leyeron el libro Conversación en Princeton, una entrevista-libro que hicimos el año pasado junto a dos profesores de Princeton, Paul Firbas y Pedro Meira Monteiro, que ha ido encontrando muchos lectores entusiastas. ¡Era difícil no repetirme en esta nueva “conversación”! A la vez, tengo que decir que me sorprendió el nivel de conocimiento y complejidad de las preguntas. Fue una tarde agotadora pero me da bastante curiosidad ver qué saldrá de ahí. ¡Espero que no me de vergüenza! También era ligeramente inquietante estar frente a un grupo de estudiantes de otro país que supieran tanto de mi trabajo… ¡y de mí! Otra experiencia Unheimlich… Lo extraño vuelto familiar o lo familiar vuelto extraño, diría Freud (ya volveré más adelante sobre la recurrencia en mi vida de experiencias de lo Unheimlich). Pero las sorpresas mayores vinieron al final del viaje.
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